La derrota frente a los Países Bajos trajo consigo un enorme debate en el entorno de la selección española. No es para menos: recibir 5 goles el día que comienzas a defender el cetro de campeón del mundo no es plato de buen gusto. Una goleada de tales dimensiones sólo se comprende íntegramente ateniéndonos no sólo a lo que ocurría sobre el césped del Arena Fonte Nova de Salvador de Bahía, sino también a las sensaciones que recorrían la mente de cada uno de los hombres de Vicente Del Bosque.

A menudo nos centramos sólo en aspectos tácticos para definir o analizar a un equipo. Con ello se deja de lado el estado anímico de los futbolistas y con él, el de la unión que forman, capaz de sentir por sí misma. Frente a Holanda, los errores tácticos alimentaron la incertidumbre, lo que a su vez dio pie a repetir esos mismos errores.

En el libro ‘Senda de Campeones’, de Martí Perarnau, Carles Rexach explica la paradoja de las judías secas. En ella argumenta que si dejas caer unas cuantas de estas judías sobre un plato, quedarán amontonadas unas sobre otras sin ocupar de manera lógica los espacios que quedan libres. Pero si vas moviendo un poco el plato, las judías irán separándose hasta encontrar cada una su sitio. Algo parecido le ocurre a menudo a España, con la diferencia de que algunas de esas judías no terminaron de encontrar su sitio durante el choque contra a Holanda.

La circulación de balón nunca fue del todo fluida, en gran parte debido a los marcajes individuales impuestos por Van Gaal, especialmente férreos para defender la salida de balón española. Si Xavi bajaba hasta la base para dar un apoyo, arrastrando consigo a De Jong, nadie aprovechaba el arrastre recibiendo a su espalda.

Es cierto que la circulación debía ser siempre de uno o dos toques, con la exigencia que ello conlleva, pero como se había visto otras veces, cabía esperar que volviera a producirse. Además, Diego Costa ofrecía constantes desmarques de ruptura a la espalda de Vlaar para tratar de hacer más larga la defensa holandesa. La única vez que las judías ocuparon correctamente los espacios, llegó el gol: cuatro toques entre Iniesta, Silva y Xavi más un desmarque de Costa que dio libertad al 6 del Barça para girarse, verle, y ponerle el balón para que Vlaar se comiera el recorte y le derribase en el área. No hubo más ejemplos.

Para entonces España conseguía frenar el juego directo de Holanda, que buscaba continuamente en largo a Van Persie y Robben. Pero entonces el balón salió de los carriles interiores, llegó a una banda y hubo que bascular. Azpilicueta y Silva no llegaron a tapar y se convirtieron en testigos de excepción del pase medido de Blind a la cabeza de su capitán. A Casillas le pilló reculando.

Llegó el descanso y las sensaciones tras la reanudación no sólo no fueron mejores, sino que fueron a peor. Las posesiones duraban menos, los espacios entrelíneas aumentaban y las transiciones defensivas se hacían cada vez más difíciles. En el segundo gol holandés el balón llegó de un costado a otro para que de nuevo Blind viera otro desmarque a la espalda de los centrales, en este caso de Robben, que con una genialidad puso el 2-1. Después llegaron más errores que dieron pie a que el estado de ánimo decayera hasta niveles previos a 2008. El plato se rompió y las judías cayeron al suelo.

La propuesta de Chile no distará de la de Holanda. España volverá a sentir el acoso en su propio campo, determinados jugadores tendrán un marcador continuamente tras él y en defensa sufrirán a un equipo extremadamente vertical. A favor, la posibilidad de explotar dos de las pocas debilidades de los chilenos.

La primera de ellas dependerá del delantero que saque de inicio Vicente Del Bosque. Si vuelve a ser Diego Costa, el duelo con Gary Medel promete dar espectáculo. Pocos jugadores hay tan expeditivos al corte como el exsevillista, pero a la hora de medirse por alto quedó demostrado con Tim Cahill que sufre con delanteros de mayor envergadura.

Jugando en el centro del campo, Medel puede permitirse en alguna ocasión medir mal y que el central de turno le saque del aprieto. Esta vez el central es él y en ese puesto el error se paga mucho más caro. Además, su capacidad para recuperar la posición una vez que le han ganado la espalda no ha demostrado ser brillante.

Por otro lado, la libertad de los hombres de Sampaoli en fase ofensiva se ve respondida en ocasiones por un alarmante desorden en las transiciones defensivas, con muchos de los jugadores fuera de sitio. La capacidad de España de recuperar la verticalidad que no tuvo frente a Holanda definirá en gran medida el choque. Será una reválida que no confirma salir vivos de la fase de grupos, pero ofrece la oportunidad de llegar con opciones a la última jornada.