"Ganar, ganar, ganar….y volver a ganar", como decía Luis Aragonés, entrenador del Sevilla durante dos campañas en los años 90. El sabio dijo una de las frases que quedarán para la historia del fútbol, pues en este deporte vale la victoria, siempre y cuando se refrende con más y más triunfos.

El Sevilla ha superado en cinco puntos al mejor Sevilla de todos los tiemposY eso es lo que ha hecho el Sevilla este año, sumar y sumar hasta batir récords de hace algunas temporadas, e incluso dejando en la lona, al menos en lo numérico, al bendito Sevilla de Juande Ramos, ese que volvió a lograr títulos medio siglo después, el que maravilló a toda Europa en dos temporadas, donde prácticamente nadie le tosía. De hecho, la puntuación de la segunda liga de Juande ha sido superada en cinco puntos (76 por 71), y mirando los números, este Sevilla hubiera sido campeón en ese 2007.

Ahora los tiempos han cambiado, y las supremacías futbolísticas y monetarias de Real Madrid y Barcelona no permiten ni que les llamen a la puerta, y si lo hacen es para derribarla, como el Atlético de Madrid el año pasado. Pese a ello, en Sevilla no se habla de merengues, azulgranas o colchoneros, sino de blanquirrojos, y también de valencianistas, con quienes han mantenido una pelea preciosa hasta el último minuto del campeonato liguero, dando guerra.

Y como colofón, la Europa League, gloriosa competición de la que el Sevilla ha escrito un nuevo folio para la historia, siendo el primer y único equipo con cuatro trofeos en sus vitrinas. Bravo. Y los culpables son una plantilla hecha a base de trabajo por un concienzudo míster, Unai Emery, el rey del vídeo, y por el que suspira media Europa.

Agosto, mes de resaca

Echando la vista atrás, el cuadro sevillista comenzó la temporada de manera oficial el 12 de agosto, día de la disputa de la Supercopa de Europa, por lo que la preparación debía ser máxima para ese día, pese a no volver a competir hasta once días después, en la primera jornada de Liga.

Sin embargo, ese comienzo de temporada fue amargo, consecuencia de la derrota sufrida ante un Real Madrid que venía como campeón de la Champions, y que se llevó por delante a los de Emery gracias a un soberbio Cristiano Ronaldo, que volvió a deleitarse con una de sus víctimas sevillistas. El portugués fue el autor de los dos goles del encuentro.

La regularidad liguera

Pasado el mal trago, tocaba centrarse en la Liga, "la competición de la regularidad, donde los puntos no vienen", como bien ha recordado Emery en cada rueda de prensa previa a cada choque. Así, el vasco le dio importancia al campeonato doméstico desde el primer día, también al tener como ejemplo que buena parte de la plantilla estuvo con él durante el pasado curso, cuyo mal arranque (cinco derrotas seguidas para llegar a ser colista) trajo el que tuvieran que ir a remolque durante todo el campeonato, sin poder apurar hasta el final sus opciones Champions.

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Ante eso, pilas bien puestas desde el comienzo, con un balance de cuatro victorias y un empate en los cinco primeros encuentros (1-1 vs. Valencia, 1-2 vs. Espanyol, 2-0 vs. Getafe, 1-3 vs. Córdoba y 1-0 vs. Real Sociedad). 13 unidades de 15 posibles a las que había que sumar otras nueve en los cinco choques siguientes. En total, siete victorias, un empate y dos derrotas (Calderón y San Mamés), de un equipo que firmó el mejor comienzo de su historia, llegando a acechar el liderato del campeonato en su visita al Nuevo San Mamés en la jornada 10. Sin embargo, un tanto de Aduriz dilapidó esas opciones.

Pese a ello, la ilusión seguía intacta, aún empatando ante el Levante -de los pocos peros ligueros del curso- y cayendo en el Camp Nou. Tras ello vinieron seis encuentros sin perder, sumando otros 16 puntos al total, para aupar al equipo a lograr la mejor primera vuelta de su historia después de haberle ganado al Málaga en el último choque de esa torna. Incluso con un partido menos, el que debió haber jugado en el Bernabéu en el mes de diciembre, choque aplazado por el Mundial de clubes.

