El Real Zaragoza no ha podido lograr su segunda victoria consecutiva en La Romareda y ha caído contra el Mirandés por 1-2. El técnico catalán introdujo dos cambios en el once con respecto al que se impuso al Llagostera en La Romareda en la última jornada de la primera vuelta. Uno de ellos fue en defensa: la lesión de Diego Rico durante un entrenamiento hizo al técnico buscar un reemplazo para esa posición, ya que Abraham también se encuentra lesionado. Durante las sesiones preparatorias probó con Nieto en el lateral izquierdo, pero a la hora de la verdad Carreras apostó por mover a Cabrera a la izquierda y colocar a Rubén González acompañando a Jesús Vallejo en el centro de la zaga. El segundo cambio se produjo en la delantera, con la vuelta de Ángel (tras cumplir los dos partidos de sanción) por Ortuño. 

Poco premio para los méritos visitantes

Sin un dominador claro, pero con varias llegadas interesantes por parte de ambos conjuntos. Así se inició el choque en un Estadio Municipal de La Romareda que presentaba una buena entrada. Fueron los visitantes los primeros en acercarse a la meta rival con dos saques de esquina consecutivos, pero no acabaron en nada. Poco tardaron en responder los blanquillos con dos sendos remates de Ángel Rodríguez, aunque no hacían trabajar a Raúl. La primera ocasión seria llegaba de las botas de Lago Junior tras una buena jugada individual que le permitía Internarse en el área y centrar, pero el balón se le escapó a Bono de las manos y casi se convirtió en el primero de la tarde.

Conforme transcurrían los minutos, el Mirandés se crecía sobre el terreno de juego y dominaba  a un Zaragoza que no lograba combinar en el centro del campo ni llegar al área de Raúl. Ese dominio visitante se tradujo en un sublime gol de Eguaras a los 20 minutos de choque. Después de un lanzamiento lateral de falta que Bono despejaba de puños a la frontal del área, el centrocampista impactaba con el balón desde algo más de 25 metros para que impactara en el larguero y se introdujera en la portería defendida por el arquero marroquí. Este fue un duro varapalo para los locales, que minutos antes habían sufrido otro en forma de lesión y Nieto tenía que entrar por Isaac.  Este tanto terminó de noquear a los jugadores de Carreras, sin capacidad de reacción. Les pudo costar caro ya que los de Carlos Terrazas pudieron marcar el segundo en varias acciones. Pero la fortuna sonrió al conjunto maño, a pesar del nerviosismo mostrado por Bono en los balones colgados y contagiado al resto de La Romareda.

Hay una ley no escrita en el mundo del fútbol: quien perdona lo puede pagar muy caro, y eso es lo que ocurrió. El Mirandés había mantenido con vida a un Real Zaragoza que casi no había pisado el área rival en 40 minutos de partido. Pero entonces apareció la magia de Pedro Sánchez para asistir a Ángel y permitir al canario poner el empate al borde del descanso. Con el empate concluiría una primera mitad bastante injusta con los de Miranda de Ebro.   

Un gol tempranero sentencia el partido

La segunda mitad comenzó muy distinta a lo que se había visto durante los primeros 45 minutos, con un conjunto local teniendo la posesión del esférico y tratando de llegar a la portería de Raúl mediante combinaciones que no terminaban de fructificar ante un Mirandés bien posicionado y buscando su oportunidad a la contra, pero una pérdida zaragocista en el centro del campo fue mortal para estos últimos. Los rojillos aprovecharon este fallo para trenzar una formidable acción que culminaría Álex García en el punto de penalti para enviar el balón al interior de las redes.

Rápidamente, Carreras movió el banquillo para cambiar el rumbo del partido y dio entrada a Sergio Gil por un Albert Dorca con una actuación más que gris y pitado por el público congregado en el estadio aragonés. Este cambio dio un nuevo aire al equipo, aunque no lograba desplegar un buen fútbol. Aun así las ocasiones se sucedieron y Pedro Sánchez estuvo a punto de reestablecer la igualada, pero un defensor del Mirandés despejaba a córner cuando ya se cantaba el gol.

Ya con el debutante Dongou también vestido de corto los locales carecían de ideas y deambulaban sobre el césped, como si fuera un calco de lo visto en la primera mitad. Solo las individualidades de algunos futbolistas conseguían alentar a una hinchada poco contenta con lo que veía. En los últimos minutos, los de Carlos Terrazas dieron un paso atrás para salvaguardar el resultado, también cansados después del partido de Copa del Rey frente al Sevilla. Los blanquillos pusieron todo su empeño en la igualada, pero solo eso. El corazón se impuso a la cabeza y no premió a un Zaragoza con un gran margen de mejora.