Dicen que la premisa fundamental para ganar un partido es marcar y que no te marquen. De poco sirve dominar, generar peligro y crear ocasiones si a la hora de la verdad la pelota no entra. Ese es el breve resumen que podría hacerse de un Logroñés que hizo todo en Aranda menos lo más importante, meter gol. También es cierto que tuvo que enfrentarse a una escuadra rodada, que fue de menos a más, y a un Álex inspirado que desbarató en muchas ocasiones las intentonas del cuadro de Carlos Pouso.

Inicio tranquilo

El choque no comenzó con mucha tensión. Ambos conjuntos se limitaron a luchar por el esférico, cuya posesión fue mayoritaria para el Logroñés. El viento marcaba cada acción e incluso dificultaba los saques en largo de Álex desde su portería. La batalla táctica era clara; el cuadro visitante buscaba con balones largos las espaldas a la defensa ribereña, que sufría una y otra vez los acercamientos de la escuadra riojana. Los pupilos de Bermúdez tenían mucha dificultad para sacar el balón, debido a la presión rival y la imprecisión en los pases que no hacían augurar una buena tarde.

Y menos cuando llegaba en el minuto nueve la primera ocasión clara. Chevi probaba a Álex con un buen disparo que despejaba el meta vallisoletano. Era el primer aviso de un Logroñés que comenzaba a hacerse dueño del partido y que no tardaría en volver a avisar. Mientras, la Arandina aguantaba en defensa las acometidas riojanas, sin aportar un ápice a la parte ofensiva, donde Pau Franch y en muchas ocasiones Javilillo parecían ser una torre en medio del desierto. La pelea en la zona de medios se mantendría poco después, hasta que la escuadra riojana volviera a hacerse notar por medio de Titi en el minuto 31. El joven jugador buscaba hacer gol a través de un disparo colocado desde la frontal que volvía a atajar Álex.

El portero ribereño bien fue uno de los jugadores más destacados, pues estaba salvando a su equipo de recibir el primero de la tarde. Algo que volvería a repetir siete minutos después, tras un remate de cabeza de Muneta que despejaría de nuevo a saque de esquina. La Arandina por su parte no generó ningún peligro en los primeros 45 minutos y daba síntomas de no ser la misma de otros días. Por suerte para sus intereses quedaba una segunda parte completa para cambiar el rumbo del encuentro.

Más igualdad

Y el choque se niveló poco a poco. Los locales se desmelenaron con el viento a favor y comenzaron a hacer frente a un Logroñés que seguía dominando pero que ya no llegaba con tanta asiduidad al área burgalesa. Pajarero con un remate de cabeza en el minuto 47 iniciaría el repertorio blanquiazul, al que respondería solo dos minutos después el goleador Pere Milla, con un remate que salió ligeramente desviado.

Con una mayor confianza, el cuadro de Bermúdez intentó probar suerte a través de jugadas a balón parado y aprovechó para sacar del once a Javilillo e introducir sobre el verde a otro delantero: Fran Adeva. Pouso hizo lo propio metiendo al terreno de juego a Jordan -recientemente fichado por el Real Madrid- que dio mucho más juego en la zona de tres cuartos. Los minutos pasaban y Mauri, muy activo durante los 90 minutos, avisaba con un disparo potente que acababa en el lateral de la red. Los riojanos no quisieron ser menos y dispusieron de dos ocasiones muy peligrosas en los minutos 71 y 80 que volvieron a ser interceptadas por un sublime cancerbero ribereño.

Con la llegada del final del partido ambos conjuntos decidieron arriesgar, y quien finalmente más cerca estuvo de conseguir los tres puntos a última hora fueron los locales, gracias a un disparo lejano y colocado de Mauri en el último minuto que hizo intervenir a Miguel para evitar un castigo mayor. El cuadro riojano abandonó el feudo arandino con la sensación de haberse dejado dos puntos ante uno de los equipos que más fuertes parecen estarse haciendo en casa. Ambos intentarán en sus próximos compromisos hacer bueno el empate en una tarde de domingo con mucho viento y poco gol.