El empate (1-1) que el Sevilla consiguió en su excursión a Balaídos sin dudas que debe ser festejado por la afición. Sin poder desplegar su mejor fútbol, y con un hombre menos durante casi todo el partido, merced de un regreso de pesadilla para Federico Fazio al primer equipo, pudo obtener una unidad frente a un Celta de Vigo dominante, que a pura velocidad y dinámica acorraló al cuadro dirigido por Unai Emery contra su propia valla y no se llevó la victoria por obra de los parantes y de la providencia.
Un comienzo clásico
Durante los primeros minutos del partido, el Sevilla logró mantener al Celta lejos de la portería. Con su clásico 4-2-3-1, esta vez sin retoques como en el partido por Copa del Rey, trató de generar mayor volumen en el mediocampo pero sin perder la capacidad de salir en velocidad con Reyes y Konoplyanka por las bandas. La presencia de Llorente en la delantera anunciaba que el juego del cuadro rojiblanco iba a pasar por sobre todas las cosas por lo que pudiesen hacer los dos mediapuntas exteriores y los dos laterales en ataque, con Krohn-Dehli jugando como enlace en tres cuartos de campo.
Más allá de estas intenciones, lo que mejor hizo el Sevilla en los primeros minutos fue ahogar a su contrincante en el círculo central y quitarle ritmo al partido. Poco a poco, Theo y Beauvue comenzaron a complicarlo mucho por los costados a pura habilidad, con recortes hacia el medio que no pudieron ser solucionados ni por Mariano ni por Escudero. Si bien los espacios en los metros finales no eran demasiados, el Sevilla no logró generar mucho riesgo en ataque en el primer tramo de un disputado encuentro.
El 4-2-3-1 del Celta en fase defensiva, que se convertía velozmente en un 4-3-3 en cada transición al ataque, hacía que el circuito de juego en el visitante fuese inexistente. La constante presencia de Wass en ataque le dio a los de Galicia un impulso mayor de cara al resto del encuentro.
Un regreso oscuro
Federico Fazio retornaba al primer equipo después de un corto periplo sin éxito en el Tottenham Hotspur. Sin embargo, tras media hora de juego, el argentino cometió una infracción de riesgo en el mediocampo y recibió la segunda cartulina amarilla. Con diez hombres, Emery armó un 4-4-1 más bien retrasado, donde, sorpresivamente, comenzó a dominar las acciones del partido. Con una jugada a balón parado, Carriço estuvo a centímetros de abrir el marcador y los pupilos de Eduardo Berizzo si bien tenían el balón, no lograban ser lo suficientemente profundos como para preocupar a la línea de fondo rival.
Luego de una acción confusa, donde el colegiado no sancionó infracción sobre el portero local Rubén Blanco tras un golpe en una salida, Konoplyanka trató de abrir el marcador con un violento remate que Blanco mandó al tiro de esquina. En esa jugada, Carriço capturó un rechazo que quedó corto y puso el 1-0 en favor del Sevilla, coronando unos intensos quince minutos del cuadro de Nervión, previos al descanso.
Un segundo tiempo sin paridad
El complemento no fue un camino de rosas para el Sevilla, ni mucho menos. El Celta consolidó el 4-3-3 tanto para la defensa como para el ataque, donde se estacionó en tres cuartos de campo con Radoja sumándose como mediapunta por el medio y Wass abierto como un extremo. La entrada de Vitolo por Konoplyanka no mejoró el panorama, ya que la salida por los costados se le hizo imposible a los andaluces.
Menos colaboraron los ingresos de Marcelo Díaz y de Guidetti por Radoja y Jonny, quedando el local más expuesto con un muy ofensivo 3-4-3 que desniveló el partido por completo. Banega saltó al campo de juego en lugar de Reyes para recuperar el balón, pero entre la velocidad de Wass por la banda y la eficiencia de Beauvue como rematador se encargaron de ponerle justicia al resultado. Con el merecido empate a uno, la disposición táctica del Sevila no cambió demasiado, por lo que siguió sufriendo debido a que no pudo hacerse del balón al menos por algunos minutos para dormir el partido.
El mal rendimiento de Llorente pasó desapercibido para Emery, que recién salió a escasos minutos del final. Gameiro tuvo una sola ocasión y casi logra el milagro: un contragolpe letal lo dejó en posición ideal frente a Rubén pero su disparo se fue por encima del larguero.
El ida y vuelta del tramo final ayudó a disimular un poco las carencias y errores del Sevilla, pero de no haber sido por Rico, muy posiblemente alguno de los varios envíos que cayeron sobre el área hubiese terminado en gol. Iago Aspas tuvo dos oportunidades muy claras con poco por jugarse, pero primero vio como su intento era rechazado bajo el arco y segundo como el esférico se perdía a centímetros del parante superior.
Números magros, rendimiento complicado
Los mejores jugadores del Sevilla fueron, sin duda alguna, Sergio Rico, Carrico y Mariano. Las estadísticas marcan un partido complicado para los de Unai Emery, que no pudieron imponerse ni en el juego ni en el resultado tal cual había sucedido días antes en Copa del Rey: sus nueve disparos a puerta, sus cinco chances netas de gol creadas y su 67% de efectividad en los pases habla de una 'performance' lejana a sus mejores días. Hay un dato alarmante: de 16 centros al área, solo uno de ellos llegó a buen puerto, más específicamente el cabezazo de Mariano que se estrelló en el larguero. La mayor parte del encuentro se disputó cerca de los dominios de Sergio Rico y el equipo registró unos muy bajos 36% y 43% de eficiencia en cruces y duelos aéreos ganados respectivamente. Los 27 despejes y 17 bloqueos cerca de puerta también sirven para entender la mala tarde del Sevilla y la importancia del punto obtenido.
Dentro de todos los escenarios posibles, no hay dudas de que la igualdad es positiva. Pero seguramente, más allá de su conformidad, Unai Emery quedó preocupado por un rendimiento que le impidió a su equipo despegarse de sus rivales directos - incluído, entre ellos, el Celta de Vigo- en la lucha por llegar a puestos de Champions League.