"Tu ausencia me rodea como la cuerda a la garganta, el mar al que se hunde", eso decía Borges y el dilema central de la selección española es tanto de ausencia como de jerarquía. Contra la ausencia, el vacío que queda, es complejo luchar, pero la jerarquía va grabada en la espada de la personalidad. Y aquella Excalibur jerárquica que fue clavada en la legendaria roca del fútbol español por Carles Puyol al anunciar su retirada, ha sido extraída por Sergio Ramos. Sergio ha asumido con naturalidad el rol de la jerarquía, pero una tremenda hondonada se cierne sobre el eje defensivo de la Roja desde que Puyol se marchó y cada vez que la ausencia abre agujeros negros en el horizonte defensivo del conjunto dirigido por Vicente Del Bosque.

La posición de central es una de esas demarcaciones que requieren una jerarquía especial en un campo de fútbol. Por tanto todo aquel que aspire a consolidarse en el eje de la zaga de una de la selecciones con más preponderancia y nivel de exigencia del fútbol actual, debe poseer como condición sine qua non, la personalidad y el compromiso suficiente para convertirse en mariscal o firme coadjutor de los balances defensivos. En la actualidad Sergio Ramos es el central con mando en plaza, y todo ello se constata tanto en el Real Madrid como en la selección, donde la posición de liderazgo del defensa camero es absolutamente vital para la seguridad defensiva. Hoy por hoy es el Mariscal de campo del fútbol español, Sergio es el único que por calidad y características puede asumir el rol de Carles Puyol en la selección. Por ello sus ausencias generan pequeños cataclismos y la incertidumbre de encontrar una pareja de similar eficacia a la que presenta el combinado nacional cuando Sergio está presente.

Paradójicamente una de las demarcaciones más sólidas históricamente del fútbol español sufre de un vacío, casi un agujero negro desde que Carles Puyol se marchó. Si retrocedemos unos años, hasta el inolvidable 2008, cuando Luis sentó las bases de los mejores años de la historia de la selección, encontramos que la pareja central que nos hizo campeona de Europa en Viena, era la compuesta por Carlos Puyol y Carlos Marchena. Ambos contundentes, dos defensas de enorme personalidad y jerarquía que podían adoptar tanto el rol de mariscal como de coadjutor. El muro de una defensa en la que Sergio aprendía desde el lateral diestro, y Raúl Albiol junto a Juanito, contemplaba desde el banquillo el primer éxito de la selección que conquistó nuestros corazones en el Estadio Ernst Happel de Viena. Posteriormente en el periodo de consolidación de la selección, ya con Del Bosque, Marchena (que fue utilizado como medio defensivo en semifinales del mundial de Sudáfrica) fue perdiendo protagonismo en el eje de la zaga en favor del emergente Gerard Piqué, con Sergio Ramos en el lateral diestro. España, brillante campeona del mundo, mantuvo la jerarquía y la firmeza defensiva necesaria, para que los pequeños bajitos pudieran seguir brillando con las espaldas bien cubiertas.

En la tercera gran gesta de la selección en el horizonte ya se atisbaba la complicada sucesión de Carles Puyol, pero el paso adelante efectuado tanto por Sergio Ramos, como por Gerard Piqué, minimizaron la tremenda ausencia del defensa de La Pobla. Pero tamaña ausencia tendría efectos sísmicos en los cimientos defensivos de la selección. Del Bosque, como la inmensa mayoría, llegó a la conclusión de que con la pareja Sergio Ramos-Piqué, estaba más que cubierto el futuro de la selección, pero pasamos por alto entonces que un pequeño resfriado o baja forma de alguno de ellos, pondría en serio peligro la estabilidad defensiva del equipo, muy especialmente si el ausente era Sergio Ramos.

La búsqueda

Desde entonces Vicente Del Bosque inició la complicada búsqueda de la pareja central, capaz de recuperar la jerarquía y mitigar las ausencias. La complicada tarea de encontrar la pareja con la suficiente estabilidad, como para adquirir los automatismos necesarios para rendir con absoluta fiabilidad en la zaga. Y su casting sigue acumulando nombres con los que intenta cerrar la hondonada, ese enorme agujero negro existente en la troya del fútbol, campo de batalla de 16,5 metros en el que se dirimen todas las guerras de la de cuero:

Gerard Piqué sería a todos los efectos fijo en la zaga central de la selección, pero el defensa catalán, que es el que más acusó la ausencia de Puyi, debe recuperar las sensaciones que le convirtieron en uno de los mejores jugadores del planeta en su posición. La situación de transición por la que atraviesa el Barça tampoco le ha ayudado, pues esa condición de provisionalidad le ha impedido restablecerse y consolidarse a tamaña ausencia. En condiciones normales nadie discutiría su presencia.

Raúl Albiol es habitual desde hace muchos años, pero en la selección no acabó de convertirse en central de jerarquía, sino que desde un principio fue alternativa, asumiendo un rol de zaguero central de sustitución. Albiol suele ser convocado con regularidad, pero son pocas las ocasiones en las que se ha apostado por él. La ausencia de Sergio le abre la puerta de repetir pareja central con Gerard Piqué, con el que formó tándem ante Eslovaquia. Han coincidido en catorce ocasiones y en la mayoría de los casos por rotaciones o lesión de algún compañero.

Con respecto a Marc Bartra, central por el que muestra mayor confianza el cuerpo técnico de la Roja, la situación es cuando menos curiosa, puesto que su falta de continuidad en el Barça perjudica su consolidación en la selección, donde tiene un claro respaldo técnico. Bartra es sin dudarlo uno de los más firmes valores defensivos del fútbol español, pero una defensa Piqué-Bartra, ganaría en calidad perdiendo contundencia, dicho de otro modo serían centrales de similares características.

