Intratables. No hay palabra que defina mejor el partido disputado por el conjunto nervionense en la tarde de ayer. Fue un monólogo sevillista, solo interrumpido los últimos cinco minutos de la primera parte, cuando el Shakhtar dio un arreón, en el cual consiguió anotar gol.

Pero que nos se confunda nadie, el equipo rojiblanco controló el partido en todo momento, y pese a que el Shakhtar es un equipo potente en ataque, fue prácticamente neutralizado.

El sabio Unai

Unai Emery es constantemente criticado, pero prácticamente siempre justifica y demuestra sus decisiones. Dejar sentado a Konoplyanka fue una de ellas, el ucraniano que no está dando el nivel se quedó en el banco, y en su lugar salió Coke. Este planteamiento estaba realizado con la intención de frenar al lateral Ismaily, que causó un verdadero roto en Lviv.

Y como casi siempre le salió bien la jugada, el equipo gano en solidez defensiva, Mariano estaba más libre y podía subir más –anotó un golazo propio de Roberto Carlos- y las contras del Shakhtar estaban más controladas. Un acierto que probablemente le valió el partido a Unai Emery.

Llorente en el limbo

Otra de las lecturas que dejó el encuentro fue la poca confianza de Unai en Llorente. Apenas cuenta para el entrenador, y lo dejó perfectamente reflejado en la sustitución de Gameiro por Iborra, colocando al mediocampista de delantero centro puro.

Cuando un entrenador prefiere reconvertir a un mediocampista en delantero, en lugar de poner al propio delantero… es que algo no va bien, y eso hace saltar todas las alarmas.

A la final como los campeones

Si algo destacó el aficionado sevillista de la noche de ayer –aparte del hecho de pasar a una final por tercera vez consecutiva- es la tranquilidad del partido, un partido sin sobresaltos reales, salvo el empate del conjunto ucraniano. Este sobresalto y nerviosismo duró francamente poco, pues en el momento en el que un acertadísimo y héroe de la noche, Kevin Gameiro asestó el segundo golpe, los ánimos se calmaron en Nervión.

Y es que al contrario que frente al Athletic, la segunda parte fue como la seda y permitió que la fiesta nervionense se desarrollase con tranquilidad. Una fiesta que ni la lluvia puedo parar y que culminó con el himno del centenario a capella, tanto por aficionados, como por técnicos y jugadores.

El conjunto rojiblanco accedió a la final como los grandes equipos, por la puerta grande y dando un golpe sobre la mesa.

Hay que darse cuenta

Después de la fiesta, llega la resaca. Y con esta bendita resaca europea, todo aficionado sevillista debe reflexionar. Reflexionar sobre lo conseguido, tanto en tan poco tiempo. Hay que hacer el esfuerzo de valorar lo que tenemos, tanto a los técnicos -Monchi, Emery, Carcedo, Pablo Blanco, los fisios, los doctores…-  como a los directivos, por hacer que este sueño sea posible.

Es difícil darse cuenta, pero el Sevilla FC ha hecho historia, el Sevilla FC ha escrito con una delicada pluma de tinta roja su bello e increíble relato sobre papel blanco, y lo mejor de todo, para deleite del fútbol español, europeo y mundial, es que todavía sigue teniendo esa pluma en la mano, dispuesto a seguir redactando el sueño de miles de personas.

Es difícil darse cuenta de todo lo conseguido, es difícil echar una vista atrás, quedar abrumado por el pasado, sabiendo que todavía queda todo un futuro por delante. Un futuro labrado con la esencia de un Campeón.