Cuando en la temporada 2012-2013 el Real Oviedo sucumbió en Ipurúa en los playoffs de ascenso, Diego Cervero Otero y David Fernández Cortázar ya formaban parte de la plantilla azul. Son los dos únicos supervivientes de ese equipo que han conseguido el reciente ascenso, también estaba Josep Señé, pero el catalán fichó en el mercado invernal por el Celta B. Era la primera temporada de David en la escuadra carbayona, mientras que para Cervero suponía una temporada más en el equipo de sus amores.

Como buen capitán, Cervero ejerció de perfecto anfitrión con los nuevos jugadores, su carácter abierto y alegre favorece la integración de cualquier jugador y en el caso del central madrileño no sería menos, de hecho, poco a poco se fue convirtiendo en el mejor amigo del delantero dentro de la plantilla.

Ambos son los que llevan más tiempo en la casa azul de manera ininterrumpida desde el descenso a los infiernos. Compañeros de habitación cuando había que concentrarse en hoteles, ambos también asistían juntos a la misma academia. Participantes de la dolorosa eliminación ante el Eibar tras superar al Albacete y de la profunda decepción de la temporada pasada, la historia les reservaba un hueco fundamental.

La temporada de Cervero no ha sido buena en cuanto minutos jugados se refiere, el ariete casi no ha contado para Sergio Egea, pero siempre que ha requerido de sus servicios, el "doctor gol" cumplía con creces. Acostumbrado a anotar grandes cantidades de goles, este año los guarismos del capitán han bajado, pero casi todos los tantos anotados fueron de gran importancia.

Foto: Real Oviedo

Por su parte, David Fernández, ha sido un indiscutible en las alineaciones del técnico argentino. Con la casi totalidad de los minutos de la temporada a sus espaldas, el defensor ha cuajado su mejor temporada como oviedista, poco acostumbrado a meter goles, la recompensa a su labor durante toda la liga regular llegaría en el momento más especial.

David Fernández en su primera temporada como jugador del Real Oviedo. (Foto: @vrp1983, VAVEL)

Cervero fue el que sentenció el primer puesto a favor del Real Oviedo en Santiago, su gol ponía el 1-1 en el marcador y los azules sumaban ante el Compostela el punto que les hacía falta para finiquitar el primer puesto. No sería su último gol de la temporada, cuando más lo necesitaba el equipo, Egea apostó por Cervero para revolucionar el encuentro ante el Cádiz en el Carlos Tartiere, con 0-1 para los amarillos, la eliminatoria parecía muy encaminada hasta que entró el delantero de las patillas. El simple hecho de ingresar en el terreno de juego otorgó un soplo de aire fresco tanto a sus compañeros como aficionados, su ímpetu dinamitó el encuentro ya que al poco de saltar al campo, conectaba un sensacional cabezazo para batir a Aulestia y dejar viva la eliminatoria. Su celebración es la mejor muestra de lo que significaba para él ese gol, antes de este tanto, Cervero ya formaba parte de la historia del conjunto de la capital del Principado de Asturias, con ese testarazo escribió un capítulo más.

Minuto 51, estadio Ramón de Carranza, con el resultado sin moverse respecto al pitido inicial sería el Cádiz el conjunto que ascendiese al fútbol de plata. Pero en ese momento todo cambia. Susaeta, consumado especialista a balón parado, bota un espléndido saque de esquina, el balón llega al segundo palo donde David Fernández se libra de Tomás para cabecear el gol al fondo de las mallas de la escuadra gaditana. El tercer tanto del central como jugador azul significaría el ascenso del equipo carbayón a Segunda División, tras varios minutos de sufrimiento, los asturianos lograron certificar su ascenso y volver a la división de plata 12 años después. David Fernández siempre estará en el recuerdo de los aficionados oviedistas.

Diego Cervero y David Fernández, compañeros, capitanes junto a Esteban, amigos y protagonistas principales del ascenso del Real Oviedo. Un ascenso que será especialmente recordado, tras más de una década por Segunda División B y Tercera División, el conjunto carbayón vuelve al fútbol profesional con más fuerza que nunca.