17:30 de la tarde, el partido comenzaba y el protagonismo era para el luminoso. En lugar de mostrar un cero a cada costado y los escasos segundos de partido, iluminaba uno a dos y minuto noventa. Parecía presagiar un horrible tarde para la hinchada rojiblanca, pero el resultado final se alejo enormemente para felicidad del local. En la primera mitad el balón alternaba de dueño. En ocasiones se dejaba llevar por el rock and roll de Huracán y en otras se adormecía en las botas de los amarillos que imponían un ritmo lento y soporífero donde nadie brillaba especialmente y el público se acomodaba en su asiento al no sufrir ningún tipo de sobresalto. En los valencianos destacaba la magia que contenía la banda izquierda, Jandro, Aridai y Granell formaban un triangulo en ella y ponían algo de jugo al bizcocho. Por ese costado llegaba el peligro de Huracán con disparos potentes del canario y centros al punto de penalti de su compañero Adrià Granell. 

Aún así, la posesión la tenía en mayor parte el conjunto visitante. En el centro del campo mandaban y  a la fieras rivales amaestraban, consiguiendo el control del partido en numerosos tramos. No obstante, poco hicieron temblar al veterano Paco que poco tuvo que entrar en juego. Con cabeza agachada por no poder aplastar a un equipo en descenso, los jugadores de Raúl Garrido se marchaban al túnel de vestuario tras escuchar el pitido del árbitro que marcaba el final de la primera parte.

En la segunda mitad, la actitud de Huracán fue diferente. Salieron al césped en grupo y con un trote amenazante. Pretendían dejar de ser burlados por su presa, y pisaban el caucho con la fiereza de un león con mucha hambre y ambición. La intensidad que impusieron fue alta y se hicieron con el monopolio del balón. Jugaban en casa y querían mandar. Necesitaban demostrar a los catalanes que estaban en territorio enemigo y que les tocaba sufrir si querían lograr algún punto. Ganaban cada esférico dividido, cada choque y cada balón que iba por alto.

Con el cuero llevaban a cabo rápidas combinaciones y carreras por las bandas de Granell y de Aridai, que ya se situaba por la derecha. Dentro de esta tesitura salía al campo Tariq, que pronto se acopló y luchó como una verdadera bestia con los centrales y atendió constantemente a las necesidades de los extremos. Aún así, parecía que el débil Olot podía llegar a salir ileso. Pero aunque fuese tarde, el gol rojiblanco llegó a marcarse. Fue en el minuto 70 y vino de la zurda de Adrià Granell y culminó un gran partido. Ya con la presa tambaleándose, Tariq dio un golpe que parecía letal. Controló con el pecho en la frontal del área pequeña, se encontraba ante el portero y sin piedad pensó en fusilarlo. Tal fue la concentración que puso en imprimirle fuerza, que se olvidó de ponerle precisión y la estampó contra el pecho de Wilfred. Pero el fútbol, al contrario que la vida, siempre te da una segunda oportunidad. En este caso la segunda oportunidad le llegó a la milésima de segundo cayendo el rechace en sus botas y encontrándose todavía sin defensor presionándole. Entonces, en ese momento, consciente de que no podía volver a fallar, razonó y con un recorte que dejaba vencido al guardameta, envió el balón a las mallas.

Tras esa acción y el saque de centro de los visitantes, Huracán se sintió saciado y concedió un respiro a sus rivales. Éstos lo aprovecharon y respondieron al abuso que habían sufrido con un gol de Marcel en el minuto 85 que creó algo de incertidumbre, pero que provocó el despertar de la bestia que cinco minutos después la remató sin piedad mediante Aridai.

El resultado fue bien distinto al último presenciado en casa hace tan solo dos semanas. Los oportunistas o superlativos optimistas comenzaran a hablar del "efecto Raúl Garrido". Demasiado pronto para hacerlo, pero bien es cierto que ese equipo con raza y carácter que él quiere ver, ha hecho acto de presencia y ha firmado la mayor goleada de la temporada. Y el público al final del encuentro se lo agradeció.

Era también el último partido de Toni Hernández. El que ha sido presidente del club durante las cuatro últimas temporadas, deja su puesto a Carlos Sanchís que viene de la mano del nuevo grupo de inversores. El expresidente declaró en su comunicado de despedida que habían sido los mejores cuatro años de su vida y que a pesar de dejar de dirigir el club, seguirá apoyándolo y animándolo como un abonado más. Cabizbajo y minutos después del partido, se acercó al saque de esquina y dio las gracias al grupo de animación 'Ráfaga Huracán' que todavía se encontraba en la grada dedicándole cánticos de agradecimiento.

Toni Hernández es un hombre siempre cercano a su afición. Se había dirigido en multitud de ocasiones a esa grada para trasmitir enfados y alegrías o para arengar de manera eufórica a las masas que allí habitaban. Pero esa ocasión era diferente. Tenía las manos en los bolsillos de su chaqueta y su voz se entrecortaba por la emoción. Las tímidas lágrimas que mojaban sus ojos no se atrevía a bañar sus mofletes y su discuso era de despedida. Esta vez era la última que se dirigiría a esa grada como presidente del club.