Hace unas semanas, el Real Zaragoza tuvo en la punta de los dedos el ascenso a Primera División después de haber conseguido la última plaza de playoff y haber superado la primera eliminatoria ante el Girona con gesta incluida. Una final muy disputada que terminó con un final doloroso para los aragoneses después de perder 2-0 ante Las Palmas, aunque en la ida se habían adelantado en la eliminatoria por 3-1.

A pesar de este triste desenlace para los zaragocistas, es necesario echar la vista atrás para recordar desde qué punto partió el equipo hace justo un año.

Al borde de la desaparición

Desde la llegada de Agapito Iglesias, el Real Zaragoza ha vivido una de sus épocas más oscuras y duras de su historia. Y, sin duda, una de las épocas en las que el zaragocismo se ha movilizado más demostrando su descontento ante la gestión del empresario soriano. Su llegada se produjo en 2006, pero sería tres años después cuando se haría con la presidencia del club. A partir de ese momento, las decisiones del gestor soriano se pusieron en entredicho y empezó a ganarse la oposición de muchos de sus aficionados.

El Movimiento Avispa, las Agapitadas, manifestaciones a las puertas de La Romareda, son solo algunas muestras que el zaragocismo ha llevado a cabo desde los últimos tiempos para conseguir que el empresario soriano dejara las riendas del club aragonés.

Deportivamente, el Real Zaragoza también ha vivido un momento muy delicado. Aunque el máximo accionista dejó la presidencia en manos de Fernando Molinos, todo continuó igual. Esa misma temporada, el conjunto aragonés descendió a Segunda División. Pero el momento clave llegó a finales de 2014 cuando la situación económica se volvió insostenible. El club aragonés tenía que hacer frente al pago de la deuda y el no pagar suponía un futuro incierto para la vida del club.

Es en junio de 2014 cuando se produce la venta de las acciones de Agapito Iglesias a un grupo de empresarios aragoneses. Una opción que parecía válida al principio, pero que siguió sin solucionar nada de cara a esa deuda que debían afrontar. El malestar en la capital del Ebro continuó durante semanas y fue creciendo conforme se iba acercando la fecha tope para hacer frente a la deuda que era el 25 de julio. Los empresarios aragoneses seguían sin mover ficha y los zaragocistas clamaban contra ellos en busca de una solución.

A Zaragoza la defendió su gente

Ante esta incertidumbre, el zaragocismo se movilizó a través de las redes sociales y se convocaron en ese periodo varias manifestaciones y marchas desde la plaza del Pilar hasta La Romareda. Pero, sin duda, la que más movilizó a Zaragoza entera fue la del 17 de julio donde unos 15.000 aficionados zaragocistas salieron a la calle para protestar y luchar por la supervivencia de su club. Un acto de protesta convocado por la Federación de Peñas del Real Zaragoza y al que acudieron viejos conocidos del club: Andoni Cedrún, César Láinez…

Ese mismo día, nació Fundación Zaragoza 2032. Un grupo encabezado por César Alierta y presidido por Christian Lapetra, hijo de uno de los mejores jugadores de la historia del Real Zaragoza Carlos Lapetra. Llegaron con la firme decisión de comprar la entidad a Agapito y, por supuesto, depositar el dinero necesario a la LFP para que el Real Zaragoza continuara en la misma categoría sin peligro de desaparición por el momento.

Después de una manifestación tan multitudinaria y las claras intenciones de la Fundación, era el turno del empresario soriano. Cinco después, Agapito mandó un comunicado en el que pedía que el paquete de acciones que vendió al grupo de empresarios aragoneses le fueran devueltas. Una vez en su propiedad, él se comprometía a donarlas a la Fundación Zaragoza 2032 (72% de las acciones) y a la Fundación Real Zaragoza (18%).

Los empresarios aragoneses no hicieron resistencia y les devolvieron el paquete de acciones. Finalmente, el soriano cumplió su palabra y dos días después (24 de julio) Fundación Zaragoza 2032 obtuvo la mayoría accionarial.

El ascenso en la punta de los dedos

Con la salvación económica del club a finales de julio, el Real Zaragoza tenía poco menos de un mes para armar un equipo capaz de afrontar el reto de volver a Primera División. Nuevos fichajes y sin tan apenas pretemporada para preparar el inicio liguero.

A pesar de ello, el Real Zaragoza se posicionó desde el principio como uno de los candidatos al ascenso aunque no para los puestos de ascenso directo. Finalmente, el conjunto blanquillo consiguió meterse en el último puesto de playoff, muy disputado con la Ponferradina que terminó séptimo. El primer paso era ante el Girona. El conjunto aragonés cayó derrotado por 0-3 en la ida, pero en la vuelta dio un golpe de autoridad y remontó el resultado por 1-4. Las Palmas esperaba en la final y se preparaba un ambiente de lujo entre dos aficiones que llenarían los campos en la ida y la vuelta.

Aunque el Real Zaragoza consiguió tomar ventaja en la ida por 3-1, en la vuelta cayó por 2-0. Un duro golpe para los aragoneses quienes tuvieron el ascenso en la punta de los dedos después de una temporada agónica marcada por las lesiones. Una temporada que ha servido para dar aliento al equipo y devolver la ilusión a una afición que veía aquel 17 de julio de 2014 su última oportunidad de defender al equipo de su ciudad.