Se terminó la aventura. Si México ya dio un aviso, la selección sudamericana concretó las peores sensaciones de la selección española. Sumida en un cúmulo de imprecisiones en la zona de tres cuartos de campo, desaprovechó todas las posibilidades que fue sumando a lo largo del partido. La Sub-20 nunca se sintió cómoda y en muy pocas ocasiones encontró el timing necesario para aprovechar su evidente superioridad técnica. Una oportunidad que se escapa para un grupo de jugadores de gran calidad.

El primer tiempo de España fue de mucho más control de balón que frente a los aztecas. Sin transmitir una grandísima superioridad, fue bastante más que Uruguay. Sin una referencia entre los centrales charrúas, la Sub-20 sí contó aparentemente con buenos apoyos en el centro del campo y con las ansias de protagonismo de un Deulofeu que realmente quería, pero que en el primer acto dejó su mejor destello en un lanzamiento directo de córner que De Amores mando in extremis al larguero. Sin la frescura que ha demostrado a lo largo de buena parte de la temporada de Segunda División, el catalán sí fue un recurso importante del equipo en los primeros minutos.

Lo mejor de Oliver no fue suficente

Si el empuje era cosa de otros, la pausa la ponía, sobre todo, Oliver Torres. El medio extremeño inició el partido con sus clásicos y precisos pases en corto, lo mejor lo dejaría para unos minutos después. Mientras, Uruguay esperaba su oportunidad. El peligro claramente venía de las intervenciones de Laxalt, López y De Arrascaeta, tras pérdidas españolas. Sin embargo, la primera ocasión clara la tuvo Pais, con un remate de cabeza desviado en el doce. Dos minutos después, De Arrascaeta intentaba la misma suerte sin premio. España dominaba el esférico, pero Uruguay llegaba más en esos compases.

Uruguay esperaba su oportunidad. El peligro lo ponían Laxalt, López y De Arrascaeta

Una tónica que se inclinó del lado español tras el magnífico córner lanzado por Deulofeu. Otra pérdida de los de Lopetegui, con posterior lanzamiento desviado del interesante zurdo Laxalt, dio paso a los mejores momentos de la selección en el acto inicial. Y de lo mejor, fue Oliver Torres el que se destacó con una jugada genial a los 26 minutos, con un buen puñado de engaches con los que hábilmente progresó hasta el área deshaciéndose de rivales. Allí cedió a un Deulofeu que incomprensiblemente, con mucho tiempo, y Jesé muy cerca, completamente solo, definió precipitadamente. Con tan solo un poco de luz en esa zona del campo, España podría haber definido el partido en los noventa minutos.

España tuvo también dos buenas llegadas que por falta de pausa Derik y Manquillo no aprovecharon, tras sus buenas rupturas en diagonal. Esa ineficacia comenzaba a ser una tónica. Uruguay seguía a los suyo. Sin alardes, mantenía esas dos líneas de cuatro en retaguardia, que ni en las contras se desordenaba. Y en la segunda mitad la dinámica no cambió tanto, si acaso España se perdió algo más en su falta de claridad en los últimos metros y en ese punto de generosidad necesaria para encontrar otras vías de entrada. La derrota, para un equipo de tanto talento puede ser frustrante, pero es de esperar que devenga en experiencia.

Derik y Manquillo no aprovecharon dos buenas rupturas en diagonal. Esa ineficacia comenzaba a ser una tónica

La insistencia española en la jugada individual fue combustible para un equipo sudamericano que se vio sometido en muchos minutos del encuentro. La carencia de solidaridad en el pase de los Lopetegui, sobre todo en los hombre más adelantados, fue un perjuicio del que dos de sus referentes directos (la selección Sub-21 y la absoluta) no adolecen. De ella hacen virtud sus mayores, desgastando al rival y agilizando la posesión para encontrar espacios con claridad.

