La única ocasión clara, se fue al fondo de nuestras mallas. Ese es el resumen del partido que hizo Menéndez. Los cántabros acabaron pidiendo dos penaltis de los que el colegiado sí amnistió a los visitantes. Toca levantarse, a pesar de que los de Alejandro Menéndez no merecieron perder.

El Racing salió enchufado. La presión surtía efecto ante un Girona con cariño al balón. El pelotazo está prácticamente desterrado del juego catalán. Aún así, el equipo cántabro fue mejor en esos primeros minutos, y llegó a poner en aprietos a Dani Mallo tras un disparo de Ferreiro que se marchó rozando el larguero.

La intensidad permaneció unos minutos sobre el césped, pero el peligro, prácticamente, desapareció. Apenas los coletazos de Koné en un área y los de Acuña y Hens en la otra animaban un poco el partido, con los porteros inéditos.

El resto de la primera mitad fue discreta. Sosa. El Racing no estuvo mal, pero sin alardes. Y el Girona, tranquilo. A la espera.

Ya en la segunda parte, el equipo catalán llevaba el mando, hasta que llegó el arreón cántabro. Hasta cuatro ocasiones tuvieron los locales para haber matado el partido. Primero fue Koné quien, tras un jugadón de Tiago Pinto, no acertó a batir a Dani Mallo. El portugués se marchó de todos sus rivales y el pase interior, rematado por el costamarfileño, lo sacó el meta con una mano abajo perfecta. Ahí llegaron una serie de córners muy peligrosos. Yuste tuvo el gol en su cabeza en dos ocasiones. En la primera, el racinguista remató a la derecha de la meta de Mallo, aunque un defensa tocó antes para desviar aún más a saque de esquina. En el segundo intento, el cartagenero conectó un nuevo cabezazo que Felipe Sanchón sacó en la línea de gol.

Pasados los apuros, el Girona no perdonó. El recién incorporado Eloi desbordó a la defensa cántabra, su disparo lo rechazó Mario y la pelota le cayó en la cabeza a Felipe Sanchón, que solo tuvo que empujar. Al Racing le tocaba remar a contracorriente.

Mal arbitraje

Pocos minutos después del mazazo, Koné recibió un balón de Andreu, hizo un control orientado y batió a Dani Mallo. El colegiado, que terminó convirtiéndose en protagonista, anuló el tanto por fuera de juego. Cuando menos, muy ajustado.

A partir de ahí, el Girona se dedicó a perder tiempo y a romper el juego del Racing, que con más ansiedad que acierto, trató de buscar el empate. De forma inutil. Inutil porque los acercamientos no se concretaron en remates y, en las jugadas polémicas, el colegiado siempre apuntó hacia la meta de Mario. Quini y Kaludjerovic pidieron dos penaltis, el primero más claro que el segundo, que se saldaron con tarjetas amarillas para los delanteros racinguistas. El Racing perdonó al Girona, pero al Racing no le perdonó nadie.

Toca levantarse y seguir con esta línea que debe salvar al equipo. La mala noticia es la vuelta a los puestos de descenso y la visita el próximo domingo al poderoso Villarreal.

VAVEL Logo