El Real Zaragoza empató y se quedó cerca de una victoria que hubiera consolidado la sexta plaza. Cambio radical en el equipo de Popovic, que alineó un esquema con tres centrales para enfrentarse al Girona, acostumbrado a jugar con un 5-3-2. Los locales supieron explotar las debilidades de un sistema que conocen, especialmente en la primera mitad, pero el encuentro también pudo decantarse a favor de los zaragocistas.

Planteamiento inicial

Cambio de esquema que merece ser analizado en profundidad. Lo vimos en los últimos minutos frente al Albacete y fue el esquema frente al Girona. Queriendo frenar las armas de los catalanes, que juegan con un 5-3-2 donde los laterales (Cifuentes-Juncà) profundizan mucho y donde Sandaza y Mata ofrecen muchas ventajas para los jugadores de segunda línea, el Zaragoza planteó un sistema similar al del Girona, pero a la vez distinto.

En el caso de los locales encontramos dos hombres referencia arriba (Sandaza-Mata), mientras que en el Real Zaragoza fue Borja el único delantero centro, con los apoyos en profundidad de Jaime. El esquema utilizado por Popovic era más similar a un 5-4-1 a la hora de defender y a un 3-5-2 a la hora de atacar, con los laterales (Fernández y Rico) a la altura de los mediocentros y con Pedro aportando mucho en esa zona, jugando prácticamente de interior y con mucha movilidad.

Rubén entró como titular ante la ausencia de Cabrera para colocarse en el centro de la zaga, una posición complicada, en la que decisiones como las de cuando salir a achicar espacios o quedarse un poco más retrasado para llegar a una posible ayuda pueden marcar el devenir de cualquier jugada. Parecía, a priori, que Rico y Fernández estarían más protegidos con Vallejo y Mario en las ayudas, aunque a la postre no fue así y el equipo sufrió mucho en esa zona a la espalda de los carrileros.

Con Pedro actuando por dentro, el Real Zaragoza explotó más la banda derecha, donde Basha basculaba para juntarse en la zona donde el Zaragoza podía profundizar más gracias a Jaime, participativo pero impreciso en muchas acciones. Borja se desgastó arriba, demasiado solo en muchas ocasiones y luchando por balones que le lanzaban sus compañeros, demasiado acelerados.

Pedro y Jaime: roles distintos

Acostumbrados a partir como extremos a banda cambiada, con el nuevo esquema Pedro y Jaime cambiaron sus roles, aunque no demasiado. La amplitud quedaba cargo de los carrileros, mientras Jaime y Pedro se repartieron por zonas más centradas.

En primer lugar, Pedro, partiendo cercano a la banda izquierda, actuó la mayor parte del partido pegado a los mediocentros, siendo el apoyo principal. Con Dorca como pivote, por momentos el Zaragoza se mantuvo con Basha y Pedro de interiores. Las apariciones de Pedro a la espalda de Pere Pons y su precisión y rapidez en el giro permitieron al Zaragoza algo más de calma en sus acciones. Los problemas para Pedro llegaron en la segunda mitad, donde ocupó el puesto de carrilero derecho estando al límite físicamente. Además, le faltó bastante precisión en el balón parado. Por su parte Basha cuajó un gran encuentro, no solo con las coberturas a Fernández y en el repliegue, sino también decidiendo bien cuando el Zaragoza tenía balón en campo propio.

En el otro lado, Jaime sí que partió más pegado a la banda derecha. Si Pedro jugó más cerca de los mediocentros, Jaime lo hizo más cerca de Borja, colocándose a su altura o incluso aprovechando los espacios que dejaba cuando el delantero bajaba a recibir. Algo impreciso en el regate, pudo sentenciar el partido en una acción de velocidad al filo del descanso.

El Zaragoza en defensa

El funcionamiento del equipo en defensa estuvo bien planteado, pero los resultados no fueron los deseados. El Zaragoza se colocaba con defensa de cinco, con los carrileros a la altura de los centrales y emparejándose con los carrileros contrarios. Más adelante quedaban Basha y Dorca para enfrentarse a la tripleta de mediocentros del Girona, una situación de inferioridad que Popovic superó cerrando mucho a Pedro y a Jaime a la hora de defender.