Astros de color celeste

Igualmente, la Sub-20 no iba a tener su día; los astros se conjuraron en favor de los charrúas que recibían con esperanza la escasa clarividencia de sus rivales cuando alcanzaban su área. Campaña estuvo a punto de marcar de zurda en una ocasión que podría haber resuelto con más pragmatismo. España seguía buscando la vía más difícil. Deulofeu se fue apagando y Jesé ralentizaba las acciones cada vez que recibía. Lopetegui tomó cartas en el asunto y dio entrada a Alcácer en el 68. El del Valencia intentó aportar en sus primeras intervenciones. Pero el de Turquía no ha sido su torneo.

Cuando más sufría Uruguay, alejada de la posesión, el delantero pudo haber definido de otra forma, con De Amores saliendo de forma alocada. Sin la pausa necesaria, Alcácer remato al cuerpo de sus rivales cuando Uruguay podría definitivamente haber besado la lona. No fue así. Un cabezazo posterior muy desviado del jugador del Valencia, con ventaja frente a su defensor, confirmó el desatino. Después llegó la ingenua tarjeta amarilla a Saúl, posterior a un golpe en el rostro a De Arrascaeta, cuando ya había recuperado el balón. El del Atlético se enredaba innecesariamente y se perdía una supuesta semifinal, que tampoco disputará ninguno de sus compañeros.

Cuando más sufría Uruguay, Alcácer pudo haber definido

Después del desafortunado golpe en la nariz de Sotres en su propio poste, y en una jugada a la que la inocencia española otorgó peligro, se entró de lleno en el tramo del partido que acabó con las aspiraciones de la Sub-20, y qué ofreció la peor versión del equipo. El cántabro fue sustituido, agotando todos los cambios. Mientras, Juan Verzeri, discreto en su zona de banquillos, entendió que era el momento de un hombre que apenas había contado con protagonismo en el campeonato. El técnico uruguayo recurrió a Avenatti, un delantero gigantón de 1'96.

España había tenido mucha más posesión, pero parecía más agotada que su rival. Es posible que lo psicológico hiciese mella, por esa escasa efectividad en las innumerables llegadas al área contraria. Uruguay, como en otras ocasiones, volvió a conceder la duda de la superioridad técnica de su rival, no el resultado. La Sub-20 regaló un córner de forma infantil, cuando parecía haber recuperado el balón. Allí fue De Arrascaeta, que la puso no demasiado alta al primer palo. La indolencia española y la fuerza de Avenatti hizo lo demás. La celeste se adelantaba cuando faltaban dos minutos para el fin de la primera parte de la prórroga. El intentó de Bernat de frenar a un hombre de casi 30 centímetros más fue una metáfora más del encuentro.

España no gestionó la prórroga

Los pupilos de Lopetegui se lanzaron con más corazón que cabeza hacia la portería contraria, y solo así se puede explicar el error de Puerto, totalmente solo ante un De Amores batido. El sevillano erró en su intentó de cabezazo en una posición inmejorable. La selección encerró a su rival en los últimos minutos, pero a destiempo y alejada de la pausa que tampoco había tenido en casi todo el partido, y con un Oliver agotado. Uruguay pudo sentenciar en el 113, pero entre Rolán y demás, no supieron concretar una llegada clarísima, con los jugadores españoles retrocediendo de manera muy desordenada.

Las últimas intentonas de la Sub-20 fueron de nuevo en vano, con algunos balones colgados hacia un Puerto que se había colocado ya como nueve. Fue el preludio del fin de una aventura para un grupo que se consagró con el título europeo del año pasado y que se despide de una competición a sabiendas de tener el talento suficiente como para haberla ganado. Falló en la gestión del mismo, un rasgo de madurez que sí mostró su rival y a la postre semifinalista. Los charrúa aprovecharon mejor sus virtudes, que en cuanto al balón era muchas menos que las de los españoles, pero mantuvieron una serenidad y calma claves en una competición de supervivientes.