Decía un viejo filósofo que los locos abren los caminos que más tarde recorren los sabios y la historia del equipo amarillo se resume en la pasión de unos Locos por Cádiz, Locos por el balón que han convertido Carranza en una especie de santuario. Escenario de dolor y placer, pues hay un cierto placer en la locura, que solo los Locos por Cádiz conocen. Dice un viejo adagio que los sueños son verdad mientras duran y aunque acudir a Carranza se convierta a veces en una pesadilla, nadie en aquellas gradas deja de soñar. Schopenhauer mantiene que el sueño es una demencia corta, y la demencia un sueño largo. Por tanto de este largo sueño algún día tocará despertar y tanto el equipo amarillo como su afición, abrirán los ojos como sabios recorriendo el camino que anteriormente habían recorrido como locos.

Los seguidores del Cádiz aman a su equipo de una manera inexplicable, de una forma inconfesable y contradictoria, repleta de cambios de humor y estados de ánimo provocados por un equipo con tanta historia como tragedia griega, pues desde que se marcharon los milagros, el destino se empecina en ‘castigar’ a una de las más peculiares y fieles aficiones del fútbol español. Una afición que no se cansa de que vuelva a fallar, que pese a las veces que se ha fallado, sigue firme a su lado sin reflexionar, perdonando inconscientemente una y otra vez, irresponsablemente, espontáneamente, involuntariamente, por instinto, por impulso, irracionalmente y maravillosamente, cantando con firmeza en el camino iniciático hacia el fútbol profesional ¡Yo te levantaré!

No pregunten la razón, es una Locura por Cádiz simplemente inexplicable…

Claudio Barragán: desde el primer momento lo tuvo muy claro, en segunda B para subir al cielo hay que bajarse al barro.

Aulestia, padece mal de altura, pero sus reflejos de Mangosta le convierten en el portero del ascenso.

Ricky Alonso, con un mano a mano muy destacable; el futuro está en sus manos, salvaguardas de ese rectángulo abismal tan grande para unos y pequeño para otros.

Andrés, lateral zurdo de largo recorrido, buena zancada y una buena pierna izquierda. Su presencia aporta serenidad a toda la defensa.

Tomás, lateral zurdo veloz de gran proyección que jamás se deja nada en el terreno de juego.

Josete, central zurdo con buena salida de pelota que suple su estatura media con la medida, rapidez e intuición de un sólido zaguero.

Servando, central muy completo, rápido, con mucha personalidad y gran sentido con la pelota en los pies. Fiabilidad y equilibrio llegado desde La Isla.

Arregi, central diestro contundente en franca progresión y de claro sello vasco.

Óscar Rubio, regularidad, veteranía y templanza para el carril diestro.

Mantecón, veteranía y calidad, un elemento que debe aparecer asociado a la competitividad del grupo.

Garrido, medio de contención con motor de explosión a cuatro tiempos made in País Vasco.

Kike López, polivalente e incansable interior diestro de aportaciones ofensivas y defensivas, garantiza velocidad, kilómetros recorridos y mucho trabajo.

Navarrete, medio de vocación mixta. Apodado 'La Joya' es una joven promesa chilena de aristas finas y otras por pulir.

Espinosa, El metrónomo del Cádiz. Medio de decisiones correctas, timón y vela del juego del equipo.

Fran Machado, enganche con mucha calidad que debe ser determinante en la zona ofensiva del equipo.

Migue García, su carrera y finta son memorias de wing, su fútbol un desafío sobre la raya de cal.

Juan Villar, con nombre de grandioso cantante gaditano el fútbol y la personalidad del jugador onubense de Aroche sintetiza la inevitable conexión entre los extremos de la vida. Jondura a derroche, bendita y maldita locura amarilla.

Airam, el Comandante del gol, si la defensa gana campeonatos, la delantera gana partidos y el ariete del Puerto de la Cruz es canchero y delantero centro de los que ganan encuentros.

‘Air’ Jona, clara referencia ofensiva del equipo, delantero que juega bien de espaldas, domina las alturas y es tan sencillo como letal en la definición. Todo un lujo para la Segunda B.