Doce años después, el Real Oviedo vuelve al fútbol profesional gracias a la victoria en el Ramón de Carranza por 0-1 tras el tanto de David Fernández y que hacía valer el empate logrado siete días antes en el Carlos Tartiere tras lograr el empate en la parte final del encuentro tras un cabezazo de Diego Cervero. Y el oviedismo se echó a las calles tanto el domingo como el lunes por las calles de la capital del Principado de Asturias donde los recibieron como auténticos héroes. En las calles de Oviedo se respiraba alegría y los jugadores no defraudaron tanto en la Plaza del Ayuntamiento de Oviedo como después en la Plaza América.

La canción de moda en esta temporada dió para mucho y el club adoptó rápidamente una frase para casi toda la temporada y la fase de ascenso.

Hasta los más pequeños se dejaron el alma animando al conjunto carbayón antes de que comenzara la recepción en el ayuntamiento.

El alcalde en funciones de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo esperaba la llegada de los jugadores.

El primero en aparecer en el balcón del ayuntamiento fue Sergio Sánchez.

Los jugadores descorcharon el champagne mojando a todos los allí presentes.

Los jugadores querían inmortalizar el momento ya fuera con su teléfono móvil o con una GoPro.

En otra balcón, se encontraba Joaquín del Olmo junto a sus hijos dándole el protagonismo a los jugadores.

El máximo accionista, Arturo Elías, también celebraba descorchando otra botella a su llegada al ayuntamiento.

El protagonista de la tarde iba a ser uno de los capitanes, Diego Cervero y es que tras su tercer ascenso con el club carbayón, está acostumbrado a hacer de maestro de ceremonias.

Otro de los capitanes del equipo, Esteban, también tenía unas palabras para la afición.

Diego Cervero dejaba paso al autor del tanto del ascenso, David Fernández y de paso, aprovechaba para mojar al madrileño.

El presidente, Jorge Menéndez Vallina tuvo un afectuoso recuerdo a los 155 aficionados del Real Oviedo que viajaron con entrada y que el club gaditano no les dejaron entrar excusándose en que el aforo estaba completo cuando las imágenes que llegaban de dentro del campo de fútbol demostraban lo contrario.

También Arturo Elías tuvo unas palabras para la afición carbayona.

Diego Cervero y Miguel Linares no dudaron en levantar a Héctor Font mientras cantaban que el villarrealense fuera a la selección española.

Carmelo del Pozo seguía la celebración con rostro serio.

Los jugadores finalizaron la celebración del ayuntamiento cantando los himnos del Real Oviedo y del Principado de Asturias.

El grupo ovetense Ciudad Bambú amenizaba en la Plaza América la llegada de los jugadores en la que salieron al escenario junto al grupo cuando sonaban los acordes de Azul, canción que les daba a conocerse para el público asturiano y que servía de apoyo en la ampliación de capital de 2012.

Los jugadores volvían a descorchar champagne mojando a compañeros y aficionados allí congregados.

Como en el ayuntamiento, Diego Cervero se hacía con el micrófono y era el maestro de ceremonias e iba a presentar uno a uno a todos los jugadores, cuerpo técnico, trabajadores del club y directiva.

Se puede decir que tanto Cervero como los demás jugadores dieron el 100% en el escenario.

Miguel Linares no dudó en aupar a hombros a su compañero Héctor Font cuando le tocó hablar para la afición.

Uno de los que llegó en el mercado de invierno, Manu Redondo, deleitó al público allí congregado con un chiste.

Una de las sorpresas de la noche fue Borja Valle y es que el berciano deleitó a todos con una ranchera sorprendiendo a los allí presentes con una voz espectacular.

David Generelo se acordó e hizo acercarse a su posición al cuerpo médico del club y agradecer su apoyo cuando estuvo lesionado a mitad de temporada.

El entrenador del conjunto carbayón, Sergio Egea, tampoco se libraba de ser bañado en champagne.

Esteban que estuvo arropado por sus hijos, no escatimaba en reverencias para la afición oviedista mientras era coreado por el resto de compañeros.

El colofón de la fiesta la puso Diego Cervero que no dudó en narrar a su manera los dos tantos que le daban el ascenso al equipo azul.

Los dos buses se despedían de los aficionados camino del Carlos Tartiere donde se pararía la fiesta por una hora aproximadamente antes de irse a cenar con sus familias en una cena privada.