Cuando la luz se diluye en lo más lejano del túnel, cuando parece que irremediablemente será absorbida por la más profunda oscuridad, siempre queda la última chispa, el último resquicio de esperanza, que por pequeño que sea, deslumbrará nuestra vista para cegar nuestros corazones.

El brillo de una perla, el debut de un joven de 16 años llamado José Antonio Reyes, en un equipo absolutamente condenado a la nada, destinado a sucumbir en las cloacas de Primera con dirección al infierno de Segunda. Aquel muchacho de mediana estatura y agitanada figura, que de la mano de Marcos Alonso saltó al césped del antiguo Montjuic durante el transcurso de la temporada 1999/2000, fue el único halo de luz en una aciaga temporada.

Una perla que encontró en su paisano Joaquín Caparrós al gran maestro de todos los pulidores, que pasó a convertirse en estrella de un Sevilla que al año siguiente volvería a la máxima categoría del fútbol español para no abandonarla hasta la presente. Reyes, el debutante más joven del Sevilla hasta el posterior debut de Diego Capel, era el nuevo ídolo de la afición nervionense. Era uno de los jugadores más desbordantes y desequilibrantes del fútbol español, algo que no pasó desapercibido para uno de los mayores cazatalentos del esférico planeta del deporte rey: Arsène Wenger.

‘Ladrón de carteras’, Reyes se caracterizaba por una hábil recuperación de balón y una rápida y elegante conducción del mismo. No dudaba en quebrar a su contrincante una y otra vez, esquivando las piernas rivales al mismo son que el público se levantaba de su asiento. “¡Vamos, vamos!”, jaleaban enfervorecidamente. Mientras tanto, el meta rival asumía que el peligro era cada vez más latente. ‘La Perla’ de Nervión afrontaba los metros finales para posteriormente tomar una decisión: chut o asistencia. Solía optar por lo primero, aunque en Londres mejoró bastante su olfato goleador al lado del legendario Henry -que por entonces ya hacía del jardín de Highbury su particular Edén-. El resultado era casi inalienable: gol.

Posee un talento innato, propio del club más selecto del mundo del fútbol

Pese a triunfar con el Arsenal, nunca llegó a sentirse cómodo entre el grisáceo cielo de Londres, por lo que regresó a España dos años después. En esta ocasión arribó en Madrid, donde jugó tanto en el Real Madrid como en el Atlético de Madrid -con Lisboa como tercer vértice del triángulo-. Todos los que han tratado con él coinciden en que Reyes es un futbolista especial. Posee un talento innato que solo gozan los integrantes del club más selecto del mundo del balompié. Y como punto en común con otros muchos talentos, lastra esa peculiaridad en su mente que afecta al rendimiento y que, a menudo, marca la frontera del Olimpo. Para algunos, la falta de constancia, de concentración, asuntos extradeportivos y constantes divergencias con varios de sus técnicos han hecho mermar la trayectoria de Reyes y convertirlo en un jugador irregular. Para otros, un incomprendido al que solo algunos pudieron llegar, como el propio Caparrós o Quique Sánchez Flores, quien logró relanzar su carrera tanto en el Benfica como en su segunda etapa en el Calderón, donde pasó de villano a héroe gracias a su magia, a su talento y a su gran visión de juego.

Llegado el día regresó a la que siempre fue su casa, el Ramón Sánchez Pizjuán. El hijo pródigo volvía, ocho años más tarde, al club que le vio crecer como futbolista y que se vio obligado a venderlo para sobrevivir e impulsar el proyecto más ambicioso de su historia. Su marcha parecía el fin del mundo, pero curiosamente marcó el inicio del Sevilla de los seis títulos, un equipo que en enero de 2012 reclamó la mejor versión de Reyes para recuperar el prestigio perdido en las últimas campañas, para volver a disfrutar de sus regates, de sus goles y de aquellos inverosímiles pases al hueco.

Su segunda etapa como sevillista ha dejado hasta la fecha más sombras que claros, pero Míchel, que 'no se casa’ con nadie, sabe de la calidad que atesora y de lo importante que puede ser para el equipo recuperar al mejor Reyes. El míster madrileño se ha preocupado en hacerle ver al jugador que debe cambiar el chip y que debe mentalizarse en ser un nuevo hombre. Pese a sus irregulares actuaciones, la afición nunca le ha dado la espalda a su hijo pródigo, algo que él reconoce, agradece y quiere devolver en forma de magia.

¿Realidad o espejismo?

La noche del pasado domingo, Míchel le dio el peto de titular a Reyes ante el Betis en el esperado derbi sevillano. Una ocasión propicia para resarcirse y recuperar la sonrisa. Tenía prisa y hambre por hacerlo, tanto que anotó el gol más rápido de la historia de los derbis y completó la noche con otro gol y una asistencia. El utrerano no marcaba un doblete desde junio de 2007, con la camiseta del Real Madrid.

Finalmente, 5-1 y gran protagonismo de 'La Perla' en Nervión. Reyes recuperó su sonrisa y dibujó felices rostros en todos los sevillistas en su noche más mágica. El próximo destino será el Calderón, un estadio de sobra conocido por el utrerano, que tendrá la oportunidad de refrendar su estado de forma y demostrar que 'su nuevo yo' es real. Todos los esperan, todos lo quieren.