Partidos del tamaño de una segunda eliminatoria de promoción de ascenso a segunda división pocos se han vivido en Torrent. Las gradas se encontraban a rebosar a falta de más de 15 minutos para el encuentro. La gente de taquillas no había dado abasto a lo largo de la tarde vendiendo todas las entradas reservadas durante la semana y la máquina que certificaba la veracidad de los abonos no dejaba de sonar, señal inequívoca de que la gente no paraba de entrar en el estadio de San Gregorio. La excitación de la afición era palpable y fue transmitida a los jugadores de su equipo que salieron con una enorme intensidad.

Huracán salió mordiendo

El estadio vibraba y sus futbolistas correspondían aplicando una gran intensidad a su juego tanto en defensa con una primera línea de presión muy eficiente y activa, como en ataque donde intentaban acabar con rapidez las jugadas. Jugando de esta manera el invitado especial Don gol no podía faltar a su cita con la historia y acabó apareciendo. Dicho tanto fue el detonante de la locura y de una tormenta que provocó una espantada entre las gradas de los que buscaban un lugar donde cobijarse mientras el partido transcurría.

La diluvia paralizó virtualmente el partido

La intensidad dejó de estar en el campo y pasó a estar en las gotas que caían del cielo y que convertían el encuentro en un choque poco vistoso. Los jugadores parecían compadecerse de unos hinchas que se arrinconaban en las zonas techadas del estadio y parecían querer frenar el espectaculo para que los hombres y mujeres que allí habitaban no se perdieran absolutamente nada de lo que en ese césped iba a acontecer. Por ello, lo sucedido sobre el césped quedaba  en un segundo plano ante la poca visibilidad que ofrecía el temporal y ante la ausencia de ocasiones por parte de ambos equipos.

Afortunadamente la lluvia no fue a más y en cuanto los aficionados consiguieron recolocarse en el estadio, se pudo observar un partido donde Huracán llevaba la iniciativa sin conseguir el protagonismo con el balón, y el Guadalajara atacaba y finalizaba sus jugadas pero sin gran peligro. Paco cumplía años y a cambio parecía estar recibiendo un grato regalo de los jugadores del equipo morado que no le ponía en ningún aprieto con sus disparos. Dentro de esta tesitura futbolística el partido se marchaba al descanso.

Las tornas cambiaron en la segunda mitad

El gran estado del terreno de juego, a pesar de esos minutos de chaparrón, permitió al Guadalajara encerrar al equipo local en su campo y mover la pelota con la fluidez suficiente para comenzar a crear sus primeras ocasiones de la tarde. No obstante, el equipo rojiblanco se situó de manera magistral sobre el campo y transmitió a los allí presentes una sensación de control notable. Los guadalajareños las tenían pero, gracias a la buena colocación y concentración de los de Seligrat, estas no eran demasiado claras.

El dominio guadalajareño se acentuó con la expulsión de Pablo Vidal en el ecuador de la segunda parte. Esto dejó a los torrentinos con uno menos y les obligó a centrarse en defender y utilizar diferentes argucias para conseguir que los minutos pasasen sin que el balón estuviese en juego.

Estando Huracán Valencia con diez jugadores, llegaron los ocasiones más claras de los de morado que fueron frenadas por un siempre sobresaliente guardamente de Huracán, y una defensa atenta a los rechaces. En estos tramos del partido se vislumbró un Guadalajara ausente de magía y polvora arriba que probaba desde fuera del área con disparos a la derecha de Paco, a balón parado, por las bandas y por el centro, y no lograba absolutamente nada. Se vieron superados por alto en todo momento por Amarilla y Fali que sobresalían por su colocación y calidad en sus despejes con la cabeza. 

Los minutos pasaban y el Guadalajara estaba fuera. Por ello, como era de esperar, se volcaron drásticamente al ataque convirtiendo los últimos minutos del partido en algo agónicos. Tal grado de ofensividad provocó un grave despiste que les sentenció como futuro equipo de 2ºB la próxima temporada. Ya en el descuento del partido, un despeje de los anfitriones provocó un contraataque en el que el delantero se quedó solo ante el portero y aunque en primera instancia falló, su compañero Luismi, la empujó hacia dentro de las mallas tras el rechace. Huracán estaba prácticamente en la final, y un último y tímido empujón de los manchegos no consiguió evitarlo.

Fali, hombre del partido

Los adjetivos de elogio hacia Fali tras el partido son abundantes y de difícil recogida en una sola crónica. El de Huracán dominó con excelencia todas las áreas del juego de su equipo. Sacó balones que creaban problemas en su portería, tanto con los pies como con la cabeza, demostrando fuerza y habilidad con la testa. En el medio presionó, ordenó y robó. En la zona de 3/4 de cancha demostró calidad, técnica, imaginació y visión de juego. Su euforia al final del partido era comprensible. Su temporada ha sido de enmarcar y sus apariciones en los partidos importantes de la temporada están siendo cruciales y salvadoras.

Hermanamiento entre aficiones

Manchegos y valencianos entablaron una amistad futbolística envidiable y fueron diversos y continuos los cánticos de cariño dedicados desde ambas partes. Tanto en la previa donde, a pesar de los colores, compartieron mesa y mantel, como en drámatico postpartido donde los locales les dedicaron gritos de ánimo y los visitantes corearon el nombre de Huracán Valencia y posteriormente agradecieron con más canciones el trabajo de sus futbolistas que creyeron hasta el final en la posibilidad de pasar la eliminatoria y de continuar subiendo peldaños para alcanzar un sueño que colmaba su cabeza en estas últimas semanas.