El Ourense volvía a O Couto tras el parón navideño para disputar en su feudo el primer encuentro de 2014. Lo hacía en el encuentro de ida de los octavos de final de la Copa Federación y ante un viejo conocido como el Marino de Luanco. Luisito no escatimó en reservas y alineó a varios titulares. Los laterales titulares, Pinillos y Josu, no fueron de la partida, al igual que el delantero centro Gustavo Souto, pero que a diferencia de los zagueros, acabaría disponiendo de minutos.

José Luis Quirós, por su parte, llegaba a O Couto con un once plagado de juventud, con pequeñas mezclas de veteranía y comandados por un Paramio que llevó el peso y el peligro de los asturianos a lo largo de todo el choque. En sus botas estarían las dos ocasiones más claras para perforar la meta de un Manu Táboas, que una noche más volvió a deleitar con una fantástica actuación.

Los rojillos salieron al terreno de juego un poco dormidos y el Marino dominó las primeras fases de encuentro. O Couto presentó tras mucho tiempo su peor cara. El césped convertido en un barrizal a causa de las lluvias de las últimas semanas, apenas dejó vislumbrar buen fútbol. Un terreno muy pesado, que complicaba la salida del balón y daba más pie a los errores en controles y pases, que a las florituras.

Jaime Noguerol llevó la batuta en los primeros minutos de partido. El verinense comenzó inquietando la meta de Dani Rivas con incursiones y disparos desde la frontal, pero el guardameta no tuvo problemas en detenerlos. Rubén Arce, hoy titular intentaba desbordar a Guaya, mientras que Borja Valle en la otra banda se convertía en el jugador más incisivo.

Paramio tuvo la primera ocasión clara del choque. Un lanzamiento de falta que se fue ligeramente desviado, pero asustó a los poco más de 400 espectadores rojillos presentes en O Couto. Javi Hernández tuvo la réplica tras un pase a la espalda de la defensa. El ariete salmantino no consiguió superar a Dani Rivas en el mano a mano y el cancerbero despejó el esférico a saque de esquina.

Un centro de Álex Fernández desde la banda, tras un rechace en un lanzamiento de córner, permitió a Daniel Portela cabecear el cuero al fondo de la red. Poco pudo hacer el guardameta de Luanco, que veía como el balón se colaba en la portería de forma inapelable. Los rojillos se adelantaban antes del descanso y hasta el mismo buscaron con insistencia la meta rival, pero sin obtener el premio.

Poco fútbol y muchas patadas

La segunda mitad se convirtió en una batalla campal por el esférico que terminaría con numerosos amonestados, alguno incluso pudo ver la segunda amarilla, pero el colegiado no quiso mojarse. Quirós dio entrada a Álvaro Muñiz para reforzar la medular y Luisito reforzó la delantera con Gustavo Souto en detrimento de Javi Hernández.

El Marino lo intentó a través de las jugadas de estrategia, pero Manu Táboas volvió a salvar los muebles. El cancerbero demostró, un día más, su gran nivel de forma. Paramio con una rosca en un lanzamiento de tiro libre obligó al cancerbero ourensanista a sacar una fabulosa mano. Los rojillos lo intentaron a la contra y Borja Valle pudo matar el choque tras un pase preciso de Arce. El berciano con todo a su favor envió el cuero por encima del larguero.

De ahí al final poco más que añadir. El colegiado obvió un claro penalti de Pablo Suárez sobre Valle y el partido se convirtió en un combate, en el que varios jugadores del Marino terminaron castigados con cartulina. La victoria por la mínima obligará al Ourense a pelear en Miramar. El estadio luanqueño dictará sentencia y decidirá que equipo accede a los cuartos de final de la Copa Federación.