Durante mucho tiempo, los penaltis fueron una maldición para la selección española. Salvo escasas ocasiones, la fortuna nos ha sido esquiva a la hora de enfrentarnos a los once metros. Bien lo pueden atestiguar México 1986, en la tarde calurosa de Puebla, donde Eloy, el mismo que forzaba la prórroga a falta de cinco minutos para el final, fallaba desde los once metros un penalti que valía unas semifinales. También quedan en la memoria la Eurocopa de Inglaterra 96, el penalti de Raúl en Brujas, la cara y la cruz en Corea y Japón en octavos y cuartos de final... Otras veces nos sonrió, como en el caso de las dos últimas Eurocopas.

Pero, por lo general, la relación de la selección española en cualquier categoría con el punto de penaltis ha sido de amor y odio. Más veces de odio que de amor. Bien lo sabe esta generación de 1998. Eliminada en los penaltis por Alemania, después de cinco años esperando jugar un Europeo. Sin Mundial sub 17 también por los fallos desde los once metros contra una Inglaterra rocosa y efectiva. Sobre todo desde los once metros, donde anotó sus cinco disparos.

Los de Santi Denia, a pesar de haber merecido mejor suerte, vuelven a casa con las manos vacías. Sin premio alguno. Con la gran decepción de haberse quedado tan cerca y tan lejos del sueño mundialista después de devolvernos a una fase final de un Europeo sub17 tras un lustro ausentes de estas citas continentales.

Igualdad en todo momento

El reto de disputar un partido de la Copa del Mundo sub17 era una oportunidad que todos los chicos querían aprovechar. La generación de 1998 cambió las lágrimas y el dolor de la eliminación del viernes por la ambición de querer estar en Chile el próximo mes de octubre. El cambio de chip fue tan agresivo y profundo que "La Rojita sub17" saltó a Sliven a por todas, sin miramientos.

Kuki Zalazar, Cucurella, Ferni y Pepelu ponían a prueba al meta inglés Woolston en los primeros diez minutos, mientras la selección inglesa respondía por medio de Kane y DaSilva. Era un partido de ritmo trepidante, sin pausa y sin control, con los dos equipos yendo hacia el área rival sin ninguna clase de miramiento. 

También entraban en juego las bandas españolas, con el constante peligro que generaba Dani Olmo cada vez que entraba en contacto con la pelota. El futbolista del Dinamo de Zagreb, e hijo del ex entrenador del Sabadell Miquel Olmo, era un auténtico dolor de cabeza para el combinado de Peacock, incapaz de frenarlo. Su clon en la acera de enfrente era Kane. El futbolista del Liverpool aparecía por todos los flancos de la ofensiva de la selección de los tres leones, y era el que más inquietaba la meta de Iñaki Peña.

Aún así, la que más tenía el balón y más oportunidades de gol generaba en los primeros cuarenta minutos fue el combinado ibérico. Una buena combinación entre el malaguista Zalazar, el valencianista Villalba y el exbarcelonista Olmo se quedó sin el premio del gol al filo del descanso, en la mejor oportunidad española. El guion se mantuvo igual en el inicio del segundo periodo, pero poco a poco se desniveló en favor inglés.

La fuerza física, la velocidad y el desborde por las bandas del conjunto entrenado por John Peacock obligó a España a ceder metros y dejar espacio para que Inglaterra estuviera más cómoda. Poco a poco, la selección que dirige Santi Denia se fue cargando de faltas y tarjetas para frenar al rival. 

Los ingleses pisaban con más facilidad las inmediaciones de los dominios del guardameta del Barcelona Iñaki Peña, y España, a duras penas, salía al ataque con intención de lastimar a Woolston. El tiempo se consumía entre interrupciones, faltas, parones y alguna oportunidad de gol que no se aprovechaba. Los penaltis eran inevitables conforme se acercaban. Y el peso de la historia negativa volvió a ser más fuertes que las ganas de derribar obstáculos. España está fuera del Europeo y del Mundial de la forma más cruel. Sin perder y sin ser peor. Volvió a ser el punto fatídico.