Dicen los estudiosos del karma que aquellas fuerzas que se pusieron hace diez minutos o diez vidas, volverán sobre aquellos que las ejercieron, en modo de energía positiva o negativa. Cuentan que las doce leyes del karma de las religiones dhármicas, como el hinduismo o budismo, pueden dotar de sentido a muchas de las situaciones irracionales que el ser humano nunca llega a comprender.

En Alicante, Hércules y Cádiz han escenificado a la perfección muchos de los grandes principios kármicos, pues esta historia de fútbol comienza hace ya muchos años atrás, concretamente un fatídico 15 de junio de 2008, cuando un futbolista llamado Abraham Paz (otrora héroe) tuvo la fatal desgracia de ser el protagonista de un mal sueño, una tragedia griega. Aquel día Paz falló un penalti que envió al Cádiz al pozo de la Segunda B, en la misma portería en la que ocho años después, un 26 de junio de 2016, Dani Güiza se disfrazó de Oli para hacer el arquero y convertir el gol con el que el equipo amarillo ha logrado el ascenso, paradójicamente en una de las temporadas más irregulares en la Liga regular en Segunda B. Una temporada que ha culminado de una forma brillante, completando un playoff a un nivel espectacular en cuanto a solidez defensiva y eficacia goleadora, encajando tan solo un gol, anotando seis y haciendo historia al convertirse en el primer cuarto clasificado de la historia de este sistema de competición en conseguir el objetivo del ascenso.

Las doce leyes kármicas

La primera o Gran Ley del Karma es la de la causa-efecto, que viene a decir que todo aquello que se entrega al Universo (del fútbol), es como un boomerang que luego devuelve lo entregado. En este caso es de sobra conocido que la afición del Cádiz lleva sembrando energía positiva durante años, y por fin llegó la ocasión propicia para poder recoger todo lo bueno sembrado. Al respecto, destacar la gran enseñanza que habrá aprendido el técnico del Hércules, Vicente Mir, que a diferencia del discurso humilde y el trabajo certero de Álvaro Cervera, eligió el camino equivocado y acabó recogiendo las tempestades de los vientos sembrados. La segunda ley del Karma es la ley de la creación, que habla de los ciclos naturales, y el equipo amarillo llevaba demasiado tiempo aguardando su cambio positivo de ciclo. La tercera ley del karma es la de la humildad, habla de la aceptación de las situaciones, y el Cádiz que estuvo a punto de quedarse fuera de la cuarta plaza, supo aceptar a tiempo sus virtudes y defectos. Por muy dolorosa que fuera la destitución del entrenador (Claudio), Vizcaíno rectificó a tiempo y eligió bien al técnico capaz de hacer ver a la plantilla sus limitaciones, pero también sus grandes virtudes, implantando un modelo de juego acorde con el nivel del equipo y con el tipo de eliminatoria que se iba a afrontar. La cuarta ley, es la del crecimiento, que habla del cambio interior, una vez identificadas las aptitudes personales entrar en acción con una actitud positiva para acometer los retos, los objetivos. La quinta es la ley de la responsabilidad, que obviamente expresa las responsabilidades que ha de asumir cada individuo, algo que el equipo supo hacer en un momento crucial.

