Probablemente no haya indicios positivos para ver al Zamora CF en Segunda División B la temporada que viene. Los zamoranos han caminado con paso firme de despropósito en despropósito hasta situarse al borde del abismo. Desde que comenzara el fatídico enero de 2015, el equipo de Roberto Aguirre se ha ido hundiendo como el Titanic. Quizá su hundimiento haya sido menos rápido que el trasatlántico británico, el cual se hundió en menos de tres horas entre las 23:40 y las 02:20 de la madrugada del 14 al 15 de abril de 1912 pero la agonía del club es igual de dura que la de los tripulantes que viajaron en aquél barco en el océano atlántico. El buque zamorano lleva hundiéndose desde comienzos de año y probablemente sucumba en los mares de Tercera División en alguno de los escollos de los tres bloques de hielo en forma de equipos de fútbol que le quedan por superar antes de finalizar el campeonato.

El equipo rojiblanco, que acabó la primera vuelta del curso y el año 2014 en la parte media de la tabla con 26 puntos, observa como después de casi una vuelta entera de campeonato, han conseguido la ridícula cifra de 10 puntos de 45 posibles, números de descenso directo sino llega a ser por el colchón de puntos que obtuvieron en la primera mitad del campeonato y, porque algunos de sus rivales, lo han hecho igual de mal que los zamoranos.

Muchos icebergs han encontrado los zamoranos en esta travesía hacia el infierno. A primeros de año, los de Roberto Aguirre perdieron a su delantero centro por excelencia, Manu Gavilán, que privó al equipo de gol. Una carencia que le ha caracterizado durante toda la segunda vuelta. Además, los rojiblancos, que perdieron muchos puntos sin merecerlo, se adentraron en un bucle de inoperancia por parte de una plantilla y un entrenador sin ideas, con un toque de mala suerte y fallos puntuales que han llevado al club hasta esta situación. Una decimoctava posición con 36 puntos, a un punto de UP Langreo y a dos puntos de CD Lealtad y Atl. Astorga, equipos que ocupan actualmente la posición de promoción y salvación, respectivamente, a falta de tres partidos y nueve puntos en juego. Visto así, pudiera no sonar tan trágico, pues la igualdad de los equipos en la tabla, podría permitir la conversión de la situación de los zamoranos. Para lo cual, el Zamora CF tendría que ganar dos o los tres de sus partidos y esperar los resultados de los rivales.

Conversión tan difícil como utópica, no sólo por los complicados resultados que se tendrían que dar, sino porque el Zamora CF no da ni el menor de los síntomas de poder conseguir resultados positivos. Un equipo que ha conseguido 10 puntos en 15 partidos y su última racha de resultados son cuatro derrotas consecutivas no invita al optimismo. De la misma forma que tan poco invita al optimismo la destitución del capitán del barco, Roberto Aguirre, que en su último partido frente al Real Sporting de Gijón revolucionó el once del Zamora CF en un claro síntoma de desesperación, dejando en el banquillo a jugadores como Miguel, Áarón, y el propio Manu Gavilán, su hombre gol, buscando un giro de 360 grados que nunca llegó. Aguirre, ratificado jornadas atrás, ahora ve como es cesado del cargo cuando la capacidad de reacción es mínima ya que el campeonato se acaba a falta de tres jornadas. Un golpe de timón y una toma de decisiones, cuando menos, discutibles por parte de la junta directiva del club. No obstante, más vale tarde que nunca. El barco de Aguirre se hundió por el sumidero y la reacción era necesaria para intentar conseguir lo que ya se ha convertido en un llamamiento a la épica.

El Zamora CF volvió a escribir el mismo guión habitual en Gijón, jugando una primera mitad decente, donde tuvo contadas ocasiones que, una vez más, no materializó, para sucumbir en una segunda mitad paupérrima del conjunto zamorano, en la que no supo en ningún momento reaccionar a los los goles de Real Sporting B. Un conjunto que, sin hacer demasiado, se llevó el encuentro acertando de cara a portería en las pocas ocasiones que llegó al marco zamorano. No obstante, si el Titanic fué una tragedia en la que miles de personas perdieron la vida, algunos de sus tripulantes pudieron salvarse. En eso deben pensar jugadores, afición, y club: "Hasta el rabo, todo es toro".

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