El Cádiz Club de Fútbol es un equipo que siempre ha sido reconocido por su admirable afición, siempre fiel a su cita con la ilusión cada verano, cada semana, cada jornada. Casi once mil almas acompañan en estos momentos al conjunto amarillo en su trágico y arduo paso por la Segunda División B, buscando de manera desesperada una escapatoria, la luz al final del túnel, la Liga Adelante. El fútbol profesional echa de menos a la Tacita de Plata, del mismo modo que esta sueña con revivir tardes mágicas en su estadio.

Bien es cierto que, por mucho que grite la hinchada desde la grada, por mucho que aliente, la pelota no se moverá, pero podría ser el nuevo y flamante estadio Ramón de Carranza la excepción que confirme la regla. Contando todos los partidos ligueros desde que se inició el año 2014, el coliseo gaditano no conoce lo que es la derrota. Solo Villarreal (en Copa del Rey), Atlético de Madrid (en la semifinal del Trofeo Ramón de Carranza) y Sevilla (en el encuentro por el tercer y cuarto puesto del Trofeo Ramón de Carranza), todos ellos equipos de la élite del fútbol español, han logrado salir victoriosos de Cádiz en este año que acaba.

Objetivo para 2014: equilibrio institucional

El 2013 fue un año bastante complicado para la parroquia cadista, esquivando el descenso a Tercera División en la penúltima jornada, sufriendo la entidad una subasta del paquete mayoritario de acciones, y terminando con una derrota más que dolorosa en Carranza a manos del Cacereño. Sin duda, el año no podía acabar de otra manera. Los extremeños vencieron por tres tantos a cuatro, en un encuentro para olvidar, para dejarlo de lado y pensar en las Navidades, colocando todas las esperanzas en el 2014, un año que vendría cargado de altibajos.

El equipo cadista, entrenado aun por Raúl Agné, arrancaba el 2014 venciendo al San Fernando por dos goles a uno en el Ramón de Carranza, gracias a un golazo de Perico desde fuera del área y otro tanto de Juan Villar aprovechando un despiste de la zaga rival. Iván Guerrero se encargaría de recortar distancias y llevar el miedo a la grada gaditana. La segunda vuelta comenzaba con una victoria por la mínima, aunque los resultados como visitante iban a lastrar al equipo al sufrimiento y agonía de no saber si se iba a alcanzar el objetivo o no. El año comenzó con un Cádiz cuarto clasificado, a siete del líder.

Las dos siguientes jornadas, jugadas fuera de casa, dejaron dos derrotas amarillas, haciendo saltar las alarmas en la parroquia cadista. Aun así, el Cádiz Club de Fútbol se mantuvo entre los cuatro primeros, viendo por el retrovisor cómo sus perseguidores le pisaba los talones. La dinámica no varió, dándose casi siempre victoria como local y derrota como visitante, solo un empate a cero ante el Arroyo en tierras extremeñas alivió la negativa racha. Todo cambiaría tras la dura derrota por tres goles a cero en el estadio de los Juegos del Mediterráneo ante el filial de la UD Almería B, que dejaba al Cádiz en la quinta plaza a cuatro puntos del Guadalajara, cuarto clasificado. Antonio Calderón sustituyó a Raúl Agné en el banquillo de la escuadra de la Tacita de Plata, con el objetivo de agarrar el timón y enderezar el rumbo a falta de ocho jornadas para la hora de la verdad.

La campaña finalizó con nada más y nada menos que nueve victorias en el Ramón de Carranza, y como visitante, cinco derrotas, tres empates y dos victorias, números que convirtieron al estadio cadista en todo un fortín de cara a la fase de ascenso a la Liga Adelante. En la primera ronda de dicha fase, con estos registros como anfitrión, el Cádiz debía enfrentarse a L’Hospitalet. El cuadro catalán, que en el encuentro de vuelta eliminó al equipo de Antonio Calderón por dos tantos a uno, rompió la racha amarilla al acabar el partido con empate a gafas, frenando por completo el potencial ofensivo del cuadro gaditano.

Fue el Club Atlético de Madrid el equipo encargado de cosechar la primera victoria visitante, por cero tantos a uno, en el Ramón de Carranza, en la primera semifinal de la LX edición del Trofeo Ramón de Carranza. El cuadro colchonero se alzó con el título posteriormente tras vencer a la Sampdoria en la Gran Final. En el encuentro de consolación, el Sevilla logró vencer al equipo cadista por cero a tres, dejando al Cádiz como último clasificado de su Trofeo.

Blindar Carranza, un plan perfecto para ascender

De nuevo, la competición liguera llegaba a la Ciudad de Cádiz de la mano del Real Betis Balompié “B”, finalizando el encuentro de esta primera jornada con victoria por dos tantos a cero para los amarillos. Seis victorias y tres empates ha sido el balance para los cadistas, que se han visto, una temporada más, lastrado por la ausencia de victorias desempeñando el papel de visitante.

Con la llegada de Claudio Barragán, sustituyendo a Antonio Calderón tras caer ante la Real Balompédica Linense en La Línea en la jornada catorce, los de amarillo lograron remontar el vuelo, encadenar tres victorias consecutivas y colocarse en segunda posición a solo dos puntos del UCAM Murcia, líder del grupo cuarto. La racha construida por el nuevo Cádiz se rompió en la última jornada del año, en Villanueva de la Serena por un gol a cero, aunque en liga, el estadio andaluz seguía intacto en liga.

Tras vencer al San Roque de Lepe en el municipio onubense, derrotar al Lealtad en el Ramón de Carranza, y remontar un duro encuentro ante la Real Balompédica Linense, el cuadro cadista, ya con Claudio Barragán en el banquillo, recibía al Villarreal en el que sería el partido de ida de la Copa del Rey. Con suma facilidad, Gerard Moreno y Nahuel adelantaron al equipo de la Comunidad de Valencia en el primer tiempo, aunque en la segunda parte, para sorpresa de todos, Aitor Arregi remataría un saque de esquina al fondo de la red, recortando distancias en el marcador. Desde entonces, los amarillos pondrían contra las cuerdas al equipo que vestía de rojo, encerrándolo en su propia área para evitar el empate.

Así las cosas, el año liguero para el Cádiz finaliza, sin contar la fase de ascenso a la Liga Adelante, con quince victorias y tres empates, cuarenta y seis tantos a favor y nueve en contra, números más que positivos para la división de bronce. Carranza tiene algo especial, y tanto los jugadores cadistas, como los rivales, lo saben.