Muchos dirán que el Sevilla FC estuvo a menos de veinte minutos de tocar el cielo de Trondheim, Noruega. Otros que en realidad nunca fue superior al Real Madrid y que se colocó en ventaja por el buen rendimiento de varios de sus jugadores. Pero esas son opiniones, lo importante es analizar lo sucedido en el campo de juego para determinar si la derrota del cuadro de Jorge Sampaoli fue merecida o no. Repasando lo realizado durante los 120 minutos de juego queda claro que el cuadro de Zinedine Zidane es un justo ganador, todo ello a pesar de una tarea sacrificada y con varios puntos altos en lo colectivo y lo individual por parte de un Sevilla luchador.

El equipo andaluz salió al campo de juego con un 3-4-3 bien marcado: Sergio Rico; Nicolás Pareja, Kolodziejczak, Carrico; Kiyotake, Iborra, N'Zonzi, Mariano Ferreira; Vitolo, Luciano Vietto y Franco Vázquez. La idea de Jorge Sampaoli fue el jugar con los centrales bien adelantados, el líbero unos pasos más atrás para cubrir la retaguardia, dos exteriores bien abiertos (uno de ellos con la función de retroceder, Mariano en este caso), un doble pivote fijo y un trío de ataque sin posiciones fijas. Como bien había explicado en las conferencias de prensa anteriores a este partido, y tal cual se había podido divisar en los amistosos de pretemporada, este Sevilla buscaría ser protagonista desde la tenencia del balón y el uso de las bandas para romper líneas enemigas. 

El entrenador francés por su parte dispuso de un 4-1-4-1 listo para esperar en el centro del campo y salir con mucha velocidad por los costados de la mano de Asensio y Lucas Vázquez. Con Modric, Benzema y James en el banquillo y la imposibilidad de contar con Navas, Pepe y Cristiano Ronaldo debido a sus lesiones, el once inicial del Real Madrid fue el siguiente: Kiko Casilla; Dani Carvajal, Sergio Ramos, Varane, Marcelo; Casemiro; Asensio, Isco, Kovacic, Lucas Vázquez; Álvaro Morata. Nada que no se haya visto durante la pasada temporada: dos laterales que se suman siempre al ataque, un mediocentro para conectar con el centro del campo, dos volantes creativos unos pasos más adelante, dos extremos veloces y con buen pie y un delantero centro dentro del área.

Con la ambivalencia como bandera

La primera mitad encontró al Sevilla convertido en un jeroglífico bastante difícil de traducir. En tan solo cinco minutos Isco y Kovacic desquiciaron al mediocampo rojiblanco y con sus precisos lanzamientos habilitaron por las bandas a unos incontenibles Asensio y Lucas Vázquez, por lo que Sampaoli decidió retrasar a Mariano unos metros y formar un mucho más cerrado 4-2-3-1 con N'Zonzi e Iborra en el doble pivote y la dupla Vitolo-Kiyotake abiertos como exteriores. El flojo nivel exhibido por la defensa logró complicar hasta la salida al ras del césped, algo que el Real Madrid exprimió al máximo con un buen trabajo de presión hasta tres cuartos de campo. 

Antes del primer cuarto de hora Sergio Rico ya había tenido bastante trabajo gracias a las subidas continuas de Asensio y Lucas Vázquez y a la movilidad de Morata dentro del área. El Sevilla logró equilibrar las acciones de la mano de un Franco Vázquez notable, que decidió tomar las riendas del partido distribuyendo el balón de lado a lado para bajarle el ritmo al contrincante. Aquí se pudo ver la primera pincelada de lo que el nuevo entrenador pretende, un equipo que ataque y defienda con el balón como elemento principal, construyendo cada jugada de manera progresiva con la intención de hacer bien ancho el campo de juego para cerrar las jugadas por el centro. 

