La selección española ha sido eliminada en Brasil a las primeras de cambio quizás porque, precisamente, esto último es lo que se debería haber hecho para avanzar, para seguir siendo competitiva, para no quedarse estancada mirando el reflejo de los que durante los últimos seis años han conquistado Europa por partida doble y una vez el mundo.

Se pueden buscar muchas excusas o razones de este fracaso deportivo: el estado físico con que la mayoría de jugadores han llegado al país sudamericano -¿y los jugadores de Real Madrid, Atlético de Madrid y Barça que están en otras selecciones? ¿A ellos no les ha afectado la exigente temporada?-, la posible falta de concentración de muchos de ellos por estar implicados en traspasos, el hecho de no tener una mentalidad sufridora o la falta de ambición por ganar una vez que ya lo han conseguido casi todo. Correcto y razonable. Ahora bien, este descalabro futbolístico no nos debe pillar por sorpresa, no nos engañemos. Si bien es cierto que para animar a los aficionados y fomentarles las ganas de victoria, de alegría y de unión por un país, por un equipo, se debe crear desde la prensa y desde los medios de publicidad un sentimiento positivo, ligado a un mensaje de confianza, el declive de esta selección ya empezó a dejarse ver en la pasada Copa Confederaciones, cuando Brasil pasó por encima de los jugadores de Vicente del Bosque en la final.

Además, después de la citada Copa Confederaciones, la decadencia futbolística de ‘La Roja’ se ha visto reflejada en el descenso de nivel deportivo de la base del combinado español, esto es, el Barcelona. Ni Piqué, ni Fábregas, ni Xavi, ni Busquets, ni Iniesta, ni Jordi Alba, ni tan siquiera Pedro, que ha jugado menos partidos esta temporada, han rendido últimamente a su nivel. Durante esta exitosa etapa del fútbol español a nivel de selecciones, el rendimiento que ofrecían los futbolistas españoles del Barcelona era el más fiel termómetro para saber cómo llegaba España a cualquier cita futbolística. Y así ha sido de nuevo.

Por otro lado, es importante remarcar que es lógico que Vicente del Bosque haya decidido confiar nuevamente en los jugadores que hicieron realidad los deseos de los españoles durante estos últimos años; la cabeza pedía una renovación, pero el corazón quería darle una nueva oportunidad a los héroes del pasado reciente. Se trata de un factor humano -que es en realidad el valor más íntimo de este deporte, más que la gigantesca magnitud económica, política y social que ha ido adquiriendo con el paso de las décadas-, de no hacerle un gesto feo a los suyos, de hacer una lista de convocados políticamente correcta; su decisión ha sido no tomar ninguna decisión. No cuestiono su capacidad como técnico ni su amplio palmarés, claro, pero su rol al frente del combinado nacional se ha parecido más al de un ‘relaciones públicas’ que al de un seleccionador. No ha habido un nuevo ‘caso Raúl’.

Finalmente, pienso que en Brasil ha llegado el fin de un exitoso ciclo futbolístico de unos determinados jugadores, pero tampoco se debe caer en el juego de extremos que gran parte de la prensa se está dedicando a fomentar. Está claro que repetir una generación de jugadores como Xavi, Iniesta, Xabi Alonso, Puyol o Casillas va a ser una ardua tarea, pero eso pasa en todos los deportes y en muchos países distintos. Oiga, que pasamos de ser un país ‘pupas’ a conseguir lo que nadie en la historia había logrado; la base está ahí, ahora hace falta dar ese valiente paso de darle continuidad, de darle un relevo.

Y no lo olviden, por encima de todo el fútbol es un juego; en el que unas veces se gana y otras se pierde.