El Zaragoza termina su racha de victorias con un empate en campo del Girona. Un partido con poco fútbol y pocas ocasiones, pero en el que el Zaragoza consiguió, una vez más, dejar la portería a cero. La solidez defensiva del equipo sigue asentándose, pero esta vez los blanquillos sufrieron a la hora de crear acciones ofensivas.

Planteamiento inicial

Se mantiene el sistema y también el grueso de jugadores titulares tras los buenos resultados. Popovic solo introdujo el cambio de Dorca por Wilk, mientras el resto del equipo se mantenía igual, incluyendo algunos hombres clave en los últimos partidos como Ortuño, Diamanka, Morán o la pareja formada por Cabrera y Vallejo.

Duelos igualados y poco fútbol

No fue un partido bonito de ver. Los equipos dispusieron de pocas ocasiones y los continuos errores de ejecución hicieron del partido un duelo en el que primaba el acierto defensivo por encima de las combinaciones en ataque. Los dos entrenadores planearon el duelo tácticamente con el fin de tapar al rival, provocando duelos igualados en número en todas las partes del terreno de juego, forzando errores del rival con presiones intensas e impidiendo que ninguno de los dos equipos pudiera dar pases con asiduidad.

El Girona planteó de inicio un esquema diferente al que se había enfrentado el Zaragoza cuando se tuvo que medir ante otros equipos. Los locales salieron con tres centrales de inicio, acompañados por dos carrileros, dos mediocentros, un mediapunta y dos delanteros. Esto suponía que el Zaragoza tenía que cambiar su forma de presionar, que tan bien le había funcionado en partidos anteriores. Popovic debía elegir si dejar libres a sus centrales para que los extremos se ocuparan de sus carrileros y conseguir apoyos para Vallejo y Cabrera, que se enfrentaban a un duelo 2x2 con sus delanteros, o salir a buscar al rival, con los extremos presionando a sus centrales junto a Ortuño y los laterales zaragocistas apretando a sus carrileros. El serbio escogió la segunda forma, lo que suponía un cambio importante y que arriesgaba a dejar a los centrales en igualdad ante sus delanteros. Prácticamente existía un marcaje al hombre.

El Girona apostó por el mismo plan que el Zaragoza a la hora de presionar, algo que limitó mucho la salida de balón zaragocista. Con sus carrileros adelantando su posición y encimando a Rico e Isaac, el Zaragoza se vio ahogado en la salida de balón. Ninguno de los dos centrales tenía libertad para tocar el balón, y tanto Morán como Diamanka y Dorca tenían siempre un hombre pegado.

Dorca a la base para ayudar a Morán

El partido se convirtió en un duelo jugador por jugador, donde todos estaban muy pegados y los espacios se reducían, aumentando la probabilidad de las imprecisiones. Con estas dificultades para jugar desde atrás, Morán tuvo menos posibilidades de mandar sobre el campo, pese a las ayudas que le proporcionó Dorca. Jugando como interior, Dorca se situó en la base en muchas ocasiones para ofrecer una ayuda en la circulación de balón. Este movimiento se producía cuando el Zaragoza lograba superar la primera línea de presión (normalmente por el costado) y Diamanka y Dorca se separaban, siendo el catalán el que retrasaba su posición mientras Diamanka buscaba zonas más adelantadas.

Las circulaciones, sin embargo, no eran nada sencillas por esa zona interior, debido a la acumulación de jugadores por dentro. Con este contexto de partido, la situación parecía ideal para que aparecieran los extremos. Ambos tenían el lateral libre gracias a que los carrileros del Girona se adelantaban para presionar a Rico e Isaac y con tan pocos espacios sus movilidad y su capacidad de desborde parecía esencial para poder encontrar zonas de remate o, almenos, desordenar al rival. Sin embargo, ni el peleón Jorge Díaz ni el impreciso Hinestroza pudieron destacar sobre el terreno de juego.

Cambio de esquema y solidez atrás

Ni Zaragoza ni Girona podían hacerse con el control del partido, y mucho menos conseguir ocasiones claras de gol. La mejor de todas la tuvo el Girona y Bono estuvo muy atento para realizar una gran estirada. Precisamente el portero y la pareja de centrales, formada por Cabrera y Vallejo, son la mejor noticia de los últimos encuentros. El uruguayo y el español siguen creciendo como dúo, imponentes en la defensa frontal y expeditivos a la hora de anticiparse.

Con el final del partido llegando, Popovic cambió de esquema una vez más, obligado también por la lesión de Wilk. Esta vez el técnico serbio, que tenía a Ángel sobre el campo, escogió el 4-4-2 en lugar del 4-2-3-1, con un doble lateral en la izquierda formado por Rico-Abraham y con Ángel y Ortuño compartiendo la punta de ataque.

El partido terminó en empate. Un empate en el campo de un rival complicado, en un duelo muy táctico a nivel defensivo que impidió el lucimiento de los jugadores de ataque. La mala imagen mostrada en el apartado ofensivo y creativo no puede hacer olvidar la solidez defensiva demostrada por el Zaragoza, que a lo largo de los últimos encuentros ya ha sido capaz de anular a rivales como Lugo, Alavés y Albacete. El equipo está mejor trabajado en los aspectos defensivos, y ahora es necesario mejorar en el resto de apartados para lograr más continuidad en el juego con balón.

Fuente de las imágenes: Canal+ y LFP