Pero una distracción en la salida, muy similar a las mostradas durante la temporada pasada, derivó en un verdadero golazo por parte de Asensio que significó un quiebre para el Sevilla ya que al instante dejó el juego más lateralizado y paciente de lado e intento presionar con los centrales mucho más adelantados. Mariano, Kiyotake y Vitolo comenzaron a pasar al ataque mucho más seguido y Vázquez se liberó de la posición de enlace para buscar abastecer a un aislado Luciano Vietto. El partido pasó de ser uno manejado por el cuadro merengue a uno de ida y vuelta, algo que benefició a los pupilos de Sampaoli, quienes encontraron su primera ocasión de riesgo en un gran remate de media distancia de Carrico muy bien resuelto por Kiko Casilla.

La dinámica que se vislumbró en el centro del campo lejos estuvo de tener su correspondencia en la labor defensiva, pues el Real Madrid logró sostener los embates rojiblancos y utilizar el contraataque con una facilidad escandalosa. Las pérdidas en el centro del campo, con todo el equipo mal parado, se convirtieron en una cuestión patológica y esto llevó a que se multiplicasen las infracciones cerca de los dominios de Sergio Rico. Pero para contribuir a la locura que estaba siendo el partido, el Sevilla encontró el empate en el momento menos pensado: Carrico cambió de frente para Mariano, éste conectó con Vietto por la banda derecha y el centro del delantero argentino fue rematado a la carrera de manera impecable por Franco Vázquez para dejar el marcador 1-1 ya muy cerca del descanso.

A pesar del sorpresivo empate, los de Zidane continuaron ejecutando su plan y quedaron a centímetros de ponerse nuevamente en ventaja luego de una muy buena jugada por el costado de Lucas Vázquez que Morata remató sin dirección cara a cara contra el portero. La primera mitad finalizó sin más acciones de riesgo y con sensaciones ambivalentes en el Sevilla, pues si bien no había mostrado una gran versión durante los 45 minutos - siendo superados en lo táctico por su rival- había logrado nivelar el trámite con fútbol de posesión y logrado igualar el marcador con un gol que llevó la firma del estilo Jorge Sampaoli.

La jerarquía como valor

La segunda mitad comenzó con el cuadro madrileño en versión aplanadora, ganando en número e intensidad en todos los sectores del campo de juego y llevando peligro sobre todo por los costados. Sampaoli decidió mover sus primeras fichas y mandó al césped a Rami en lugar de Carrico en busca de un líbero que le permitiese sostener el partido unos metros más arriba. Mientras los jugadores vestidos con malla roja se acomodaban al nuevo orden táctico, Kovacic encontró a Vázquez en soledad con un buen pase filtrado y el centro del canterano no fue definido por Morata gracias a los reflejos de Pareja para enviar el balón al tiro de esquina. Unos segundos más tarde, Marcelo fue quien puso en evidencia los errores en el marcaje por los costados y habilitó a Isco sobre la medialuna, rematando el volante creativo apenas desviado luego de un muy buen control.

En los siguientes minutos el movimiento táctico de Sampaoli comenzó a surtir efecto y el Real Madrid perdió metros debido a que la presencia de Rami le permitió a N'Zonzi moverse con mayor libertad cerca de Vázquez y a los laterales quedar completamente liberados como exteriores. Zidane decidió responder y lo hizo con los ingresos de Karim Benzema y Luka Modric en lugar de Morata e Isco para redoblar la presión, algo que funcionó ya que Asensio y Vázquez encontraron mayor libertad y a una referencia de peligro absoluto dentro del área. Sergio Ramos complicó a Rico con un muy buen cabezazo, pero el portero del Sevilla mantuvo a salvo su valla con una respuesta digna de su calidad bajo los tres palos. 

Yevhen Konoplyanka sustituyó a un sacrificado pero ineficiente Vietto en el campeón de la Europa League y en ese momento los roles se invirtieron: el ucraniano proveyó a su equipo la explosión necesaria para quebrar la dura línea de cuatro jugadores más Casemiro que el Real Madrid dispuso con mucha aplicación. Un penalti evitable cometido por Sergio Ramos puso al exDnipro a doce pasos de Kiko Casilla y el portador de la camiseta número diez que dejó José Antonio Reyes no decepcionó: remate seco a colocar y un 1-2 en favor del Sevilla con quince minutos por delante.

