Los cabezazos de Montilivi en forma de remontada, protagonistas en los playoffs de ascenso contra el Girona la pasada campaña, han supuesto un punto de inflexión en el perfeccionamiento de las jugadas a balón parado. Wilk y Cabrera en dos ocasiones han sido los futbolistas que se han encargado de anotar los tres tantos de cabeza. El del polaco supuso el empate contra el Mirandés y el del uruguayo significó la victoria ante el Almería. Además, el trabajo defensivo del conjunto blanquillo en los últimos partidos del año pasado y de este comienzo de temporada, está consiguiendo evitar la sangría de goles a balón parado que el Real Zaragoza acostumbraba a encajar en campañas anteriores.

Seguridad en defensa

Analizando este tipo de jugadas desde el aspecto defensivo, los aragoneses han mejorado mucho en los despejes de cabeza y en mayor medida, en los marcajes en el interior del área. No obstante, los antecedentes blanquillos demuestran que no siempre ha sido así. Faltas lejanas, cercanas, saques de esquina, penaltis ... Todas estas situaciones han supuesto un quebradero de cabeza para los técnicos zaragocistas, que se han traducido en pérdida de puntos muy importantes. Como dato a destacar, en la temporada 2012/2013, el Zaragoza encajó alrededor de 20 goles a balón parado. Los años siguientes, ya en Segunda División, no han sido mucho mejores. Sin embargo, el trabajo e insistencia de Ranko Popovic en este asunto está dando sus frutos.

En esta mejoría tiene mucho que ver el futbolista. Y es que no es lo mismo un zaguero como Cabrera, Vallejo o Rubén, que aquella línea defensiva con jugadores como Loovens, Álvaro o Laguardia, que a pesar de su altura, nunca demostraron ser un cerrojo por alto. También, Bono ha sido una de las claves para este cambio radical. Una de las características del marroquí es la seguridad que da a la defensa en los balones elevados y eso se nota en momentos puntuales de partido. Por otro lado, interviene la concesión de faltas o penaltis, y aquí el centro del campo es fundamental. Además, el Zaragoza tiene jugadores en la medular que van muy bien de cabeza. Sin ir más lejos, Stefan Wilk anotó frente al Almería el primer gol del partido tras un saque de esquina.

Donde esté un buen cabezazo...

En la zona ofensiva ocurría algo parecido que en defensa, no se era capaz de rematar los balones. Por muchos córners que se sacaran o por muchas faltas que se botaran, los goles logrados podían contarse con los dedos de una mano. Siempre la misma historia. Ahora, las cosas han cambiado a mejor. Aunque dos jornadas no son muchas para poder profundizar en valoraciones, el recurso del balón parado tiene mucho mejor color que otros años. Ya no solo en defensa, también en ataque. Eso Cabrera lo sabe muy bien. Ya es máximo goleador del equipo con dos testarazos, que han valido los cuatro puntos que suma el conjunto blanquillo esta temporada hasta el momento. Pero en los goles no solo interviene el que los marca, también el asistente. Y tener a un jugador de la calidad y precisión de Pedro en el equipo como lanzador de faltas y córners, no tiene precio