Es la venganza, la 'vendetta', un término complicado. Más si cabe cuando hablamos de deporte. Entiéndase 'vendetta' en su definición más inofensiva, más literaria -que no literal-. La venganza abstracta de algo ocurrido en el pasado. Ni una mala patada se espera que de el Racing en El Toralín, ni un solo incidente se espera por parte de su afición. Una venganza figurada tras dos duros varapalos racinguistas, ambos 'antagonizados' por la Ponferradina.

La puntilla le ha dado, hasta en dos ocasiones, el equipo berciano. La estocada definitiva para bajar al pozo de la Segunda División B. Una pesadilla que el Racing no supo superar. Y eso que en la primera ocasión se puso 0-2 en Ponferrada, pero los locales remontaron y 'mandaron' al infierno al Racing. Y eso que dominaron en el último enfrentamiento ante los bercianos, pero apareció Alberto Aguilar, como el coco para volver a 'mandar' al abismo a los cántabros.

Los enfrentamientos, que datan de 2013 y 2015, tienen un rasgo común: en ambos casos el Racing bajó de forma figurada, que no real. Certificó un descenso que fue imposible de evitar en una última jornada en la que, a pesar de ganar en las dos ocasiones, fue dramática para los cántabros.

2013, remontada infernal

En aquel apretado final de la temporada 2012/2013, el Racing peleaba por mantenerse en Segunda División. Se trataba de una era anterior: el club todavía no había bajado a Segunda B, seguían Harry, Pernía y demás delincuentes en el palco y, de entrenador, un tal Alejandro Menéndez, del que pocos se acuerden en Santander. Era extraño y casi heróico que el conjunto cántabro llegara a las dos últimas jornadas dependiendo de sí mismo para salvarse. 

Y es que el cuadro verdiblanco había sufrido una auténtica montaña rusa de emociones: desde la llegada y tempranera marcha -sin iniciarse la temporada- de Juan Carlos Unzué, pasando por el infierno de Fabri y dos épocas sosas, sin sensaciones, con José Aurelio Gay y el mencionado Menéndez en el banquillo. Sea como fuere, el Racing dependía de sí mismo para permanecer en Segunda División. Marchaba 19º, pero aquel año, el Guadalajara iba a descender administrativamente por lo que el cuarto por abajo se mantenía.

Como decimos, si el Racing ganaba los dos partidos que le restaban a la temporada, estaba salvado. Su pelea directa era ante Huesca y Murcia, que tenían un punto menos. Solo uno iba a salvarse. Y no fue el Racing. No lo fue porque apareció el coco, apareció la Ponfe para mandar al conjunto verdiblanco al infierno. El conjunto berciano, todo hay que decirlo, se estaba jugando una plaza en la promoción de ascenso a Primera. ¡Menuda motivación!

Drama tras la derrota en El Toralín (2012/2013) | Fuente: El Diario Montañés Archivo.
Drama tras la derrota en El Toralín (2012/2013) | Fuente: El Diario Montañés Archivo.

Hizo lo más difícil el conjunto de Alex Menéndez, se adelantó en el marcador con goles de Marcos Gullón y Jairo. El milagro parecía hecho en el descanso, con 0-2 en el marcador, y dominio verdiblanco sobre el verde leonés. Iban pasando los minutos y, pese a que los locales apretaban, el marcador no se movía. En el 73', Máyor recortaba distancias y, cuando la afición racinguista celebraba el triunfo y una permanencia prácticamente atada -el Racing se mediría en la última jornada a un Hércules que no se jugaba nada-, llegó Yuri para, a tres minutos del final, mandar al hoyo al Racing. Drama berciano.

De nada sirvió aquella extraña goleada al Hércules -tres golazos tras una primera parte plagada de ocasiones alicantinas-. Ganó el Murcia su segundo compromiso consecutivo, ganó cuando tuvo que hacerlo, no como el Racing, y se quedó en Segunda. El Racing bajaba a Segunda B por segunda vez en su vida. No hubo mal que por bien no venga y, al año siguiente, el conjunto cántabro logró liberarse del yugo de los corruptos. Revivió y tuvo la oportunidad de volver a medirse con la Ponferradina en la categoría de plata. 

2015, el destino repite

Dos años después, la arbitrariedad y el destino del sorteo hicieron que cántabros y leoneses se volvieran a enfrentar en la penúltima jornada liguera. Y, curiosamente, con ambos equipos en similares circustancias: la Ponfe se jugaba estar en los playoffs y el Racing dependía de sí mismo para mantenerse en Segunda. Eso sí, los bercianos veían como una quimera colocarse sextos -lo tenían complicado ciertamente-.

Esta vez fue en El Sardinero, ante un estadio lleno, con la afición animando a muerte a su equipo. 17000 gargantas dejándose la voz por su Racing. No querían regresar al pozo una vez parecía que el equipo iba viendo la luz al final del largo tunel. El partido lo dominó el conjunto local, al menos en el apartado de ocasiones de gol. En un partido tosco, trabado y con muchos nervios por parte de los verdiblancos, el Racing se chocó una y otra vez con el muro berciano. Las fallaron de todos los colores. Tanto fue el cántaro a la puente que acabó, como suele decirse, rompiéndose.

Minuto 67, Alberto Aguilar hizo de Yuri y amargó la fiesta. El Racing no se rindió y, pese al 0-1, siguió buscando un punto que les hubiera dado la salvación, mirándolo después. No pudo anotar el conjunto cántabro en ninguna de las numerosas aproximaciones que tuvo al área de Dinu Moldovan. Una Ponferradina sin prácticamente aspiraciones había vuelto a mandar al pozo al Racing.

Y es que, aunque quedaba una jornada por disputarse, los verdiblancos ya no dependían de sí mismos. De nada sirvió el triunfo ante el Albacete tras la extraña y polémica remontada de Osasuna ante un Sabadell ya deshauciado. Dolió y mucho aquel descenso en Santander. No se esperaba la oposición de una Ponferradina sin apenas opciones de jugar playoffs de ascenso. Y tampoco se esperaba la forma cruel que tuvo Osasuna de decidir su destino: en el tiempo de descuento y en circustancias 'sospechosas'. Sea como fuere, el Racing volvió a acabar en Segunda B.

Igualdad en la estadística

Una victoria racinguista, dos empates y una victoria berciana

Hablando del balance global, igualdad máxima en el histórico de enfrentamientos. Cuatro veces se han enfrentado cántabros y leoneses, las cuatro en Segunda A. La primera, en Santander (temporada 2012/2013), la ganó el Racing (2-1), con goles de Koné y Gullón. La segunda, citada en el reportaje, empate (2-2) en El Toralín con tantos racinguistas obra de Gullón, de nuevo, y Jairo Samperio. Ya en la temporada 2014/2015, el Racing consiguió empatar (1-1) en Ponferrada, con goles de Andy y Mariano. En la vuelta, el dramático 0-1 con tanto de Alberto Aguilar.