El éxito suele tener muchos padres, pero el fracaso sufre la crueldad de la orfandad, pues el papel, plataforma física de las voces, las miradas y las ideas, autopista de palabras para las musas de la victoria, se muestra cruelmente inerte y desértico, cuando la señora derrota se cruza en el camino de aquel que proyecta en el limbo su ausente mirada.

Resulta sumamente sencillo escribir viento a favor, entonces las palabras salen solas, la hipérbole se adueña del elogio y convierte en metáfora hiperbólica la narración de la victoria. La derrota lleva implícita la soledad, la debilidad de la memoria y la mirada crítica. El éxito como el fracaso nunca fue eterno, ambos forman parte de una rueda que gira de forma implacable por la esfera del reloj. Por aquella maravillosa y elegante faz, el pequeño universo de doce números que Breguet convirtió en arte exquisito, cuyas manecillas y agujas permanecen inmóviles mientras la esfera gira constantemente haciendo volar al tiempo.

Es el rostro del tiempo, su catálogo de miradas, a los que un día les tocó perder, otro les tocará ganar y así viene sucediendo de forma invariable desde el inicio de los tiempos. En busca de las miradas perdidas que vagan por el mundo, miradas tristes, miradas vacías, miradas que expresan un sufrimiento y dolor difícilmente explicable con palabras, encontramos hoy miradas críticas que cuestionan la santidad de Iker, la prematura jubilación profesional de Xavi, la depresora impotencia de Iniesta y Silva, la deconstrucción de una defensa central tan sólida como la formada por Ramos y Piqué, la desaparición de Xabi y Busquets, la mirada ausente del míster, la mirada perdida de España…

El pintor Edward Hopper, que en esto de las miradas perdidas es un maestro seguro que habría captado la de Iker, que aseguró haber completado la peor actuación personal de su carrera, igualmente habría captado en el limbo los ojos de Xavi, en los que se podía leer que acababa de vivir la derrota más dura de su traycetoria profesional. Del Bosque, que sabe mucho de miradas, ya alertó que no veía en sus chicos esa mirada con chispa que les llevó a ser la mejor selección del planeta, algo que no llevaba implícito que sus jugadores hubieran perdido la mirada profesional.

La Roja ha perdido la mirada mística y Holanda, que llegó a la cita con la mirada herida de la venganza, percibió las miradas ausentes de los nuestros ante el primer contratiempo. Fue en ese momento cuando la hambrienta mirada de Robben acabó para siempre con sus viejos fantasmas, secundado por un equipo que había estudiado al milímetro a España y liderado por Van Persie, un "Holandés errante" que parecía, por momentos volar, la oranje se apropió de esa mirada de la que tanto nos sentíamos orgullosos.

La humillante derrota de la Selección Española tiene sin ningún género de duda un padre, el de las miradas perdidas, las miradas bajas. Miradas que agonizan, que callan, que gritan, que no comprenden, miradas agotadas, perdidas en el horizonte de la desolación. Los ojos son la lámpara del cuerpo, la ventana del alma, necesitamos ver para creer, creer para ver que urgen miradas, al pasado brillante, al presente devastador y al futuro esperanzador. Pues mirando al pasado, nos encontraremos a nosotros mismos tanto en el éxito como en el fracaso, igualmente descubriremos en la historia un alentador precedente con forma de Milagro de Berna, protagonizado por una selección alemana de mirada perdida tras una humillante goleada 8-3 ante Hungría, que transformó en mirada milagrosa y triunfal en la final de 1954.

Y como la derrota encuentra su agotadora esencia sobre un lecho de hojas muertas, de hojas impregnadas en estramonio, es el momento de las miradas críticas, pero aún más de la mirada introspectiva, la búsqueda en nuestro interior de aquello que nos hacía grandes y que hoy nos convierte en uno más.

La mirada del mundo se detiene en la esfera del reloj, se pregunta si a esta España se le pararon las manecillas con el volar del tiempo, pero este equipo para el que el fútbol y la afición siempre deben reservar miradas agradecidas, mira ya hacia Chile. En el país en el que las miradas son un festejo de sol todo es posible, y España debe ganar o perder siempre con los primeros ojos, la mirada siempre muy alta.