Ayer Murcia vivió un ritual que hacía tiempo estaba olvidado. El domingo de fútbol regresaba a nuestra ciudad y se engalanaba como antaño, con sus mejores vestimentas, tiñendo todo y a todos de grana. No era para menos, el Real Murcia hacía frente al partido más importante de la temporada. Partido que de ganarse le concedería una holgada ventaja, permitiéndole enfrentar este tramo final de liga asegurándose un trono que lleva perteneciéndole ya 29 jornadas. Su rival, el UCAM, tuvo que enfrentarse a una realidad que dentro de las murallas de La Condomina no se ve con tanta claridad: la afición de su ciudad no viste sus colores, ni porta sus banderas, no canta sus canticos ni llena estadios para verlos. El UCAM vio el domingo como el Segura no se molestaba en ser imparcial y se teñía de grana.

El lastre de la efectivadad

Bajo esta coyuntura, en una Nueva Condomina con un aspecto que algún que otro equipo de primera querría para sí, arrancaba un encuentro que no terminó de merecer lo que hasta ese momento había recibido. El inicio del partido estuvo igualado, los pimentoneros tocaban con gusto, ante un UCAM que sin mostrar demasiadas pretensiones ofensivas, trató de asentar su estilo de juego de posesión pausada, sin correr riesgos y asegurando cada jugada. Mediante una posesión estéril, sin ninguna profundidad en su juego, el UCAM intentó percutir sobre todo por el costado derecho. Allí mezclaban Nono Delgado y Aguilar con la incorporación de Checa, pero no llegaron a agrietar en ningún momento la zaga grana.

Era el momento que a la eficacia grana se le sumaran las calidades individualesEl empate no era una opción para los granas, que comenzaron a combinar más por arriba, y a profundizar por una banda izquierda que fue suya durante los últimos 20 minutos de la primera parte. Era el momento de los nombres, y de que a ese plus de eficacia que el Real Murcia estaba teniendo se viera incrementado con las calidades individuales. Chavero, como único mediocentro creativo, completó un partido excepcional, ayudando atrás, cayendo a banda para generar juego e incluso pisando área para acabar la jugada. Carlos Álvarez estuvo muy móvil, yendo al costado para crear superioridad y producir a partir de ahí. La superioridad por banda del Real Murcia le permitió sitiar el área visitante durante el último tramo de la primera mitad, como así demostraría Chavero con un cabezazo franco que se marchó fuera por poco.

laverdad.es
laverdad.es

Los pimentoneros asediaban la portería universitaria, en gran medida a partir de los centros de Sergio García, con los que trataba de percutir en el área rival. Una gran jugada individual de Carlos Álvarez estuvo a punto de conceder al Real Murcia lo que estaba mereciendo, pero una intervención divina de Ribas hizo el milagro, y sus dedos apenas alcanzaron a tocar el remate del delantero grana, para hacer que éste se fuera por la línea de fondo. El final de la primera parte concluiría sin un gol para el Real Murcia, y con ella los mejores minutos de juego de los de Aira.

El acierto gana a la eficacia

La segunda parte arrancó fría, en todos los sentidos. El sol dejó paso a una ligera brisa invernal, la cual pareció contagiar al partido en un primer término, y al conjunto grana en un segundo. Tras un primer periodo de juego lleno de luz y ocasiones varias, los granas arrancaron erráticos la segunda. Menos precisos en las entregas, poco intensos en el robo y sobre todo sin esa profundidad en los costados de la que tan buen rédito estaban sacando. Por su parte el UCAM permaneció en el plan primario: ritmo pausado, control y poco riesgo.

Los minutos fueron cayendo y el partido siguió por los mismos derroteros. El juego del Real Murcia ya no tenía el brillo de la primera y el balón directo, con Azkorra en el campo tras sustituir a Moreno, pasó a ser en insuficiente plan principal. Por su parte, el UCAM elevaba sus porcentajes de dominio, pero eso sí, sin terminar de inquietar a un Murcia muy seguro atrás. Traspasado el 70 se daba por bueno el empate: pocas ocasiones, posesión alterna y sin excesiva mordiente en ataque. Sin embargo, el partido tenía guardado un revés final.

laverdad.es
laverdad.es

En el minuto 77, un centro de Góngora desde la izquierda fue rematado por Pallarés en la pequeña, que puso el primer y único tanto del encuentro. En una de sus tres llegadas sobre la meta de Fernando, el UCAM se adelantaba en el marcador. La consternación invadió entonces las gradas de una Nueva Condomina que ya no disfrutaría de más fútbol. En los 13 minutos posteriores, más los seis de alargue (que acabaron por quedarse cortos), el choque entraría en una fase de continuos parones y pérdidas de tiempo por parte del cuadro visitante y solo Isi, con un remate a bocajarro detenido por Ribas, tendría una opción clara de marcar.

La pelota no entró y el choque terminó para decepción de la parroquia local. En una de las tardes más especiales del Real Murcia, capaz de congregar en su feudo a más gente incluso que en aquel infausto playoff de ascenso a Primera, el UCAM venció. Y lo hizo sin desplegar excesivos argumentos, con menos ocasiones que los granas, pero haciendo bueno aquello que siempre recalca el míster grana: la dichosa efectividad en las áreas. Con esta derrota, los universitarios se ponen a un punto de un Real Murcia que, pese a la derrota, seguirá una semana más de líder. 

Marina García @Murcia_VAVEL
Marina García @Murcia_VAVEL
VAVEL Logo
Sobre el autor