Es castellano-manchego, aunque nació en Madrid. Tiene 25 años y ha jugado toda su vida de portero. A los 13 años se incorporó a la cantera del Atlético de Madrid, club con el que debutó, nada más y nada menos que en un partido de Champions. Aquel 1 de octubre de 2009, el Atleti visitaba al Porto, su rival directo en la lucha por el segundo puesto de un grupo dominado por el Chelsea con puño de hierro. En el minuto 26, con 0-0 todavía en el marcador, Roberto, quien defendía ese día la portería rojiblanca, miró al banquillo. Había sentido un pinchazo en el cuádriceps y no podía continuar. Abel Resino miró al banquillo y le dijo a un chico de 19 años que se preparara para entrar. El joven arquero, rubio y algo escuálido, se calzó los guantes y se colocó, dorsal 43 a la espalda, junto a Daniele Orsato, el cuarto árbitro. Nadie se esperaba todo lo que vino después. El marcador de 2-0 a favor de los portugueses parece ya algo anecdótico. Había debutado David de Gea Quintana.

Esa misma temporada consiguió hacerse el dueño de la portería, regalando al Atlético su primera Europa League (la primera de la historia desde que se llama así). Apenas unos meses después volvió a conquistar Europa, derrotando al Inter de Milán de Rafa Benítez (que venía de ganar la Champions con Mourinho). Parar un penalti a Diego Milito fue decisivo para conseguir tal hazaña. La 2010/11 fue otra gran temporada, consolidándose ya como indiscutible durante todo el curso. De hecho, lo había hecho tan bien que era perfectamente posible que no aguantara otro verano en la rivera del Manzanares. Y así fue. Al poco de terminar la temporada, el Manchester United puso 29 millones de euros encima de la mesa, convirtiendo esa operación en la segunda más cara de la historia en cuanto a porteros se refiere. Y aunque en su primer año estuvo muy cuestionado (no terminó de satisfacer a sir Alex Ferguson), ha acabado por convertirse en una de las piezas más valiosas de los ‘red devils’. Tanto es así, que ha sido nombrado mejor jugador del año en el United tres veces consecutivas.

El principal valor de este portero está en sus reflejos. De Gea goza de una gran capacidad de reacción, incluso en las jugadas más rápidas. Capaz de hacer paradas increíblemente difíciles, con gestos de auténtico felino. Ser un portero relativamente alto (mide 1,93 metros) no le impide llegar rápido al suelo para evitar disparos rasos. Otra de sus grandes cualidades es el juego aéreo; la Premier League es una competición especialmente dura en este aspecto. Todos los guardametas que han pasado por la cuna del fútbol coinciden en que, sobre todo, los córners son extremadamente difíciles de defender. Sin embargo, el español se ha licenciado en esta faceta y se ha convertido en un auténtico cerrojo por arriba. Su inteligencia también se hace notar a lo largo de un partido. La forma en la que aguanta en un mano a mano, su forma de manejar los tiempos del partido y de sujetar al equipo desde atrás son un claro ejemplo. Realmente, es muy difícil encontrar un defecto a este portero.

Sin duda, la prueba más dura que le queda es representar a España en un gran torneo. La sombra de Iker Casillas es muy alargada, y el capitán dejó el listón por las nubes (obviando el último Mundial). Él protegió la portería española en la época más gloriosa de una selección en la historia del fútbol. Aun así, hay algunos factores que juegan a favor de De Gea; uno de ellos es la espectación. En los últimos años, Casillas ha sido un portero venido a menos. Su salida del Real Madrid y el hecho de que sea cuestionado más que elogiado ha forzado, también, su situación en la Selección. Este es un arma de doble filo; que Casillas saliera perjudicado ha provocado, del mismo modo, que todo el mundo esté esperando que De Gea tome el relevo.