A la tercera tampoco fue la vencida. El Girona volvió a perder la oportunidad de probar la máxima categoría del fútbol español. Y ya es la tercera vez en las últimas cuatro temporadas. Cierto es que muchos equipos querrían cambiar su situación por la del conjunto gerundense, pero los de Montilivi buscan ansiosamente su ascenso a Primera División y por una u otra razón no lo consiguen finalmente.

Este pasado fin de semana, los de Machín tenían la oportunidad de ascender ante un histórico como lo es Osasuna. El 2-1 que dejó el partido de ida no era un buen resultado, pero tampoco era malo, por aquello de haber marcado fuera de casa. Así pues, un 1-0 era suficiente para que el Girona subiera a Primera. O incluso el mismo 2-1 al final de la prórroga, porque la Liga de Fútbol Profesional ha decidido premiar a los equipos en función de su mejor clasificación (el Girona acabó cuarto y Osasuna, quinto).

Nada de esto sucedió. El 0-1 de Kenan Kodro sentó como un jarro de agua fría en Montilivi. Un campo que estaba lleno (9.108 espectadores) y que intentaba llevar en volandas a su equipo hasta la categoría de oro. Los aficionados locales estaban animados con la primera mitad de su equipo, e incluso con el arreón final, ya a la desesperada y con el 0-1 en contra. Sin embargo, quienes se fueron más que contentos fueron los cerca de 600 aficionados que animaron constantemente al conjunto de Enrique Martín. De hecho, incluso cedió una valla en la grada visitante cuando celebraron el gol del hijo del mítico Meho Kodro.

Cedieron también las esperanzas en la ciudad catalana y la frustración y las lágrimas volvieron a apoderarse de aquellos que habían soñado con un posible ascenso a Primera División. Aun no habiendo subido, el Girona de Pablo Machín y de Quique Cárcel como director deportivo ya saben cuál es el camino a seguir para volver a ilusionarse. Es solo cuestión de tiempo.

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