Sevilla y Oporto estaban preparados para un partido muy largo, choque en el que probablemente habría una prórroga y el sufrimiento se alojaría de nuevo en la parroquia sevillista. Esa misma afición que estaba preparada para sufrir se encargó de que el choque comenzara antes de las 21:05 animando sin parar a sus jugadores y entonando el Himno del Centenario a pocos minutos de que empezara el partido. El Ramón Sánchez Pizjuán fue una caldera durante los 90 minutos dándose una conjura entre equipo y afición,recordando a la semifinal contra el Schalke. Esta unión se hace muy necesaria cuando se habla de un partido en el que tienes que remontar y en el que te juegas unas semifinales europeas. Tras el partido se volvió a vivir una imagen que se está convirtiendo en costumbre, los futbolistas en el centro del campo y la grada cantando el himno de Javier Labandón.

Las consignas para superar la eliminatoria estaba muy claras para todos, presionar desde el primer minuto, buscar un gol rápido y evitar que los lusos perforaran la portería de Beto. La primera de ellas se cumplió a la perfección, el equipo salió enchufado desde el primer instante realizando una presión inmejorable a todos los balones que controlaban los futbolistas del Oporto, esta presión sobre el campo se unió a la presión en la grada. La segunda de las consignas se cumplió quizás, antes de lo esperado, una internada de Vitolo por banda y el posterior pase a Bacca provocaba un penalti, pena máxima que transformaba Rakitic a los 5 minutos de partido. Este gol tan solo fue el inicio de una gran primera media hora de los sevillistas en las que le endosaron 3 goles a un inoperante Oporto.

El gol de Quaresma

La última de las tres consignas no pudo cumplirse, pero el gol del Oporto llegó demasiado tarde, la eliminatoria estaba sentenciada y solo un milagro o debacle, según se mirara, podía hacer que los lusos marcaran dos goles en los apenas 3 minutos de partido que quedaban. A pesar de la poca importancia que tuvo el gol no se puede obviar lo maravilloso que fue. Un tanto de gran factura nacido de las botas de un futbolista, Ricardo Quaresma del que en sus inicios prometía grandes cosas pero que finalmente no ha llegado a donde se le esperaba, a pesar de ello, sigue dando algunos coletazos de su calidad. En esta eliminatoria puso la asistencia en el gol del Oporto en Do Dragao con un magistral centro con el exterior y en el Ramón Sánchez Pizjuán también dejó su rúbrica.

Absurda expulsión

Al finalizar el encuentro, toda la plantilla sevillista estaría rebosante de alegría, pero esa alegría sería algo menor para uno de los integrantes del plantel. Coke fue expulsado en el segundo tiempo tras ver dos amarillas. La tarea del lateral no era fácil, tenía que marcar a Quaresma, un futbolista que si está inspirado y con motivación le puede amargar la noche al que se le ponga por delante. En el comienzo del choque se vio a un Coke un poco acelerado, quizás por la importancia del partido y a la media hora de partido vio la primera amarilla, con esta cartulina se perderá el encuentro de ida de las semifinales. Ya en la segunda parte, tras llegar tarde a un balón, cometía falta y el árbitro le mostraba la segunda amarilla, el Sevilla se quedaba con diez durante más de media hora y lo que parecía a priori una segunda parte plácida, no lo sería debido a la expulsión.

Desaparecido Reyes

En este tipo de partidos en los que hay tanto en juego y en el que los futbolistas tienen que dar un 101% de su rendimiento, siempre hay uno en el plantel sevillista que no falla y muestra su mejor versión, hablamos de José Antonio Reyes. El utrerano se crece cuando de partidos grandes se trata (fue de los mejores en la vuelta de octavos frente al Betis) dando muestras de la calidad que atesora en sus botas y que lo llevó a jugar en Arsenal, Real Madrid, Benfica y Atlético de Madrid. Pero en este partido ese Reyes tan esperado no apareció, ni siquiera se le intuyó, el utrerano se mostró apático y con una velocidad menos que el resto.

Emery Valiente

Con la expulsión de Coke, el técnico sevillista metió en el terreno de juego a Diogo. Tras este cambio el Sevilla se volvió a ordenar defensivamente. Los lusos presionaban muy arriba y no dejaban salir a los de Nervión de su área. Mientras tanto Bacca se peleaba arriba con los centrales del Oporto por cada balón que le llegaba para hacer correr el reloj lo más rápido posible. En la banda ya se había despojado del chándal Iborra y cuando todo hacía prever que Emery iba a meter más hombre de corte defensivo, hizo sentarse a Iborra y se decidió a sacar a Gameiro. El francés le dio la razón a su técnico con la entrada en el terreno de juego y con el Oporto volcado en el ataque aprovechó una sensacional jugada en conjunto del Sevilla para hacer el 4-0. A Emery le había salido bien la jugada.

Foto 1 y 2: Juan Ignacio Lechuga. Vavel