El Real Zaragoza se reencuentra con la victoria, devolviendo algo de optimismo entre el zaragocismo. Tras una primera parte muy igualada, los maños hicieron unos segundos 45 minutos muy buenos que hicieron justicia con el gol de Ángel. Buen estreno de las caras nuevas en su debut y mejora del equipo en general. Este es el camino a seguir del conjunto blanquillo que debe seguir trazándolo con victorias.

Muchas novedades en la alineación de Carreras para afrontar uno de esos partidos que son más importantes que otros. Lo pescado en el mercado invernal decoraba el once zaragocista. Rubén González y Jorge Ortí eran los descartados. Al frente el Leganés, un equipo revelación que tan solo ha perdido en tres ocasiones esta temporada. Los madrileños llegaban con varias bajas, pero con un espíritu ganador y valiente que contrarrestaba cualquier obstáculo.

Igualdad aburrida en la primera parte

Los primeros minutos fueron sinónimo de intensidad por parte de ambos conjuntos. Tanto fue así, que a los 60 segundos Cabrera ya llevaba tarjeta amarilla, decisión desafortunada del árbitro. El Leganés empezaba a adueñarse del balón y andaba bastante cómodo. El Zaragoza, con la carga de presión añadida, estaba más impreciso que su rival. A base de saques de esquina, los visitantes metían a los maños en el área. No obstante, una defensa más segura que en otros partidos desviaba las intentonas. En definitiva, máxima igualdad en los primeros compases.

La primera ocasión del Zaragoza también llegaría desde el córner. Cabrera remató al lateral de la red el balón botado por Manu Lanzarote, uno de los debutantes en La Romareda y el más activo de los locales. El partido llegaba al primer cuarto de hora sin nada que contar, tímidas aproximaciones concretadas en balones sin peligro. Culio y Javi Ros, también nuevos en la oficina, no se hacían con el mediocampo y el Leganés seguía ofreciendo algo más. Serantes detenía la segunda ocasión zaragocista, otra vez era Cabrera el rematador. Se animaban los aragoneses, poniendo en aprietos al portero pepinero. El tercer disparo vino de las botas de Erik Morán, muy lejos pero peligroso. El color del partido empezaba cambiar, al igual que el dueño del balón.

El encuentro se trababa por momentos y solo a través de pequeños sustos despertaban los futbolistas, ya inmersos en una monotonía de pases fallados y las pocas ideas postradas sobre el césped. Algunas combinaciones levantaban los aplausos de la grada, pero no llegaban a nada. Solo una jugada aislada podía cambiar el marcador cuando ya se llegaba a los últimos cinco minutos de la primera mitad. Sin más y sin goles, llegó el partido al descanso. Conclusiones basadas en la mejora de la actitud y juego, pero con la misma e insuficiente llegada al área rival del Real Zaragoza.

El fútbol fue justo

El comienzo de la segunda parte diseñaba un Zaragoza agolpado en la portería del Leganés. Los dos equipos querían marcar pronto, ya que un gol en esos momentos suponía un golpe inasumible para ambos. No obstante, el partido era similar al de los primeros 45 minutos. Las bandas en el equipo local empezaban a aparecer, Rico y Campins ganaban metros en campo contrario. Pedro y Lanzarote seguían sin participar, mermando así las posibilidades de que le llegaran balones a Ángel.

Corría el minuto 60 cuando Mantovani cometió un fallo garrafal en su área e hizo penalti sobre Culio. Sin embargo, Ángel se ocuparía de fallarlo, o mejor dicho, Serantes de pararlo. El canario disparó desde los once metros un balón que iba pegado al palo derecho del portero vasco, que desvió a córner realizando un soberbio paradón. Semigolpe de moral para el conjunto aragonés, que había desaprovechado una gran oportunidad de encarrilar el partido. Los nervios en el campo se traducían en  tarjetas, Erik Morán y Gabriel se enzarzaban y el árbitro amonestaba a los dos, condicionados durante el resto del encuentro.

Carreras movía ficha y sustituía a Javi Ros por Sergio Gil en el centro del campo. Los minutos seguían pasando y nada ni nadie esclarecía el juego y su posible resultado. El Zaragoza lo intentaba más y mejor, pero la cautela era imprescindible porque en una contra el Leganés podía matar. El segundo cambio de los aragoneses fue Hinestroza por Lanzarote, y este dio resultado. El gol del Zaragoza llegó tras una gran jugada. Erik Morán abrió al carril de Rico para que este jugara en profundidad con Hinestroza, que la puso perfecta en el área para que Ángel, con un buen testarazo, se resarciera del penalti y adelantara a los locales. Llegaba la tranquilidad a La Romareda, que empezaba a disfrutar.

El entrenador zaragocista introducía madera defensiva. Mario Abrante saltó al césped por Campins, desplazando a Guitián al lateral derecho. El Zaragoza comenzó a jugar muy buenos minutos y el Leganés había perdido la chispa. Las sensaciones blanquillas se hacían optimistas, mientras el graderío reprochaba a Serantes una acción de cuestionada deportividad. Quedaban cinco minutos de batalla y al Zaragoza le iba a tocar sufrir, para no variar. Manu Herrera tuvo que emplearse con una gran estirada para evitar el empate, muchos la vieron la dentro.

Ya sonaba el himno y la reconciliación era inminente, al igual que el final del partido, que se iba a alargar por los cuatro minutos de prolongación. Todo quedó en nervios y el Zaragoza salió victorioso de la cita. Tres puntos muy necesarios para los aragoneses que ponen fin a una racha esperpéntica. La grada agradeció el gran esfuerzo de los jugadores, que demostraron que sí saben.