Nacho Fernández es un caso similar al de Marc, tiene un futuro envidiable por delante, pero por su situación y las escasas oportunidades de las que goza en el primer equipo del Real Madrid, tiene complicada su progresiva integración en la zaga de la selección absoluta, pues en categorías inferiores siempre fue uno de los fijos.

Iñigo Martínez no goza de la confianza del seleccionador desde el 16 de noviembre de 2013, cuando disputó un amistoso con la Roja ante Guinea Ecuatorial. En su caso sería interesante introducir el debate respecto a la necesidad de que la selección cuente con un central zurdo, un perfil de futbolista no demasiado común y que con Iñigo podría encontrar el tesoro que se anda buscando desde hace años. Todo equipo que cuente en sus filas con un central zurdo puede sentirse privilegiado, no en vano con este tipo de jugador mejora la salida de la pelota. Normalmente los defensas diestros que se desempeñan en el sector izquierdo tienen que perfilar el balón a su pierna buena, restando eficacia tanto en el balance defensivo como en la salida jugada de la pelota. Para ello necesitamos la mejor versión del defensa donostiarra y ese paso adelante que se precisa del aspirante al puesto.

Javi Martínez llegó a ser la propuesta más fiable de Del Bosque cuando el problema central acuciaba a la zaga de la selección, pero su grave lesión le convierte en una opción inviable, al menos hasta que vuelva a ver la luz de la recuperación. Mikel San José parecía otra seria alternativa del técnico salmantino a tan delicada posición, pero Del Bosque no acaba de definir abiertamente su apuesta por el central vasco, que debutó ante Francia y que tampoco está mostrando regularidad en el Athlétic.

En la sub 21 encontramos a Marc Muniesa, Jordi Amat y Sergi Gómez, pero parece lejana la posibilidad de que uno u otro asuman el rol de preponderancia requerida para el puesto, al menos a corto plazo. Alternativas como Alejandro Gálvez del Werder Bremen y Álvaro Domínguez del Borussia de M’gladbach, ambos ofreciendo un buen rendimiento, se antojan igualmente lejanas.

El dilema central pasa fundamentalmente por la jerarquía, por dar ese paso adelante tanto en rendimiento y efectividad, como en personalidad y carisma, pero son muchos los factores a tener en cuenta a la hora de elegir la pareja de baile. ¿Qué se busca realmente? ¿Dos futbolistas rápidos? ¿Dos futbolistas con buena salida de balón? ¿Técnico e intuitivo, de juego posicional, más otro rápido y contundente? … Quizás la conveniencia de contar con un zurdo y un diestro puede parecer un problema menor, puesto que es sumamente complejo encontrar un especialista zurdo para esta posición. La selección llegó a ser campeona de Europa y el mundo con dos defensores centrales diestros, pero para jugar a tan alto nivel en la posición de central zurdo siendo diestro, se han de poseer una serie de cualidades que minimicen los daños colaterales. La primera es la rapidez, la segunda la inteligencia, la tercera la personalidad y la cuarta la contundencia. Puyol y Sergio Ramos tienen ese plus de cualidades para asumir el rol preponderante en la zaga.

Cuando se apueste definitivamente por una pareja se podrán adquirir esos automatismos tan importantes en un equipo de fútbol. Puyol no regresará y debemos recordar que fuimos campeones de Europa con la pareja Sergio Ramos-Piqué, pero desde aquel 2012 no han vuelto a coincidir ambos en plena sintonía y estado de forma. La necesidad de un plan alternativo, urge definitivamente en el futuro de la selección española. Gerard Piqué debe reclamar esa jerarquía de mariscal de campo que apuntaba cuando estaba considerado como uno de los mejores centrales del mundo. Esa jerarquía que posee Ramos, a día de hoy el central fijo de la selección española. Mientras esto no se produzca, mientras las lesiones y los estados de forma, impidan que podamos volver a ver a la pareja Piqué-Ramos al 100%, Del Bosque deberá seguir testando con los futbolistas disponibles. Las palabras no hicieron La Odisea, sino que fue La Odisea la que hizo las palabras, dicho de otro modo, por mucho que el central o la pareja central goce del prestigio y el consenso de las palabras, será su rendimiento, su jerarquía, su personalidad, lo que demuestren sobre el terreno de juego, lo que definirá la resolución del dilema. De este camino surgirá la pareja de zagueros idónea para cubrir con seguridad el eje defensivo de la Roja. Será entonces cuando se disipe definitivamente el dilema central, un dilema sin duda de jerarquía, pero también de ausencias, de vacíos, el de una selección que históricamente desde la pareja Ciriaco-Quincoces, tuvo tradicionalmente mayor fortaleza en el eje de la zaga que en el resto de las posiciones.

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Sobre el autor
Mariano Jesús Camacho
Diez años escribiendo para medios digitales. Documentalista de la desaparecida web Fútbol Factory. Colaboré en la web deportiva italiana Sportvintage. Autor en El Enganche durante casi cuatro años y en el Blog Cartas Esféricas Vavel. Actualmente me puedes leer en el Blog Mariano Jesús Camacho, VAVEL y Olympo Deportivo. Escritor y autor de la novela gráfica ZORN. Escritor y autor del libro Sonetos del Fútbol, el libro Sonetos de Pasión y el libro Paseando por Gades. Simplemente un trovador, un contador de historias y recuerdos que permanecen vivos en el paradójico olvido de la memoria.