Los asistentes al Reino de León en la tarde de Lunes Santo había retirado sus entradas para ver un partido de fútbol. Pero, en cambio, disfrutaron de un espectáculo de magia llevado a cabo por la Selección Española sub-21, que tenía como número estrella la función de Gerard Deulofeu. En diez minutos sensacionales tras el descanso, el extremo y capitán del combinado nacional dejó destellos que demuestran que es un jugador diferente. Tres momentos brillantes, tres goles, que se sumaron al anotado en la primera mitad. De cabo a rabo, sin resquicio a la duda, España se impuso con solvencia a una débil Bielorrusia por 4-0.

Ni un minuto quiso dejar España para someter a su rival. Empapado del entusiasmo de la grada, que guardó un poco de pasión para la sub-21 y no todo para la Semana Santa leonesa, el combinado de Albert Celades dominó desde el pitido inicial. La posesión era local, sin duda alguna, pero con dos tempos de juego bien diferenciados. Los primeros tres cuartos de campo con un ritmo pausado y paciente, sin prisa, en busca de un hueco en la zaga rival. A partir de esta línea imaginaria, el compás cambiaba, como si de una verbena de fiestas patronales se tratara. Verticales y letales, con un Deulofeu omnipresente, España trataba asaltar el área bielorrusa.

El cuadro visitante parecía desaparecido en combate. Apenas un susto al contraataque protagonizado por Savitski fue la breve y nimia aparición bielorrusa en el arranque del choque. Tal vez sorprendidos por el buen tiempo imperante en la capital leonesa, o por el raudal inagotable de fútbol que fluía de las botas de los jugadores españoles, los hombres de Ihar Kavalevich se vieron desbordados.

Fútbol casi impecable

En seguida comenzó el torrente de ocasiones locales. Primero fue Denís Suárez que, dejando destellos de clase, se fue de su rival tras dos bicicletas y busco un tiro colocado con rosca que se fue desviado. Más tarde sería Munir, que cabeceó fuera un gran centro de Deulofeu. Los dos jugadores del Sevilla presentes en el once estaban haciendo trizas el planteamiento defensivo bielorruso. La movilidad de la que hacían gala destrozaba cualquier plan que pudiera haber trazado Kavalevich. Las diagonales de estos dos jugadores, junto al intercambio momentáneo de roles con los dos interiores, Dani Ceballos y Óliver Torres, descolocó en innumerables ocasiones a los centroeuropeos.  

Pese a todo, Bielorrusia tuvo su ocasión. El jugador más activo en ataque de los visitantes, Savitski, se hizo con un balón en las inmediaciones del área tras una pérdida de balón española al tratar de sacar el balón jugado. Rubén Blanco, que parecía un mero espectador con ciertos privilegios, demostró que esa no era su función y despejó el buen disparo del extremo bielorruso. Este fue uno de los pocos fallos en la salida del balón de los hombres de Celades, prácticamente impecable durante todo el choque. Samper, incrustado en los centrales para cumplir este rol, fue el timón del combinado nacional. Junto al jugador de La Masía, se colocaba Óliver Torres y Dani Ceballos, que facilitaban las cosas al pivote y mandaban rápidamente el balón a los costados.

En una de estas jugadas llegó el primer gol. Deulofeu mandó un balón raso al corazón del área para que Munir rematase. El delantero del Barcelona, rodeado de los dos centrales bielorrusos, buscó ese balón, pero se le adelantó Shastsilouski. El central visitante se anticipó tanto que no pudo frenarse a tiempo y envió el balón al fondo de la red para poner a España por delante.

El capitán de la sub-21, Gerard Deulofeu, estaba haciendo mucho daño al combinado de Kavalevich. Sus desbordes constantes a Pazniak obligaron al técnico bielorruso a reforzar esa zona ante el claro dominio del extremo del Sevilla. Yablonski, mediocentro en un principio, fue el apoyo que tuvo Pazniak, aunque su presencia no restó eficacia del regate de Deulofeu.

