Que el Sporting de Gijón tiene un problema con el gol es ya evidente, y el partido contra el Mallorca del pasado fin de semana lo termina de rubircar. Los rojiblancos dominaron, manejaron el balón a su antojo y dispusieron de las ocasiones más claras del choque, pero tan solo consiguieron perforar la meta de Cabrero en una ocasión, y de penalti.

Intensidad inicial

El Sporting comenzó el partido como auténticos cohetes. Sabian que tanto Girona como Las Palmas habían ganado, y no podían permitirse un tropiezo en casa. Desde el primer minuto, los locales ahogaron la salida de presión del Mallorca, con  Pablo Pérez y Guerrero haciendo un derroche físico muy importante. El Mallorca no conseguía pisar campo contrario, y poco a poco, el Sporting les iba encerrando en su área.

Fruto de esta presión llegó el primer y único gol del partido. Guerrero peleó un balón imposible y acabo llevándoselo, y cayendo dentro del área al ser trabado claramente por Truyols. Penalti claro. Hugo Fraile sería el encargado de mandar el balón al fondo de las mallas, rompiendo así el empate a cero y poniendo al Sporting por delante en el marcador justo antes de irse a vestuarios.

Las bandas, principal aliado

Ante el gran número de jugadores ubicados por Miquel Soler en el centro de la zaga bermellona, tratando de anular el fútbol combinativo del Sporting que acostumbra a nacer en las botas de Rachid, los asturianos abogaron por abrir mucho el campo, tratando de penetrar por bandas, especialmente por la izquierda, donde Fraile e Isma López formaron una asociación destinada a hacer daño a las defensas rivales.

Por el otro costado, Carmona y Luis Hernández también llevaron peligro a la meta visitante, en especial el lateral, que logró ganar línea de fondo en más de una ocasión. Sus centros no encontraron rematador, ya sea por el alto grado de atención en los marcajes de la zaga del Mallorca, o por la falta de acierto de Pablo y Guerrero, quizás motivada por el cansancio que les producía la alta presión sobre salida de balón del rival.

Más que una defensa, un muro

El Mallorca encaró la segunda parte con desventaja en el marcador. La idea de los visitantes era clara. Mantenerse firmes atrás y esperar su ocasión, ya fuera al contragolpe o a balón parado. Esa ocasión nunca llegó. Bernardo y Meré mostraron un nivel superlativo, y ayudados por un imperial Sergio, no permitieron que el Mallorca creara ni una sola ocasión de gol.

Una defensa perfecta que mantuvo el cero en el casillero visitante, y permitió al Sporting llevarse los tres puntos. Pudo ganar por una renta aún mayor, pero la pelota no quiso entrar y se mantuvo el 1-0. Y no sería porque Abelardo no lo buscara, ya que el gijonés introdujo a un delantero más para pasar a jugar con un 4-4-2, convencido de irse a por el gol de la tranquilidad. Este no llegó, pero poco importa, pues al final, los tres puntos, se quedaron en Gijón.