Después de conseguir dos Copas de la UEFA seguidas, en 2006 y 2007, y tras haber participado en la Champions al año siguiente, el Sevilla llegaba como uno de los favoritos en la edición 2008/09 de la actual Europa League. La primera y contundente victoria contra el Stuttgart confirmó que los hispalenses no iban a ser fáciles de batir. Sin embargo, el proyecto de Manolo Jiménez comenzó una cuesta abajo que acabaría de una forma totalmente inesperada.

Esa temporada, Manolo Jiménez fue despedidoTras tres derrotas consecutivas contra Málaga y Valladolid en Liga y contra la Ponferradina en Copa, el equipo rojiblanco visitaba, por primera vez en su historia, el estadio Maurice Dufrasne, casa del Standard de Lieja. El equipo belga llegaba en un momento inmejorable: campeón de Liga y Supercopa, y líder en la primera fase del campeonato liguero. Aunque el Sevilla se había ganado a pulso un prestigio en el viejo continente, todo hacía apuntar que le costaría sacar un resultado favorable.

En un partido que comenzó sin demasiadas ocasiones, y ninguna clara, el primero en disparar fue Mbokani. Después de que Maresca se hiciera un lío con el balón y se lo regalara al rival, el congoleño se encontró con el carril libre hacia Andrés Palop, que poco pudo hacer para evitar el tanto local. El Standard llevaba bastantes minutos con el partido controlado y creando numerosas ocasiones de gol, y los españoles no pudieron hacer demasiado para frenarles.

Mbokani y Jovanovic, los dos jugadores más desequilibrantes del equipo belga, hicieron auténticos estragos en la defensa sevillista, mientras el resto de jugadores visitantes miraban, impotentes, el lamentable espectáculo ofrecido en el primer período. Solo Palop consiguió que su equipo llegara vivo al descanso, donde llegó el turno de Jiménez y su vergüenza torera.

En la segunda parte, como quien resucita a un muerto, el Sevilla salió dispuesto a levantar el resultado, y ocasiones no le faltaron. El técnico hispalense sacó del campo a Romaric para meter a De Mul, algo que agradeció el equipo cuando comenzó a carburar en el centro del campo. Aun así, las ocasiones tardaron en llegar, y no fue hasta pasada la hora de partido cuando Luis Fabiano tuvo su ocasión más clara, aunque acabó estrellándose con el portero Espinoza.

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Jesús Navas estuvo a punto de marcar uno de los mejores goles de su carrera. Tras un mal despeje del guardameta local, quien casi salió a la frontal del área para sacar el balón, llegó el balón a la zona del sevillano. Navas, que no tardó mucho en pensar lo que iba a hacer, se dio la vuelta y fabricó una impresionante chilena desde fuera del área. Solo Onyewu pudo arrebatar al jugador español, desde la línea de meta, su momento de gloria.

El partido era una auténtica locura, y las ocasiones llegaban en ambas porterías, una detrás de otra. En el empujón final, los sevillistas tuvieron suficientes ocasiones como para terminar goleando, pero el heroico Espinoza supuso un muro demasiado alto para superarlo. Con el pitido del árbitro, el Sevilla selló la primera de sus dos derrotas en la fase de grupos, ambas fuera de casa. Con solo seis puntos en cuatro partidos, los de Manolo Jiménez no pudieron avanzar de ronda.