La novena sinfonía de Celades

Como si de una ópera se tratara, el ritmo allegro se imponía sobre el césped del Reino de León. Samper, Torres y Ceballos dirigían una orquesta en la que los tenores eran los tres de arriba. Las posesiones, largas y con criterio, desgastaban física y mentalmente a los bielorrusos, con laterales muy activos en ataque, especialmente Duarte. Fue este jugador quien tuvo la última ocasión española de la primera mitad, tras un pase atrás de Óliver Torres, pero su disparo se topó con la defensa.

Solo al final de la primera mitad, Bielorrusia inquietó levemente a España. Dos saques de esquina consecutivos y una falta lateral fueron la traca final de los visitantes, que apenas vieron de cerca a un Rubén Blanco con poco trabajo. Los pupilos de Celades se iban al descanso por delante en el marcador, elaborando un juego bonito y efectivo que gustaba en las gradas leonesas.

Se abre el telón y comienza el 'Deuloshow'

Tras la reanudación, y como los mejores magos, Gerard Deulofeu había preparado su número más especial para el tramo final. En un corto espacio de tiempo, los más ilustres ilusionistas son capaces de ofrecer más que muchos otros de medio pelo en toda una vida. Deulofeu, en solo diez minutos, dejó un producto digno de los mejores paladares futbolísticos.

Un ingrediente clave para esta exhibición del canterano barcelonista fue la valentía mostrada por Bielorrusia. Kavalevich ordenó a sus jugadores presionar la salida del balón española y adelantar líneas. La situación era idílica para el capitán del combinado nacional sub-21, que lanzó un aviso con menos de un minuto de juego en la segunda mitad. Recibió un pase largo, buscó el palo largo con su disparo con rosca, pero el balón se fue fuera.

En la siguiente ocasión, no perdonaría. Dani Ceballos le mandó un balón al hueco que dejó solo a Deulofeu, regateó a Vasiliuchak y anotó a puerta vacía. Apenas cuatro minutos después volvió a recibir otro pase a la espalda de la zaga bielorrusa, esta vez en el costado contrario. Se quedó solo delante del meta rival, para encararle, pero por su mente pasaron tantas y tantas críticas que le tildaban de individualista. Pensó y miró a su izquierda, donde se le ofrecía Munir. ¡Qué mejor forma de callar esos comentarios que regalando un gol a un compañero!, meditó. Y así lo hizo. Balón para Munir y el hispano-marroquí puso el 3-0 en el marcador.

Cuando todos pensaban que el espectáculo había terminado, que Deulofeu había agotado su repertorio, dejó otra perla más. Se fue por la banda derecha de todo aquel rival que le salía al paso, apurando la línea de fondo. Incluso en esta situación límite logró deshacerse de otro contrincante, con el recurso de picar el balón ante su tackling. Con tiempo y espacio para otear el horizonte, avistó el desmarque de Moi Gómez, al que envió el balón para que este anotara el 4-0. Tras esto, si acabó la exhibición del capitán español, pero porque así lo decidió Celades, sustituyéndole por Samu Castillejo.

Una marcha menos para el tramo final

El carrusel de cambios de Celades dio comienzo, cambiando por completo la línea de mediocampistas y delanteros. Especial fue la entrada de Iñaki Williams, con una ovación ensordecedora. Un cachorro y futuro león se disponía a entrar en el césped del Reino de León, lo que no podía suponer más que vítores y aplausos. Solo dos cosas superaron el volumen de su ovación: la de Deulofeu cuando se retiraba y el gol que anotaría el canterano del Athletic a pase de Moi Gómez, anulado por fuera de juego del pasador.

Pese al abultado marcador, España no detuvo su empeño de aumentar su renta goleadora, queriendo recompensar el calor propiciado por la grada en forma de goles. Moi Gómez estuvo a punto de controlar un buen balón de Samper que le dejaba solo ante Vasiliuchak y Castillejo lo probó con un disparo lejano que atajó el meta visitante.

Con el dominio inicial, que jamás se perdió, la sub-21 se despidió de León. Brillante partido de los de Albert Celades, que vencieron 4-0 a Bielorrusia con un estratosférico Deulofeu protagonista en los cuatro goles españoles. Con la control del partido y el sentido del ritmo de juego, el combinado nacional enamoró a una grada rendida al fútbol de este equipo.