Cuentan los clásicos que la vida son instantes. Momentos fugaces en los que todo cambia. En una noche desapacible de otoño, Balaídos dio fe de ello. Tras un partido espeso, sin ritmo, una acción puntual cambió un resultado que parecía escrito. El empate estaba predestinado a reinar de principio a fin en el electrónico del Municipal vigués, pero como se suele decir, el destino es una conquista y el conquistador alemán consiguió el botín para su equipo. De escasa relevancia quizá, pero botín al fin y al cabo.

Como la noche era fría, el partido no le quiso llevar la contraria. El arranque fue plomizo, lento, gris. Las numerosas bajas y el carácter amistoso del partido no dejaron ver esa velocidad más que ambos equipos están sobradamente preparados para ofrecer. Löw sorprendió con una línea de cinco en defensa, con Rudy y Durm como carrileros para buscar la profundidad. Del Bosque salió con lo esperado, con Isco como metrónomo, Raúl García dando un plus de agresividad y Nolito y Morata animosos, sabedores de que estaban ante su gran oportunidad.

Nolito y Morata no dejaron de intentarlo

Los minutos de tanteo pasaron, pero el ritmo no apareció. Sí las ocasiones, aunque a cuentagotas. El primero en intentarlo fue Nolito, con una jugada clásica del extremo del Celta: control orientado hacia dentro y disparo con el interior buscando el palo largo. Zieler respondió bien enviando a córner. Era el minuto 11. La intentona del ídolo local espoleo a la grada que empezó a rugir más fuerte que nunca. España dominaba aunque no con claridad. Poco después, en el 18, fue Raúl García el que puso a prueba al guardameta del Hannover con una maniobra parecida. Muy seguro el arquero teutón.

Poco a poco, Alemania empezó a desperezarse. Para ello tiró de su maquinista. Kroos se puso a los mandos y la pelota empezó a correr más. Brújula. El jugador del Madrid es el eje de la campeona de mundo y de sus botas nacía todo el fútbol alemán. En uno de esos inicios conectó con Götze, que combinó de primeras con Müller, que devolvió la pared. El tiro del hoy falso nueve de la Mannschaft se encontró con un Casillas providencial. Gran parada abajo del capitán de España en su partido 160 con la selección.

Más lluvia, menos juego

Tras estas ocasiones, la lluvia se intensificó sobre Balaídos. Un telón que cohibió a los actores, un manto que trabó el acelerador de los futbolistas, más pendientes de mantener la verticalidad y evitar lesiones que de exponer e irse a por el partido. En esa tesitura llegó el primer cambio. Müller con problemas físicos, dejó su sitio a Bellarabi. El jugador del Leverkusen aceleró ligeramente el ataque visitante, del mismo modo que Nolito y Morata lo hacían con el local. Pero de ocasiones ni rastro, más allá de un par de envites teutones y un córner y una falta lateral por parte española, que sacaron un "uy" cogido con pizas a la grada. El partido entró en una espiral de centrocampismo, en el que ambos equipos mostraban su buena circulación de pelota cuando tenían la posesión pero poco más. En esta tesitura se alcanzó el descanso.

Cuando Kroos tomó el mando, Alemania pasó a dominar

A la vuelta de la caseta cambiaron algunos actores y también lo hizo ligeramente el guion. Alemania dio un paso al frente, adelantando líneas y mostrándose dominadora. Isco ya no se juntaba tanto con el centro del campo, por lo que Kroos, Khedira y Volland jugaban más cómodos. Todavía más cuando Götze retrasaba su posición para tocar con ellos. Cada control del futbolista del Bayern era una perla de clase. Además de la calidad de ambos conjuntos, había un culpable más de que la pelota corriese tan bien: el césped de Balaídos aguantó a la perfección la tromba de agua.

A pesar del dominio territorial, las ocasiones no llegaban. Tímidos escarceos si acaso, salidos de córners y faltas laterales que parecían más de lo que eran. Fue precisamente a balón parado como llegó la primera ocasión clara del segundo tiempo. Nolito protagonizó una fantástica jugada individual que acabó en falta en la frontal del área teutona. El propio jugador del Celta ejecutó obligando a intervenir de nuevo a Zieler, que repelió a córner con firmeza.

El cansancio, el mejor mediapunta

El latigazo de Kroos y el césped le jugaron una mala pasada a Casilla

Cuando faltan las fuerzas, aparecen los espacios. Es por ello que el cansancio consiguió lo que los 22 protagonistas lograron con cuentagotas: que se produjeran desequilibrios y llegasen las ocasiones. En vista de que era casi imposible arrebatarle la posesión a Alemania, Del Bosque decidió mover ficha buscando algo distinto: Callejón relevó a Raúl García para buscar mayor profundidad. La electricidad del jugador del Nápoles se notó y España aceleró. Con más espacio en la zona ancha, Isco apareció más, uniéndose a Nolito en las conducciones. Solo faltaba el último pase para concretar alguna ocasión.

Alemania respondió. Un disparo desde lejísimos de Volland se topó con un Casilla recién ingresado. El portero del Espanyol, frío, reaccionó como pudo ante el veneno que el césped inoculó a un disparo aparentemente inofensivo. Un aviso de lo que acabaría sucediendo.

Kroos rompió el pacto de no agresión

El carrusel de cambios y la entrada en los últimos diez minutos volvió a meter al partido en una dinámica lenta, pausada. Los jugadores buscaban el final del partido sin lesiones. Cuando ambos se disponían a estampar la firma en el documento que establecía el empate, Toni Kroos apareció en escena. El futbolista del Madrid se sacó un latigazo desde 30 metros, directo a la cepa del poste derecho de Casilla. El bote justo antes de alcanzar el destino hizo el resto. De nuevo el césped le jugaba una mala pasada al portero espanyolista. Era el minuto 88.

El tanto sobre la bocina definió un partido equilibrado, sin demasiadas ocasiones y sin apenas ritmo. Amistoso 100%. Pocas conclusiones se pueden sacar del choque, que además contó con numerosas bajas en ambos equipos. Hasta marzo, el telón de las selecciones quedará cerrado, como habría quedado el de este enfrentamiento si no fuera por la llave de Kroos en forma de latigazo.

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