Emotivo partido el que tuvo lugar en Las Llanas para cerrar la antepenúltima jornada del grupo. La importancia de los puntos para los distintos objetivos de ambos contendientes se mezcló con la incertidumbre de un marcador que, a pesar de las oportunidades, parecía destinado a no moverse con el paso de los minutos. Pocos contaban con un final de película, con un penalti en los minutos de prolongación, en el que un ‘clásico’ en estas lides como Jito Silvestre decidía convertirse en verdugo involuntario de otro ‘clásico’, David Vidal, sentado éste en el banquillo del Guadalajara con la misión de salvar al equipo alcarreño del descenso a Tercera.

Saltaban ambos onces al césped conocedores de los resultados conseguidos por sus respectivos rivales a lo largo de la jornada: el Sestao obligado a ganar para mantener el colchón de puntos sobre el Arenas en su afán de amarrar la participación en Copa; el Guadalajara espoleado por las derrotas de todos los implicados en la lucha por la permanencia a excepción del Talavera. Desde los primeros compases, y como fue tónica durante la mayor parte del encuentro, se comprobó a qué equipo sólo le valían los tres puntos y quien, sin escatimar la posibilidad de victoria, daba por positivo el empate en el marcador.

La presión verdinegra comenzaba pronto a dar sus frutos en forma de llegadas al área del Dépor, donde sus zagueros se desenvolvían con solvencia para desbaratar el peligro. Hasta cuatro jugadas con marchamo de gol eran frustradas por Jaime, Moyano o Rangel, providenciales al corte. No menos decisiva fue la aportación del cancerbero Kevin, de los mejores de su equipo en Las Llanas, a remates de Canario y Jorge Hernández, que fue quien estuvo más cerca de inaugurar el marcador antes del descanso además de ser protagonista de la primera jugada polémica dentro del área visitante.

David Vidal y Jon González (FOTO: UGS Visión).
David Vidal y Jon González (FOTO: UGS Visión).

Frente a las embestidas vizcaínas el ataque del ‘Guada’ se mostraba romo, y la apuesta de David Vidal por colocar al nigeriano Adibe junto al talentoso Miguélez se mostraba incapaz de poner en excesivos apuros a la novedosa pareja de centrales formada por los jóvenes Kurbus y  Gaizka Martínez, que hicieron olvidar las sensibles bajas de los veteranos Cabero y Tarantino, y que obligaron a los morados a volcar sus esfuerzos ofensivos desde los extremos. Un remate en el primer palo del defensor Rangel a un servicio de Manzano desde la izquierda resultó ser la acción más peligrosa sobre los dominios de Barandiaran, que debutaba en la portería de Las Llanas.

Tras el paso por vestuarios el ritmo pareció atemperarse, quizá favorecido por el doble cambio ordenado por David Vidal a los diez minutos de la reanudación. y por la perdida de fuelle en los locales. Canario y Kurbus sembraban de nuevo peligro en el área visitante y el tándem González/Pinedo reaccionaba con un cambio de piezas similar en el ecuador de la segunda parte. Precisamente uno de los recién entrados, Leandro, iba a ser protagonista del segundo derribo en el área reclamado como penalti por los locales.

El partido entraba en su tramo decisivo, y mientras el River se volcaba en ataque buscando revertir la mala suerte ante la portería contraria del partido ante el Fuenlabrada, el Dépor confiaba en sorprender a la contra apelando a la velocidad de sus hombres de refresco, como Borja  y Dani Ponce, que trenzaron la jugada para el remate tan claro como defectuoso de su compañero Marqués.

Fatal desenlace

Perdonaron los visitantes, que entre otras muchas cosas adolecieron de un killer capaz de aparecer en los momentos decisivos sin arrugarse. Un delantero goleador como Jito Silvestre, a quien apenas le bastó aparecer el último cuarto de hora para liderar el juego ofensivo de los suyos y tomar la máxima responsabilidad, cuando, cumplidos ya los noventa minutos, Jorge Hernández aprovechaba un pase de Leandro para plantarse ante Kevin y obligar al cancerbero a derribarle dentro del área para impedir el gol de los sestaoarras.

Una jugada tan clara como dramática que conllevaba la expulsión del guardameta visitante, suplido por el defensa Moyano al haber agotado Vidal el tercer cambio pocos minutos antes.  Un especialista en los 11 metros frente a un advenedizo bajo palos hacían presagiar el fatal desenlace, dibujando una escena plena de patetismo para los futbolistas morados: unos tirados boca abajo sin querer verlo, otros boca arriba con las manos en la cara para contener sus lágrimas, o simplemente en cuclillas como quien espera resignado a ser ajusticiado por su verdugo.

Jito no falló y certificó el único y definitivo gol del partido que servía para asentar al Sestao en la sexta plaza, más cerca de disputar la Copa del Rey, y a tiro de tres puntos aún de la plaza de playoffs que a día de hoy detenta el Real Unión. Objetivos ambos en los que puede ser paradójicamente ayudado por su víctima esta jornada, un Guadalajara que sigue en puestos de playout pero que necesita ganar al Arenas el próximo sábado, y al menos puntuar en el Salto del Caballo ante el Toledo para no ver aún más cerca el fantasma del descenso.