Unai Emery había conseguido recuperar su mejor fútbol, estaba implicado con el grupo, se estaba convirtiendo en el líder en la creación del Sevilla y en la final de este miércoles Banega les dio a los andaluces el fútbol que necesitaban en todo momento. El Dnipro comenzó adelantándose en el partido y en ese instante el argentino se echó el equipo a la espalda y no entró en un juego atropellado y precipitado que lo único que conseguiría era que los ucranianos se sintieran más cómodos.

El Dnipro empezó a hacer su juego preferido, balón largo y contragolpe desde el primer minuto y en cuanto perdía el balón, su repliegue y sus dos líneas defensivas hacían que los sevillistas tuvieran que buscar el toque en la frontal del área para intentar hacerle daño a los ucranianos. Banega empezó a mover el balón de un lado a otro y a buscar los huecos donde no los había.

Sacrificio defensivo

En la segunda mitad, con un Dnipro que empezó mejor que los andaluces, Banega tuvo que sacrificarse y empezar a bajar para poder tener más balón y por lo tanto organizar el ataque de los de Nervión. Ver al argentino en tareas defensivas se convirtió en una imagen habitual del partido. Éver quería el balón y lo buscaba a toda costa. Con el 2-3 de Bacca el argentino se sintió más cómodo y dio un auténtico recital de recortes, pases y alternativas a sus compañeros.