Por distintas razones, la selección española necesita ganar a Liechtenstein el próximo 5 de septiembre en León. Y no le vale con una victoria, sino que esta debe ser contundente. Principalmente, pensando en los objetivos reales, porque este encuentro ya será de clasificación para el Mundial, y en la lucha con Italia por evitar la repesca habrá pocas treguas. Si bien es cierto que es un rival muy asequible para ‘la Roja’, no sería la primera vez que un exceso de confianza en sus posibilidades le da un susto.

Pero, como dice el tópico, este no será solo un partido de tres puntos. Hay un nuevo proyecto que empezará esa semana, y que necesita empezar fuerte para acallar cualquier atisbo de duda o crítica. Hay un nuevo modelo, con nuevos futbolistas y un nuevo seleccionador que vienen a sustituir a la mejor generación de la historia del fútbol español, y a los que se pondrá un nivel de responsabilidad muy alto. Por si eso fuera poco, los fracasos de Brasil y Francia han subido más todavía las expectativas en torno a los éxitos que pueda (o no) traer esta nueva generación de futbolistas.

Un golpe en la mesa para el entrenador

El primero que necesita reivindicarse es Julen Lopetegui. El nuevo seleccionador se enfrenta al palmarés de un hombre que ha sido campeón del Mundo y de Europa, y de su predecesor, que también ganó el campeonato europeo. Todos ellos hicieron fases de clasificación casi perfectas en la preparación para el torneo. Además, empezar con mal pie una nueva etapa no sería para nada positivo, teniendo en cuenta que pasará un mes hasta el siguiente partido, que será contra Italia. Lo último que querrá el entrenador será llegar a la gran cita sin victorias en su casillero oficial.

Un golpe en la mesa para los nuevos (y viejos) jugadores

Con tantas caras nuevas en esta convocatoria, unos que debutarán y otros que llevaban bastante tiempo sin ir con España, para la plantilla también será un partido importante. Con la baja de Iniesta y de Fàbregas, es momento para ver si Thiago y Koke asumen la responsabilidad que les toca de liderar al equipo en el centro del campo. Todas las demás líneas, ataque y defensa, tienen, como mínimo, a dos futbolistas acostumbrados a ser titulares en los días más importantes. En el caso de la medular, solo Busquets fue titular en la última Eurocopa. El resto, Saúl y Asensio, son jóvenes promesas que solo han vestido la camiseta de las categorías inferiores.

Para De Gea también será una cita importante. Aunque ya fue la primera opción de Vicente del Bosque en el último gran torneo, esta vez le tocará lucir el dorsal de todo un mito como es Iker Casillas. Vestir ese dorsal puede suponer una presión añadida. Igual a la que puede tener Diego Costa; su primer paso por la selección española fue realmente malo, y está ante la primera oportunidad de darle la vuelta a la tortilla. El Chelsea de Antonio Conte está recuperando la mejor versión del hispanobrasileño, y Lopetegui espera ver a ese mismo jugador bajo sus órdenes.

Un golpe en la mesa como mensaje al mundo

Tras la Eurocopa 2012, donde España ganó de forma muy contundente en la final a Italia (4-0), el combinado nacional ha dejado de ser esa armada invencible. Las grandes derrotas de 2014 y 2016 han hecho que gran parte del mundo vea al mejor equipo de la historia (nadie ha ganado dos Eurocopas y un Mundial seguidos) como otro cualquiera. Ha perdido el respeto que se ganó como campeón, y será labor de Lopetegui y sus nuevos guerreros pelear por recuperarlo. Aunque el listón está a un nivel casi inalcanzable, rozarlo con las yemas de los dedos sería un gran éxito.