Buenas semanas de enero en Nervión, con una extraordinaria trayectoria en liga, copa y Europa League. Continuando con el campeonato doméstico, tocaba visitar Mestalla, punto clave para el futuro objetivo, y derrota justa ante un rival que tenía ganas de revancha tras lo ocurrido en la 13-14 con el sonoro gol de MBia.

Tres derrotas en las tres primeras salidas de la segunda vueltaEn esas semanas comenzaba a distanciarse el Valencia, apoyado en los pinchazos blanquirrojos en Getafe y Anoeta, pero salvando los muebles en casa ante Espanyol y Córdoba para seguir manteniendo a raya al Villarreal.

Los siguientes meses, marzo y abril, fueron de auténtico sprint para los de Emery, sumando en todos sus encuentros disputados, solo cediendo puntos ante Atlético y Barcelona en casa, y frente al Granada en Los Cármenes. El resto de rivales (Deportivo, Elche, Villarreal, Athletic, Levante, Rayo y Eibar) acabaron siendo derrotados.

El Real Madrid, juez de la Liga en la lucha por la ChampionsLlegaba la recta final del campeonato con las cuentas, muy serias, sobre la mesa para acceder a Champions vía Liga. Real Madrid, Celta y Almería serían los jueces de la liga, dictaminando estos que las opciones volarían para luego volver en forma de caramelo a la última jornada, aunque sin suerte.

Recapitulando, los de Emery cayeron ante el Real Madrid en casa (única de todo el curso) y empataron en Vigo, viendo cómo el Valencia se marchaba hasta los tres puntos más goalaverage a falta de dos jornadas. La misión parecía imposible. Pese a ello, la victoria ante el Almería, unido al empate celtiña en Mestalla, hacía que en la última jornada pudiera pasar de todo.

En la misma, el Sevilla cumplió y venció al Málaga, llegando a estar en Champions durante más de media hora. No obstante, el tanto de Paco Alcácer a 10’ del final en el Mediterráneo sepultó las opciones blanquirrojas. Pese a ello, chapeau por la lucha liguera, con un una puntuación final de 76 puntos, la más alta de su historia.

La Copa del Rey, una espina clavada

Visto el cuadro, la afición sevillista se había permitido el lujo de pensar en una posible final, ya que ni Real Madrid, Barcelona ni Atlético estaban en su parte del cuadro. Además, la autoridad con la que se pasó la primera eliminatoria (11-2 al Sabadell), disparaba aún más esas buenas sensaciones.

El cruce de octavos, ante el Granada, también fue solventado con facilidad, venciendo tanto en la ida en Los Cármenes (1-2) como en la vuelta en casa (4-0). Y su rival de cuartos no era el esperado Valencia, sino el Espanyol, pero es posible que ese desborde de autoestima les llevara a una excesiva confianza, cayendo por 3-1 en Cornellá, y sin ser suficiente el 1-0 de la vuelta. La Copa del Rey era historia antes de lo esperado.

La Europa League, amor infinito

Aún así, la buena temporada hispalense le había permitido tener dos balas para disparar bien y lograr el objetivo ambicioso al principio y real al final. La primera, en Málaga, no dio de lleno en el blanco, pero sí en Varsovia, con la Europa League, bendita competición. Hasta ese 27 de mayo tuvieron que caer muchos y muy buenos rivales.

El camino comenzó con la clasificación directa para la fase de grupos, el cual tenía su dificultad. Con Feyenoord, Standard de Lieja y Rijeka, el Sevilla tuvo que sudar para clasificarse, y solo pudo hacerlo como segundo, pues su mal hacer como visitante (dos puntos de nueve posibles) le lastraron en exceso. Además, se jugó el todo por el todo con el Rijeka en la última fecha, duelo que se saldó con victoria sevillista por 1-0.