Zidane no se puso nervioso e hizo ingresar a James Rodríguez, variante que fue replicada por su par argentino con la entrada de Matías Kranevitter en lugar de Vicente Iborra buscando hacerse del balón y administrarlo hasta el pitido final. El Real Madrid mutó tácticamente al ya clásico 4-1-2-3 con Casemiro en la medular, Modric y James sin posición fija en tres cuartos de campo y Asensio-Vázquez definitivamente como extremos. El Sevilla mostró un fútbol de alto vuelo en esos quince minutos restantes, con un Franco Vázquez intratable que recibió todo tipo de patadas por parte de los jugadores blancos. Cuando todo indicaba que la maldición se terminaría, que la tercera era la vencida, un error compartido entre Vázquez y Konoplyanka derivó en la enésima trepada de Lucas Vázquez que con un centro preciso dejó a Sergio Ramos en soledad bajo el arco para marcar el 2-2 (una vez más) en el minuto 93. La jerarquía había podido con el mejor tramo de los andaluces en todo el encuentro, quedando al descubierto una vez más la diferencia existente entre ambos clubes en lo referido a historia (pasada y presente) y a saber cómo jugar este tipo de partidos sin jamás perder el camino en los momentos más complejos.

El largo camino...

La prórroga fue literalmente un monólogo de un Real Madrid pleno en lo físico y motivado por completo luego del empate en el minuto final. El recuerdo de aquella final de Champions League en Lisboa ante el Atético de Madrid es ineludible, pues el paralelismo es bastante claro. Sin dudas que en ese caso el cuadro de Diego Simeone jugó de otra manera y complicó al Madrid con un planteo táctico muy distinto aunque mucho más eficiente que las dos o tres posturas exhibidas por el Sevilla en la lluviosa noche de Trondheim. 

Sergio Rico se erigió como una muralla durante casi toda la media hora tapando excelentes remates de Modric, James y Vázquez y respirando aliviado ante sendos cabezazos de Ramos y Benzema, que no besaron la red por obra de un milagro. Así resistió un agotado mental y físicamente Sevilla hasta que al filo de los 120 minutos Dani Carvajal robó una pelota a Konoplyanka con mucha facilidad en el círculo central y comenzó un slalom brutal que terminaría con un certero disparo para colocar el 3-2 definitivo en favor del Real Madrid merced de tamaño golazo. Un triunfo que no admite ningún tipo de discusión, pero que para los de El Nervión trae aparejadas varias lecciones a tener en cuenta y también una buena cantidad de puntos positivos de cara al choque del próximo domingo ante el FC Barcelona.

El juego de posesión, intentando construir cada jugada con mucha paciencia y avanzando en bloque, tuvo su mejor versión en los 15' finales del primer y segundo tiempo. Los jugadores aún parecen encontrar dificultades para adaptarse a jugar sin una posición fija, pero cuando Vázquez logró controlar los tiempos con el balón bajo la suela fue mucho más fácil para todos el soltarse y recorrer todo el campo de juego. El protagonismo del que Sampaoli habló en la previa se vio a cuentagotas, pero no por ello el display del Sevilla careció de actitud y buenas intenciones. Faltan un poco de coordinación en el retroceso y en algunos módulos ofensivos, pero lo cierto es que si logra sostener con militancia esta intensa y vistosa idea de juego, el Sevilla ganará muchos más partidos de los que va a perder en esta temporada 2016/17. Habrá que probar el nuevo dibujo y esquema táctico en el gran escenario -la triple competencia no admite errores- pero los hechos indican que el poderoso Real Madrid tuvo varios momentos de duda debido al planteo del entrenador argentino y terminó llevándose el partido solamente tras igualar de manera agónica en el minuto final.