El legado de Konoplyanka ha comenzado. El joven ucraniano había pasado toda su carrera futbolísitica –hasta ahora- en el club de su vida, el Dnipro, donde arribó con solo dieciséis años. Esta bestialidad de jugador era desconocido por el famoso mundo popular del juego del balompié, pero de igual modo, todos los directores deportivos de clubes europeos soñaban con contar con sus servicios. Finalmente, Monchi se hizo con este talentoso muchacho del este de Europa.

El mundo del fútbol esperaba que el Señor Emery le diera la importancia que un jugador de su calibre requería. Y, así fue, el técnico de Hondarribia le dio galones. Konoplyanka ha agarrado la camiseta de titular con intención de no quitársela jamás.

En Ipurúa y en el Etihad se observó algo que se confirmó en la visita del equipo de Fran Escriba al feudo de Nervión. El ucraniano desequilibra, atrae rivales, es imprevisible, posee un golpeo diabólico y tiene una imaginación al alcance de muy pocos jugadores. Yevhen tiene juego para él y para todos sus compañeros.

Le costó adaptarse, pero el técnico sevillista le dio los pasos a seguir y ahora lidera el ataque del conjunto hispalense. Una plantilla de gran altura pero dirigida por los ``bajitos´´, donde el ex del Dnipro es insustituible. La esperanza del Sevillismo se escribe en ucraniano y tiene nombre propio, Yevhen Olehóvich Konoplyanka.