Volvía Unai Emery al banquillo del Sevilla, ese del que se habla que puede abandonar al final de temporada, y lo hacía para sumar su partido número 139 al frente de los hispalenses. En su cabeza solo un objetivo, superar a la Fiorentina y llevar a los de Nervión a su cuarta final de la Europa League. Sobre el césped plasmó a la perfección lo que cada día trabaja en los entrenamientos, presión, sacrificio de todo el equipo y las jugadas ensayadas como se vio en el segundo gol.

Con el triunfo ante el conjunto viola, Emery suma su victoria número 75 y se coloca de esta forma, como el segundo entrenador con más triunfos en la historia del Sevilla, superando a Joaquín Caparrós. El de Hondarribia aún tiene lejos a Juande Ramos (97) pero sus números le sitúan como uno de los mejores técnicos de la historia de los nervionenses.

Emery se coloca como el segundo entrenador con más triunfos en el Sevilla (75).

Ya no se le podrá acusar de fallar en las citas grandes como ocurría en sus comienzos en Nervión, los números le avalan y los resultados no engañan. Otro de los aspectos en el que era criticado era en el tiempo que tardaba en realizar en ciertos partidos las sustituciones. Ayer fue listo y quitó del terreno de juego a uno de los que está en mejor forma en los últimos tiempos, Banega. El argentino había visto una tarjeta amarilla en la primera mitad y el preparador vasco no quería que uno de sus mejores futbolistas viera la roja y por tanto se perdiera la final en Varsovia.

Miedo ante la claridad

Se había vivido una semana un tanto extraña en Sevilla, a pesar del 3-0 de la ida, ni afición, ni jugadores y mucho menos ni técnico, querían que la eliminatoria se diera por cerrada ante una Fiorentina que tenía aún bastantes cosas por decir. La sensación se podría resumir en la frase, “se ve tan claro que da miedo”. La Fiorentina luchó desde el primer minuto y tuvo un comienzo muy similar al partido de la ida, presión arriba y un Sevilla agazapado esperaba su oportunidad.

Sergio Rico no entiende de partido resuelto

El gol, los regates, las buenas jugadas y los grandes magos del balón son los que por lo general se llevan los elogios en este tipo de encuentros. En esta eliminatoria hay un hombre que cuando empezó la temporada aspiraba a entrenar con el primer equipo y quién sabe si poder llegar a debutar con “los mayores”, este es Sergio Rico. El canterano tomó la defensa de la portería sevillista por una serie de infortunios y ahora parece difícil que Beto le quite el puesto de titular en la final.

Tanto en el partido de ida como en el de vuelta, Sergio Rico realizó intervenciones vitales cuando el partido aún no se había movido del 0-0. En Florencia, Rico sacó un balón bajo palos en la primera parte que los jugadores italianos no podían creérselo. El canterano pretendía dejar su portería a cero y así lo demostró en el minuto 80 cuando en un mano a mano con Ilicic le hizo una sorprendente parada más propia de un portero de balonmano, Rico seguía a lo suyo, demostrar que puede ser el portero titular de este Sevilla.