Con renovadas ilusiones acogían el nuevo año futbolístico los aficionados gernikarras y sestaoarras que ayer confraternizaron en la animada grada de Urbieta, y que al término de los noventa minutos parecieron contentarse con el punto obtenido como un mal menor que confirma que la vida sigue igual para sus respectivos clubes en 2016. El empate prolonga ya a 10 partidos la racha de los locales sin conocer la victoria, aunque les coloca con 23 puntos en proyección de virtual permanencia al término de la primera vuelta. Dos puntos por encima, el River no consiguió arrancar el año de su centenario con una victoria, pagando los problemas de cara a la portería contraria de los que viene adoleciendo a lo largo de esta temporada, si bien consigue llegar al ecuador de la competición en posición desahogada y con síntomas de más estabilidad en su juego.

Año nuevo con novedades

Muchas novedades en los respectivas alineaciones que tanto Jabi Luaces por parte del equipo anfitrión como Pinedo y González en el visitante eligieron para el primer compromiso del año. Carracedo en el centro de la zaga, Otiñano en la medular y Gorka Larruzea en la mediapunta recuperaban un puesto en el once inicial, donde llamaba sobremanera la atención la suplencia del delantero centro Etxabe a favor del combativo Luáriz.

Tres eran por su parte las novedades en la formación verdinegra, si bien dos de ellas venían motivadas por las lesiones de Igor Arnáez y Eneko Rubio. Nacho Neira volvía a formar pareja de centrales con Cabero, para permitir el desplazamiento de Tarantino al puesto de lateral izquierdo. Otro no habitual como Rodri, era el elegido para emular con Cristian el doble pivote del Zamora de la pasada campaña. Finalmente la apuesta por Silas en detrimento de Jorge en el lado derecho de la mediapunta era la última sorpresa que deparaba la foto previa al comienzo de las hostilidades en Urbieta.

Luaces, técnico local, fue expulsado al acabar el encuentro.

Como si de un combate de boxeo se tratase, el guión del partido no distó mucho al que se preveía por sus números esta temporada, entre un púgil lanzado al intercambio de golpes como el Gernika, frente a otro más acostumbrado a saber encajarlos como el River. Los de Luaces siguen supliendo en el césped su modestia con tesón y pundonor en cada una de sus acciones, además de un uso y hasta abuso del juego directo como recurso ofensivo. Los de la Margen Izquierda a su vez supieron hacerse fuertes atrás para dejar otro partido más su portería a cero,  con mención destacada a su pareja de centrales  en su labor de ‘antiaéreos’, y con un doble pivote bajo la batuta de Rodri que intentaba elaborar más el juego en la zona ancha que su rival, encomendado al sacrificio defensivo de Otiñano y el portentoso despliegue físico del capitán Torrealdai. Sin embargo la falta de profundidad  al hacer llegar el balón a sus extremos, y la previsibilidad de su juego ofensivo, terminaría por condenar a los sestaoarras a no soñar con un premio mayor que el empate, ante las embestidas finales de un anfitrión que terminó el partido embotellando a su rival en su propio área a base de balones largos y jugadas de estrategia.

El plan 'B' no funciona

Si el planteamiento inicial de Gernika y Sestao coincidía de partida en la búsqueda constante de sus delanteros centro, Luariz y Jito respectivamente, la falta de resultados movió a ambos banquillos a buscar en el segundo período, de forma casi simultánea, un plan B que tampoco resultó fructífero para sus intereses.  Los de la villa foral pasaron a jugar con dos puntas intentando buscar la espalda y ganar por velocidad a los rocosos Cabero y Neira, mientras que el tándem de técnicos de los de Las Llanas sacrificaba a Jito para adelantar al pichichi Abaroa y buscar una genialidad del recién entrado Jorge Hernández.

Así las cosas no es de extrañar que, a pesar de la emoción por la incertidumbre en el marcador, fueran pocos los sobresaltos que ambos guardametas se llevaron durante los noventa minutos, además de un buen número de disparos lejanos pero desviados por parte de los atacantes locales, y de una acción polémica en la que los visitantes reclamaron penalti por un derribo sobre Abaroa.

En concreto cabe reseñar dos buenas intervenciones por parte del cancerbero local Altamira, en la primera mitad en un mano a mano resuelto con apuros frente a Rodri, y en la segunda resolviendo milagrosamente un remate de Cabero tras un barullo en el área, a las que dio réplica su homólogo en la portería del River, Raúl Domínguez, que en las postrimerías del partido salvaba de la derrota a los suyos abortando un remate de Aimar Cid con claro marchamo de gol.