Las Llanas acogió una jornada de genuino fútbol de bronce, un derbi vasco de viejo sabor norteño, donde el barro no fue óbice para presenciar un partido repleto de ocasiones, penaltis pitados y no pitados, expulsiones, e incertidumbre en el marcador hasta la última jugada del último minuto del descuento. Imágenes que evocaban recuerdos de otro fútbol en los más nostálgicos, y en el que el gol sobre la bocina de Riki repetía a la inversa el guión del partido de la primera vuelta. Si en Zubieta habían sido los guipuzcoanos los que evitaron in extremis la victoria visitante, en esta ocasión les tocó a los de la Margen Izquierda hacer de ejecutores,  en un desenlace que recordó en la grada lo sucedido dos temporadas atrás con los mismos protagonistas sobre el césped.

Césped, por denominar de alguna forma lo que de él quedaba tras las persistentes lluvias y el partido disputado 24 horas antes por el San Pedro. Un escenario donde el balón se frenaba a ras de suelo, las botas se encallaban en el barro, y el hecho de mantener el equilibro evitando el resbalón era a veces una proeza. Todo ello hizo aún más meritorio el esfuerzo y las intenciones por jugar de dos equipos que saltaban al choque con el objetivo de aprovechar el tropiezo matutino del Toledo. Los donostiarras, con el pichichi Bautista y Eneko Capilla como nombres propios destacados tras su convocatoria con el primer equipo txuri urdin; los verdinegros, ante las bajas del sancionado Canario y los renqueantes Riki y Jorge Hernández, con una novedosa línea de vanguardia formada por SIlas, Abaroa y Leandro, que regresaba al once tras varios meses de lesión.

El Sestao falla en ambas áreas

El terreno de juego, un contratiempo para ambos equipos (FOTO: Luisal)
El terreno de juego, un contratiempo para ambos equipos (FOTO: Luisal)

Con Silas como delantero centro de emergencia y Rodri sorprendentemente escorado al costado derecho de la mediapunta, los pupilos de González y Pinedo no parecieron acusar los cambios y se adaptaron mejor a las circunstancias. Suyas fueron la mayor parte de las ocasiones, aunque, curiosamente, sería su rival el que aprovecharía la única que tuvo en esos primeros 45 minutos para adelantarse en el marcador, Corría el minuto 20 y un error del central Kurbus en un despeje dejaba el balón muerto a los pies del joven Jauregi, que cruzaba ante un impotente Raúl Domínguez.

Jarro de agua fría sobre la intempestiva tarde vizcaína que no afectó al ánimo de los locales, que acumularon varios acercamientos peligrosos sobre la meta de Sisniega. Entre ellas un disparo desviado de Leandro desde la frontal o un cabezazo de Silas a centro de Gago que el saharui, libre de marca, mandaba alto.

Pero sin duda la más clara oportunidad para los locales llegaba cuando, pasada la media hora de juego, el colegiado canario castigaba con la pena máxima la última de las cuatro acciones que los locales reclamaron como penaltis en este primer tiempo. Un lanzamiento interceptado por la mano de un defensor realista, un balón anticipado por Silas que provocaba el impacto del defensor sobre el atacante, así como otro posterior derribo a Eneko Rubio, precedieron a la jugada donde el mismo centrocampista barakaldés caía dentro del área.

Parecía la ocasión ideal para el equipo menos goleador del grupo de igualar la contienda. Pero si hace dos semanas era Jorge Hernández, ahora era Mikel Abaroa el que asumía la responsabilidad en un punto de penalti bañado en el ‘chocolate’ de Las Llanas. Lanzamiento sin carrerilla y al travesaño para desesperación de una grada que añoraba al ausente y especialista en esta suerte, Jito Silvestre.

Los fantasmas de la primera vuelta, donde el equipo verdinegro veía penalizada su sequía goleadora se cernían sobre Las Llanas, más aún cuando el River pareció perder la brújula tras su paso por vestuarios, Los primeros diez minutos de la reanudación fueron los más cómodos para los visitantes, que incluso disfrutaron de su segunda oportunidad de todo el partido en las botas de Muguruza, que tras deshacerse de Arnáez obligaba a Raúl Domínguez a intervenir despejando a córner.

Sin embargo la segunda amarilla vista por Kevin Rodrigues devolvió la iniciativa del juego a los sestaoarras, espoleados, con media hora por delante, por la inferioridad numérica del rival y por los sucesivos cambios ordenados desde el banquillo. Imanol Alguacil reaccionaba sacrificando a su goleador Jauregi por el lateral Odriozola ante el presumible acoso de un River volcado al ataque; González y Pinedo dando entrada a Jorge Hernández y Riki.

Los disparos de Abaroa y de Cristian, ambos por partida doble, o eran repelidos por la defensa, o se marchaban desviados, o se encontraban con las manos de un Sisniega, que con una gran parada evitaba el estreno goleador del todoterreno zamorano. Ya con Jorge Hernández de revulsivo, la llegada del gol del Sestao parecía inminente, pero los delanteros verdinegros demostraban tener la pólvora mojada como de costumbre. Una gran jugada personal del ‘Duende’ terminaba con un disparo escorado desde dentro del área que salía fuera; y en otra acción personal, su pase de la muerte era estrellado a bocajarro por Abaroa sobre el cuerpo de un Sisniega que ejercía de ‘muñeco’.

Jorge Hernández conduce un ataque (FOTO: Luisal)
Jorge Hernández conduce un ataque (FOTO: Luisal)

El 'Zamora' hace de 'nueve'

También Riki, el otro atacante de refresco reservado por una gripe para los minutos finales, iba a cobrar su cuota de protagonismo con un punterazo que salía lamiendo el poste, y otro remate desbaratado por la zaga visitante. Los barullos se sucedían en el área guipuzocana, y hasta con el portero realista superado, la providencial aparición de otro defensor realista impedía lo que se antojaba una ‘misión imposible’ para el River.

Con el filial pidiendo la hora, a punto de saborear un triunfo que les permitía superar en la clasificación a su adversario, no podía faltar el momento para la épica, con el meta Raúl Domínguez subiendo a rematar una falta en el descuento. No acertó la ‘Pantera Rosa’ en esa acción pero sí en el subsiguiente saque de esquina, ya con el tiempo casi cumplido, conectando un balón destinado a gol.

Nuevamente un defensa realista evitaba lo que habría sido un esperpéntico desenlace, aunque la pelota suelta iba a ser cazada por Riki para conseguir de tiro ajustado al palo su primer gol de la temporada y un empate agónico para los suyos. El punto rescatado, que podía saber a muy poco a tenor de las ocasiones marradas, terminó siendo valorado por el respetable, que ovacionó a los suyos por el derroche y entrega demostrados sobre el maltrecho terreno de juego. Los sestaoarras siguen sextos, a tres puntos de los playoffs, y afrontarán un exigente desplazamiento a Irún la próxima jornada. La Real Sociedad B por su parte, mantiene su séptima posición, a tres puntos de los verdinegros, con la vista puesta en escalar posiciones ante otro rival directo que le antecede en la tabla como es el Arenas de Getxo.