Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que Diamanka era considerado una pieza importante en este Real Zaragoza. Lo fue con Ranko Popovic, con el que jugó ocho encuentros de titular desde la sexta jornada, superando los 600 minutos sobre el césped, y también con Lluís Carreras, actual técnico blanquillo tras la salida del entrenador serbio allá por el mes de diciembre, con el que participó en ocho de los diez primeros encuentros del catalán en el banquillo zaragocista, incluyendo un gol en su primer encuentro en la 19ª jornada.

El punto de inflexión  en la temporada de Pape Diamanka lo marcaría, sin ninguna duda, el mercado de traspasos del periodo invernal. En el llegaron al Real Zaragoza casi una decena de jugadores. Unos para fortalecer la parcela defensiva, más por carencia de efectivos que por criterios cualitativos, y otros para solucionar el gran problema que acuciaba al Real Zaragoza por aquel entonces: la generación de juego y de peligro ante el área rival. El conjunto de Lluís Carreras, muy consciente de ello desde que llegó, tenía enormes dificultades para generar situaciones de gol.

El punto de inflexión

Llegaron a la ciudad del Ebro futbolistas como Javi Ros, Culio o Lanzarote. Jugadores llamados a dar un giro de 180º a un Real Zaragoza que, a pesar de no haber perdido el tren del ascenso, ofrecía un inequívoco síntoma de poder hacerlo en cualquier momento. Afortunadamente para el Real Zaragoza, el efecto ofrecido por los nuevos fichajes fue el esperado. Este factor, unido a que algunos de los que ya estaban lograron acercarse al nivel que habían ofrecido tiempo atrás, hizo que Lluís Carreras se acercara a tener lo que podría denominarse un once tipo.

Y en él no estaba Pape Diamanka. El estilo del jugador senegalés nunca ha terminado de acoplarse a las exigencias del técnico catalán y por ello, desde la jornada 29, el centrocampista no ha tenido en ningún momento la confianza del entrenador blanquillo. Un dato es suficiente para ilustrar esta poca afinidad futbolística entre ambos: para encontrar su último encuentro como titular tenemos que remontarnos al 12 de marzo. Hace exactamente dos meses.

Desde entonces, las apariciones del futbolista africano podrían definirse como irrelevantes. Cuatro encuentros, desde la jornada 30 a la 33, sin disputar un solo minuto (incluso en dos de ellos no llegó a vestirse de corto), y 14 minutos ante el Valladolid hace algo menos de un mes. Sin embargo, y a pesar que la cantidad de minutos no ha aumentado en exceso en los últimos tres encuentros (4, 21 y 36 ante Alcorcón, Ponferradina Y Athletic B, respectivamente), sí han sido, como ilustra el inicio del texto, tremendamente productivos. Un total de 61 minutos que han servido a Diamanka para reivindicarse ante Carreras. Poco más de una hora de juego para, al menos, intentar demostrar al catalán que tiene un hueco en este final de temporada. Un esprín final en el que cada gesto, cada acción y cada tanto, puede marcar el devenir de la campaña.

El rugido de Diamanka

Y precisamente con un gesto comenzó la reivindicación del senegalés. Ni siquiera le hizo falta tocar el cuero. Un gran movimiento de Diamanka, dejando pasar un centro de Carcelén desde el costado diestro, habilitó a Dongou para que este pudiera anotar el definitivo 3-1 en La Romareda que cerró la victoria maña. Y tan solo llevaba cuatro minutos sobre el terreno de juego. Volvió a confiar Carreras en él para los últimos minutos del encuentro ante la Ponferradina. Lo hizo buscando un poco más de verticalidad en el juego de un Real Zaragoza que sufría con 1-0 en contra en el marcador. Y lo encontró. Diamanka volvió a erigirse en protagonista para asistir a Ángel, que anotó el 1-1 con el que acabaría el encuentro.

Los méritos ofrecidos por el centrocampista africano hicieron que Lluís Carreras volviera a darle minutos en el último encuentro del Real Zaragoza. Con la escasa renta que ofrece el 1-0, el conjunto blanquillo necesitaba de un gol que cerrara el encuentro ante el Athletic Club B en La Romareda. A falta de 36 minutos para finalizar el partido, el técnico zaragocista dio entrada a Diamanka, quien siguiendo la tónica de los últimos partidos, decidió que no abandonaría el césped sin aportar su granito de arena. Y vaya si lo hizo. Dicho y hecho. El jugador senegalés anotó el 2-0 que tranquilizó a la parroquia maña y con el que se cerró el marcador.

Tres partidos, tres gestos y tres motivos para que Lluís Carreras se plantee seriamente si Pape Diamanka tiene un hueco en el once del Real Zaragoza. Y todo ello en 61 minutos de juego. En manos del técnico blanquillo está decidir si sigue utilizando al senegalés como revulsivo en las segundas partes o darle más protagonismo. Tras ello, en los pies de Diamanka seguir exprimiendo esos minutos como lleva haciendo con los que ha disputado en estas tres últimas jornadas.