Este hecho, que cerró pasillos interiores, impidió al Zaragoza realizar una presión intensa, con Borja enfrentándose a los tres centrales del Girona prácticamente en solitario, salvo en contadas ocasiones en las que los blanquillos quisieron salir a presionar un poco más arriba. Con demasiado terreno para que Borja pudiera abarcarlo, Lejeune y Ramalho tuvieron espacio para conducir hacia delante, sumándose al centro del campo y fijando la atención de Jaime o Pedro, que salían a cubrir la conducción del central.

Cuando el Girona salía por las bandas y conseguía plantarse en campo contrario, los centrales y los mediocentros zaragocistas se juntaban, tapando entre los cinco la zona central y facilitando que Jaime y Pedro pudieran abrirse a la banda para apoyar a los carrileros.

La primera parte de Sandaza y el espacio entre central y carrilero

Fue lo más destacado en la primera mitad. Sandaza se exhibió ante los centrales zaragocistas. Los buscó, los sacó de zona y les ganó prácticamente todos sus duelos individuales: por arriba, en el cuerpo a cuerpo, etc. Se le vio superior a los tres a nivel físico, aunque ese desgaste le pasó factura en la segunda mitad, donde bajó sus prestaciones notablemente. Sembró dudas en la defensa del Zaragoza y creó las mejores ocasiones de su equipo en la primera parte, ayudado, eso sí, por una falta de contundencia excesiva por parte de los centrales y de Bono, muy bien bajo palos y nefasto en las salidas, especialmente en la segunda parte.

Acostumbrados a jugar con una defensa de cinco, Machín supo leer donde podían estar las debilidades del Zaragoza. En primer lugar, los duelos individuales de Sandaza y sus movimientos sacando a los centrales de zona, en segundo, aprovechar sus dos referencias arriba, abrirlas en el campo y explotar al máximo el espacio entre los centrales y los carrileros zaragocistas.

Una y otra vez los locales lanzaron balones a ese espacio, donde bien entraban los dos delanteros o los carrileros, sobre todo Juncà por la izquierda. Los delanteros entraban a ese espacio con movimientos dentro-fuera, aprovechando que Cifuentes y Juncà mantenían la atención de Rico y Fernández y les hacían estar abiertos. Por su parte los carrileros entraron con diagonales hacia dentro, lo que les permitía, además, orientarse en dirección a portería.

La reconstrucción alocada del Zaragoza

Las lesiones de Fernández y Jaime supusieron la entrada de Ruiz de Galarreta e Insa. Pedro paso al puesto de carrilero derecho, donde apenas pudo aportar en ataque por su cansancio físico. Con Galarreta e Insa haciendo de Pedro y Jaime, el Zaragoza perdió orden, con ambos futbolistas bastante perdidos sobre el césped, pero sin embargo ganó seguridad defensiva juntando más las líneas de centrocampistas y defensas y con los centrales mucho más entonados que en la primera mitad.

El Girona pegó un bajón a nivel físico que ayudó al Zaragoza. Con balón, se empezaron buscando posesiones largas que calmaran el partido, algo que parecía posible con cuatro mediocentros sobre el terreno de juego. Pero con el paso de los minutos se terminó por optar por el balón largo, al que Borja corría voluntarioso pero sin posibilidades. Al Girona se le agotaron las ideas y parecía que el paso de los minutos les minaba la moral, especialmente tras el penalti fallado, pero cuando el partido llegaba a su ocaso volvió esa falta de contundencia atrás, esa inseguridad que permite los botes en el área y que costó dos puntos a un Zaragoza voluntarioso, que supo utilizar sus armas y que incluso pudo cerrar el partido. Sin un juego excelso con balón, que aun así permitió ver buenos momentos y ocasiones claras, pero sobre todo con muchas concesiones atrás.

Fuente de las imágenes: Canal+