El derbi celebrado en Reus en 2013 marcó un antes y un después para los miles de nastiqueros. Tras un descenso dramático, con una imagen pésima durante toda la temporada, el Nàstic volvía a la categoría de bronce del fútbol español nueve años después. En junio de 2012 finalizaba la época más gloriosa del club tarraconense, con siete temporadas en Segunda División y un paso fugaz por la máxima categoría española.

Los duros comienzos

Tocaba cambiar las cosas. Un nuevo planteamiento para una nueva categoría, pensando en volver al fútbol profesional desde el primer partido de la temporada. Pero las cosas no empezaron bien, y tras ocho jornadas Kiko Ramírez fue cesado. La temporada del regreso había empezado de la peor manera posible. Una sola victoria en ocho encuentros y coqueteando con las posiciones de descenso era el legado que dejaba el técnico tarraconense.

La afición estaba desencantada con su equipo. Por las calles ya no se veían camisetas del Nàstic, la afluencia a los encuentros con dificultad superaba los 2000 espectadores y la esperanza de volver al fútbol profesional iba disminuyendo a pasos forzados. La directiva quiso poner solución a un Nàstic que navegaba a la deriva de la Segunda División B.

El elegido fue Javier Salamero, técnico que protagonizó el milagro de la salvación del Girona el año anterior, consiguiendo 31 de los últimos 42 puntos. Sin embargo, el estilo de Salamero tardó cinco partidos en calar en los jugadores tarraconenses hasta la victoria en el primer derbi desde 2003, celebrado en el Nou Estadi.

El milagro

El Nàstic cambió su imagen, mejoró su juego y, sobre todo, empezó a conseguir resultados. Pero la mala primera vuelta y el inicio irregular de la segunda hizo que la entidad grana se quedara a 18 puntos a falta de 12 partidos después de la derrota frente a L'Hospitalet. Todo parecía terminado.

Tras perder en casa contra el club ribereño nadie pensaba que la entidad grana pudiera llegar a la zona de playoffs por el ascenso. Nadie excepto Salamero y sus jugadores. Una racha de ocho victorias consecutivas llevaron al Nàstic a colocarse en sexta posición, solamente dos puntos por debajo del cuarto clasificado. El milagro fue posible, y los playoffs estaban a tiro.

Vuelta al Municipal

Con el objetivo tan cerca llegó el partido deseado por todos: la vuelta al Municipal de Reus diez años después. Y el Nàstic no estuvo solo, alrededor de 1400 nastiqueros se citaron en la capital del Baix Camp para animar a su equipo y conseguir la sexta victoria consecutiva y, ya de paso, fastidiar al eterno rival, que estaba coqueteando con las posiciones bajas de la tabla.

Casi 1400 personas acompañaon al Nàstic en Reus. | Foto: circdeTarragona.com.

Un encuentro que no fue nada fácil. El Nàstic se adelantó en los primeros minutos de juego con un gol de Jesús Perera. Sin embargo, el gol sintió mejor al Reus que reaccionó y dispuso de varias ocasiones, incluido un balón al poste de Marqués. Los visitantes, que prácticamente jugaban de local ante la gran marea grana, marcaron el segundo gracias a un Javi Martínez imparable.

El Reus buscó el gol antes del descanso y lo pudo tener Sergio León si Rubén Pérez no hubiera enviado el balón a la esquina. Nerviosismo de los rojinegros ante la moral grana, que veía como se acercaban a los puestos privilegiados de la tabla. Al final, 0-2 para los de Tarragona.

Sin combustible

Pero la victoria en Reus fue la última de la temporada de los tarraconenses como visitantes. Un Nàstic que ganó las dos semanas siguientes en su feudo a Prat y Sant Andreu. Pero la racha terminó con los cuatribarrados. El siguiente desplazamiento, en el Municipal de Llagostera, los grana vivieron una de las peores tardes, quizás la peor, desde que el descenso fue matemático. La derrota en Llagostera fue un duro golpe del que el Nàstic ya no se recuperó.

Pero más dura fue la derrota frente al Constància la semana siguiente. Un rival asequible, en puestos de descenso que le pasó la mano por la cara a un Nàstic totalmente perdido los noventa minutos de juego y que decía adiós al ascenso de la manera más cruel posible. Tocaba pensar en la siguiente temporada puesto que esa temporada prácticamente había finalizado. La única buena noticia fue la clasificación para la Copa del Rey.