Sevilla 2-0 Feyenoord Sevilla 3-1 Standard de Lieja
Rijeka 2-2 Sevilla Feyenoord 2-0 Sevilla
Standard de Lieja 0-0 Sevilla Sevilla 1-0 Rijeka

Ya metido en eliminatorias directas, su rival, el Borussia Mönchengladbach no invitaba al optimismo, pero tampoco era temido, reconociendo los jugadores que a nadie le gusta que le toque el Sevilla. Y ahí comenzó a lucir su condición de campeón, resistiendo como un jabato en ida y vuelta para dejar en el camino al tercer clasificado alemán. La vuelta, agobiante en el Borussia Park, finalizó con victoria por 2-3. La magia de la Europa League comenzaba.

En octavos tocó el Villarreal, duelo fratricida entre hermanos españoles en Europa. Ésta, visto todos los encuentros, fue la eliminatoria mejor llevada, apoyada en una pegada letal en El Madrigal en la ida, donde Vitolo logró el tanto más rápido de la competición. El 1-3 final lo dejaba todo visto para la sentencia en el Pizjuán, donde también se ganó (2-1).

En los cuartos de final la suerte deparó, como en el pasado curso, un rival procedente de la Liga de Campeones, el Zenit de San Petersburgo. Aquí sí que se sufrió, y bien. Pues tras un partido de ida donde la victoria llegó en los últimos minutos (2-1), el viaje a Rusia se antojaba más que peligroso. Allí se vivió uno de los momentos clave de la temporada, cuando Beto relegó a Rico en la portería, aunque su actuación quedó en entredicho.

El duelo entre Sergio Rico y Beto por la portería tuvo su punto clave en el Petrovsky Stadium de San PetersburgoEl luso, desafortunado en los goles rusos y brillante en el tramo final, salvando a su equipo, fue la cara y la cruz de una eliminatoria con suspense hasta cinco minutos antes del final, cuando Gameiro desplumó las frías ilusiones azules, cruzando ante Lodygin para meter al Sevilla (2-2) en una nueva semifinal europea.

Y al igual que el pasado curso, la suerte deparó jugar la ida en casa y la vuelta como visitante, pero eso no fue problema. Es más, se dejó más que sentenciada la eliminatoria en el Pizjuán ante una Fiorentina totalmente desbordada. El protagonista de esa noche fue el ‘correcaminos’ Vidal, quien desde el lateral derecho apuró en varias ocasiones hasta el área para en dos de ellas hacer goles, e incluso asistir en el tercero y definitivo a Gameiro. Un 3-0 para poner pie y medio en la final.

Siete días después, el trámite se cumplió, pero con algo de sufrimiento, pues los italianos apretaron al comienzo. Sin embargo, dos tantos de Bacca y Carriço a la media hora finiquitaron el duelo. Quedaba por saber si en la final de Varsovia el rival era el Dnipro o el Nápoles, y contra todo pronóstico, fueron los ucranianos.

A por la cuarta

Así rezaba la bufanda conmemorativa de la final. Todo a punto el día 27 en el Nacional de Varsovia, con más de 7.000 sevillistas en las gradas, aunque en minoría ante los ucranianos, debido a la dificultad y lejanía del viaje. No obstante, eso no fue impedimento para dar aliento a los jugadores, que se sobrepusieron a un gol inicial en contra y otro justo antes del descanso.

Fotografía: EFE

Kalinic adelantó al Dnipro a los seis minutos de juego. Golpe de hielo para los de Emery, que comenzaron a reaccionar poco a poco, generando y generando hasta meter a su rival atrás. El gol iba a llegar, y quien si no, el polaco, tenía la llave. Krychowiak igualó y Bacca remontó en apenas cuatro minutos.

Con las cartas a favor, quedaba otro revés, el empate ucraniano, de Rotan, antes del descanso. Pese a ello, en la segunda parte el partido se fue decantando hacia el lado blanquirrojo, estableciendo de nuevo Bacca la ventaja, y el delirio en la parte sevillista.

El Sevilla lo había vuelto a hacer, era de nuevo campeón de la Europa League. La fiesta, del día de partido y del siguiente, dejó imágenes para el recuerdo, y un colofón de una temporada difícil de olvidar. El objetivo estaba cumplido, la clasificación para la Champions era un hecho. Unai Emery había vuelto a escribir otra página en la historia del club.