Insulso, así se podría calificar el partido entre el Real Oviedo y el Burgos. El encuentro enfrentaba al sexto y séptimo clasificado de la tabla respectivamente, pero tras lo visto en el terreno de juego, parecía que los equipos que medían sus fuerzas eran el decimosexto y decimoséptimo. Un partido aburrido, sin grandes ocasiones y que no pasará a la historia.

El Real Oviedo volvía al Carlos Tartiere tras solo haber disputado 45 minutos en todo el mes de diciembre como local, y lo hacía con una idea clara: hacerse fuertes en casa. Si el conjunto carbayón quiere optar al liderato debe demostrar la solidez que demostró el año pasado, recordamos que hasta hoy era el tercer peor equipo en casa.

Su rival para este partido, el Burgos, sería una buena piedra de toque para empezar a lograr este objetivo. El partido se disputó ante 7375 espectadores, con cerca de un centenar de ellos desplazados desde tierras castellanas.

Granero optaría por la continuidad en el once con una salvedad: pegado a banda izquierda, Annunziata suplía a Eneko que se quedaba fuera de la lista. Esto significaba que Pardo repetía de mediocentro defensivo y que Álvaro Cuello ocuparía el lateral derecho, cuajando ambos una buena actuación. Por su parte Calderé apostaría por jugar con dos pivotes en vez de optar por el trivote tal y como se había especulado durante la semana.

La primera ocasión del partido sería para los azules a los pocos minutos  del pitido inicial, un disparo de Erice era atajado sin mayores problemas por Aurreko. Aunque la primera oportunidad clara del partido, no llegaría hasta el minuto 26 cuando Susaeta ponía en apuros al guardameta burgalés que repelía a córner un fuerte disparo del vasco.

La reacción no se haría esperar, tan solo un minuto después un cabezazo de Pacheta no encontraba la meta defendida por Orlando, pero metía el susto en el cuerpo a los aficionados carbayones. Habría que esperar al minuto 37 para ver el único gol del encuentro. Una falta botada como mandan los cánones por Susaeta encontraba a Diego Cervero que anotaba su noveno gol de la temporada de la manera que mejor sabe, al primer toque. Con poco más por destacar, nos íbamos al descanso del encuentro.

En la segunda parte el Real Oviedo salió a finiquitar el partido. Lo habría conseguido si el testarazo de Annunziata hubiese ido unos metros más a la izquierda del meta rival para evitar el impacto en la cruceta. Pero el ímpetu azul duró poco, el equipo ovetense se desinflaba poco a poco mientras Moke, jugador más destacado de los burgaleses, y Cerrajería, aplaudido en su vuelta al Tartiere, se encargaban de dirigir el juego del Burgos.

Los minutos iban pasando y el resultado nunca parecía que fuese a correr peligro para los intereses de los de Granero, con un Javi Hernández imperial en tareas defensivas. El único recurso que le quedaba a los blanquinegros era colgar balones al área, sin ningún fruto y sin una presión asfixiante por parte del Burgos para intentar conseguir el empate se llegaría al final del encuentro.

La solidez le sirvió al Oviedo para empezar el año con victoria, tal y como se mencionó antes, hacerse fuertes en el Tartiere se antoja vital para los azules.