La sexta ley es la de la conexión, que dicta que cada paso lleva al siguiente, en el caso del conjunto de Álvaro Cervera, un despeje de Aridane, un grito de ánimo de Servando, dieron paso a los goles de Álvaro García y Salvi en Ferrol. Estos conectaron con el gol de David Sánchez de penal al Racing, las paradas de Cifuentes, la labor oscura de un jugador defenestrado por la grada durante toda la temporada como Mantecón, y el golazo de Alvarito en El Sardinero. Todo ello conectó con otra de esas irracionalidades inexplicables del fútbol, que hizo posible que un  jugador con la calidad de Carlos Calvo, que prácticamente había pasado desapercibido en el Cádiz, ejecutara en el minuto 87 un libre directo con tal calidad como no se había visto en Carranza desde los tiempos de Mágico. Y la conexión kármica se acabó por completar con Dani Güiza, con ese gol con el que demostró que su Eurocopa era el Cádiz. Ese mismo Dani que con su fichaje creó un cisma en la masa del colectivo cadista por su reconocida condición de anticadista en tiempos ya lejanos. La séptima ley es la del enfoque, y su enseñanza consiste en que no se puede pensar en dos objetivos al mismo tiempo, en esencia es lo que el Cholo Simeone siempre defendió, el partido a partido, peldaño a peldaño. La octava ley es la de dar y la hospitalidad, en este punto tienen un peso altamente específico los jugadores, prácticamente nadie creía en ellos tras el pésimo último tramo de la temporada, pero ellos creyeron en su verdad, dieron su verdad y se ganaron el respeto de la gente en el playoff. La novena ley, es la del aquí ahora, la de no vivir anclado en el pasado, comenzar de nuevo y disfrutar el momento, simplemente sobran las palabras. La décima ley es aquella que demuestra que la historia se repite, que la única forma de cambiar el camino, es aprender las lecciones para emprender nuevas sendas y alcanzar los objetivos. Respecto a esto, el Cádiz no es la primera vez que se encuentra en esta situación, y por fin parece haber aprendido la lección. La undécima ley es la de la paciencia y la recompensa, en ella la afición del Cádiz ha jugado un papel esencial, pues ha tenido paciencia en los momentos más complicados, apoyando al equipo en cuanto ha recibido el más mínimo rayo de luz, recibiendo finalmente su recompensa. Por último, la duodécima ley del karma es la que trata sobre la ley de la importancia y la inspiración, es aquella referente a la energía e intención que se pone en cada acción. Poseer la sapiencia necesaria como para reconocer que cada contribución personal es una contribución a la totalidad. Y el ascenso del Cádiz no es otra cosa que la suma de las contribuciones personales, desde el primer aficionado al último empleado del club, pasando por presidente, directivos, utileros, preparadores y jugadores, que pusieron todo el corazón en cada acción. Representada en la unión, la comunión de todos los estamentos, club, medios de comunicación y afición.

La consumación del ‘Cadiexit’

Doce leyes kármicas para un ascenso, para la consumación del ‘Cadiexit’, su salida del pozo de la Segunda División B. El regreso al fútbol profesional de un equipo con solera, pero muy especialmente de una afición con un sentimiento ciertamente irracional. La bendita locura amarilla de un equipo que por estadísticas históricas nunca fue grande, tampoco mediano, una locura que objetivamente no se basa en fundamentos deportivos, sino en una irracionalidad rayana en la obsesión que prende a ancianos, jóvenes y niños. Pura utopía, pura ilógica cadista que hace que, como a Don Quijote, permita recobrar la cordura en el lecho de muerte. Quizás por la citada irracionalidad Cádiz y el Cádiz son tan especiales, posiblemente por ello, lanzar un órdago tan grande como decir que el equipo amarillo no saldría vivo de una determinada situación, haya constituido la gota que ha desbordado el vaso del karma. Pues en esta ocasión, tras lo acontecido en 2008 en Alicante, lo padecido en anteriores eliminatorias de ascenso ante Castilla, Oviedo, Lugo y Bilbao Athletic, el Cádiz se ha reconciliado con su propio karma. Un equipo que sin descuidar el futuro debe disfrutar el presente, y como en Alicante, demostrar que está más vivo que nunca. 

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Sobre el autor
Mariano Jesús Camacho
Diez años escribiendo para medios digitales. Documentalista de la desaparecida web Fútbol Factory. Colaboré en la web deportiva italiana Sportvintage. Autor en El Enganche durante casi cuatro años y en el Blog Cartas Esféricas Vavel. Actualmente me puedes leer en el Blog Mariano Jesús Camacho, VAVEL y Olympo Deportivo. Escritor y autor de la novela gráfica ZORN. Escritor y autor del libro Sonetos del Fútbol, el libro Sonetos de Pasión y el libro Paseando por Gades. Simplemente un trovador, un contador de historias y recuerdos que permanecen vivos en el paradójico olvido de la memoria.