Llegó el momento de la despedida. Con sabor agridulce. Agradecido por todo cuanto ha recibido por parte del Club nervionense y entristecido por lo que supone su marcha, Javi Varas ha querido dejar constancia de sus sentimientos a través de una carta. Se cierra una gran etapa para el guardameta pero, como hasta el momento ha ocurrido en su vida, se abre otra nueva, esta vez con el Real Valladolid.

Inició su carrera deportiva jugando en la Escuela de Fútbol de su barrio sevillano de Pino Montano, pasando luego por otros equipos de la ciudad. Sus magníficas actuaciones hicieron que el Sevilla FC se fijase en él y lo quisiera para reforzar su cantera. Fue a finales de la temporada 2003/04 cuando se decidió su fichaje, aunque en la 2004/05 sería cedido al CD Alcalá. Tras esta ausencia, las tres siguientes campañas defendió la portería del filial sevillista, logrando el ascenso a Segunda División en la 2006/07. Manolo Jiménez apostó por él pasando a ser segundo portero del primer equipo y, desde entonces, ha ido creciendo notablemente bajo los palos del Pizjuán, aunque una de sus cuatro temporadas en primera (2012/13) fue cedido al Celta de Vigo. Se lleva grandes recuerdos en forma de títulos como la Copa del Rey conseguida frente al Atlético de Madrid en 2010 y la reciente Copa de la UEFA Europa League que levantaron el pasado mes de Mayo en el Juventus Stadium.


Ha llegado el momento de darte las gracias, Sevilla FC. Las gracias por haberme dado la oportunidad de sentirte de una forma tan especial. De convertir mis palmas desde gol norte en guantes para defenderte. Y lo he hecho como mejor he sabido. Dejándome el alma por ti.
 
Jugar al fútbol es una cosa. Pero hacerlo y sentirte cada día es otra. Y eso no es sencillo de explicar, ni es fácil de comprender. Los malos momentos contigo se convertían en profunda tristeza. Y los buenos, en felicidad absoluta. Y es que todo se dispara cuando el corazón late al ritmo del escudo que defiendes.
 
Yo me quedo con todo lo bueno. Con cada minuto que te he disfrutado. Con el orgullo de ocupar tu portería. Con el cariño de mi gente. Con las personas que se han ido uniendo a mi vida por compartir tu camino. Y, lógicamente, me quedo con esos momentos de felicidad eterna, por haberme sentido partícipe de un ascenso con mi filial, y de una Copa del Rey y una UEFA Europa League con mi Sevilla FC. Mi corazón se acelera sólo con recordarlo.
 
La vida me ha dado la oportunidad de formar parte diaria de ti, de una u otra forma, durante nueve temporadas. No podía imaginarme nada parecido cuando a mis 20 años aún jugaba en campos de tierra. O cuando el fútbol solo parecía ya un hobbie al salir de mi trabajo de administrativo. Nunca bajé los brazos. Dicen que soy tozudo. No sabría decir si es así, pero cierto es que me gané una oportunidad.
 
Pero el fútbol no es un deporte individual, siempre fue un trabajo en equipo. Y por eso le doy las gracias a cada miembro del club, a cada entrenador, a cada compañero, a cada preparador de porteros, a cada médico, cada fisioterapeuta, cada recuperador, a cada
utillero, cada empleado, a cada sevillista con el que he compartido todo este tiempo, a cada miembro de una afición de la que me considero parte, a cada periodista. De todos ellos he aprendido algo. Sin excepción. Prefiero no dar nombres para no cometer el olvido imperdonable de dejarme a alguien atrás. Aunque quiero volver a insistir en mis compañeros. Porque sin vuestro apoyo constante no habría sido posible cumplir mi sueño.
 
Me llevo algo más de una amistad de ese vestuario. GRACIAS. Tú, amigo sevillista. Imagina por un momento que ese sueño que siempre tuviste siendo niño de jugar en tu Sevilla se convirtiese en realidad. Piénsalo un momento. Disfrútalo un segundo. Y entonces, ahora sí, podrás entenderme.
 
A los que confiaron siempre en mí, gracias eternas. A los que no, también gracias. Eso me sirvió para redoblar esfuerzos y pelear por cambiar su opinión.
 
Y ahora te digo adiós, Sevilla. ¿Adiós? Bueno, no exactamente. Los sentimientos puros no se despiden. Sólo es un cambio de forma. Dejo tu césped, dejo tu portería dejo tus guantes y vuelvo a las palmas, a darte mi aliento. Seré sevillista en la distancia, deseando sentir nuestras alegrías, intentando mitigar nuestras penas. Porque ahora me enfundo una nueva camiseta en otra etapa de mi vida con toda la ilusión del mundo. Y también me dejaré el alma en defenderla. Pero, mientras, volveré a sentirte como antes, como siempre. Ahora seré yo el que vuelva a gritar.Aquí estamos contigo, Sevilla FC…

 

VAVEL Logo
Sobre el autor
Cintia Hidalgo
Periodismo en la Universidad de Sevilla. En continuo aprendizaje.