El Pontevedra despide el 2013 con alegría. Y no por su buena racha, sino porque se va un año horrible para el club granate. Desde luego, todos aquellos que no creen en el gafe del número trece solo deben mirar la trayectoria del Pontevedra. El equipo de la ciudad del Lérez, uno de los gallitos de la categoría, no fue capaz de situarse entre los cuatro primeros en todo el 2013. Acabó quinto en mayo, a ocho puntos de la promoción, y remata sexto el año, a dos de los puestos de privilegio. Al margen de lo deportivo, el seno granate estuvo en una constante convulsión producida por una grave crisis institucional con epicentro en las idas y venidas del consejo de administración. Un año de decepciones que distó bastante de aquel primer ascenso a Primera División en 1963, del que se cumplían 50 años. Fue lo único que el Pontevedra pudo celebrar porque precisamente medio siglo después de aquella gesta, el equipo firmó la peor clasificación de su historia –quinto en la cuarta categoría del fútbol español-.

Primer trimestre: remontada sin culminar

El 2013 comenzó de forma esperanzadora. El equipo granate encaraba el año nuevo a cuatro puntos del play-off. La distancia era grande, pero en el último partido de la primera vuelta recibía precisamente al cuarto clasificado, el Deportivo B. Era una oportunidad de oro para colocarse a un punto del objetivo pero pese a que el equipo hizo uno de sus mejores partidos de la temporada, el encuentro acabaría como empezó: con empate a cero. La pelota no quiso entrar ante el filial del Deportivo, pero sí lo hizo en los tres siguientes partidos. El Pontevedra venció a Rápido de Bouzas (2-0), Vilalonga (2-1) y Alondras (0-1) y afrontaba el último partido de su particular cuesta de enero a sólo un punto de la cuarta plaza.

Sin embargo, el Cerceda puso fin al espejismo. El Pontevedra volvió a pinchar en casa (0-1) en otro momento clave, cuando una victoria lo hubiese aupado por fin a los puestos de promoción. Los tropiezos contra rivales teóricamente asequibles tras encadenar una racha de buenas partidos fue la tónica general de la temporada. El equipo careció de la regularidad necesaria para agarrarse a uno de los cuatro primeros puestos, que en la 2012-2013 estuvieron más caros que nunca.

Su segunda derrota consecutiva, esta vez en Vilalba (0-1), lo alejó aún más del cuarto lugar. Luego, después de una soporífera victoria en casa contra el Negreira (2-1), no fue capaz de ganar al Céltiga en A Illa de Arousa (1-1). Jacobo fue el protagonista con cuatro de los cinco goles con los que el Pontevedra cerraba febrero ante el débil Narón (5-0). Sin embargo, los tres empates consecutivos contra Somozas (2-2), Celta B (2-2) y Barbadás en casa (1-1) hacían presagiar que el Pontevedra tendría muy difícil disputar de nuevo la promoción de ascenso a Segunda B.

Segundo trimestre: 50 años del ‘gol del ajo’

Sin embargo, tras tres victorias consecutivas ante Bergantiños (0-2), Ordes (4-0) y As Pontes (1-3), los granates encararon el partido contra el Compostela como un clavo ardiendo al que agarrarse. Era la jornada 33, y los santiagueses visitaban Pasarón como terceros, con cuatro puntos de ventaja sobre los granates. Entre ellos se encontraba el Deportivo B, cuarto clasificado con 57 –por los 55 del Pontevedra-. Por tanto, era una oportunidad de oro para los granates que, precisamente, celebraban esa semana el 50 aniversario del primer ascenso a Primera, conseguido contra el Celta gracias al bautizado popularmente como “gol del ajo”. Fue el inicio del mítico ‘Hai que roelo’.

 Por tanto, se daban todas las circunstancias para que el nuevo Pasarón volviera a vivir una tarde mágica como las de antaño: la presencia de los héroes del ascenso, un rival de enjundia, mucho en juego y unos precios populares que provocaron que el estadio a las orillas del Lérez registrara una media entrada (cerca de 6.000 espectadores) inusual para un partido de Tercera. Al final, tras un encuentro disputado, el marcador se quedó como al principio (0-0). El Pontevedra había dejado escapar una buena oportunidad, pero sus opciones todavía estaban intactas. A falta de cinco partidos estaba a cuatro puntos de Dépor B y Compostela, terceros y cuartos respectivamente.

Los granates tenían que ganar todo y esperar los tropiezos de sus rivales. Falló en su primera ‘final’, empatando (0-0) en el minúsculo O Condús contra el Dorneda, pero la semana siguiente demostró su verdadero nivel con una victoria (2-0) ante el intratable Rácing de Ferrol –que llegaba a Pasarón como campeón matemático-.  

La ilusión volvió a invadir a la parroquia granate, pero el equipo falló de nuevo en un momento clave. Perdió con estrépito ante el vecino Vilalonga (4-1) en el peor partido de la temporada –justo cuando más necesitaba los puntos-. Fue el canto del cisne de un Pontevedra que se quedó sin opciones de promoción a falta de dos jornadas. La terrible imagen del equipo supuso la puntilla para un Milo Abelleira cuestionado desde el principio de su etapa en el banquillo granate, allá por julio de 2011.

La triste temporada del Pontevedra tuvo su epílogo en un Pasarón más vacío de lo habitual con la victoria (4-2) frente al Betanzos, y con la derrota ante el Deportivo B (2-0) en un partido que pudo haberse convertido en un cara o cruz de haber llegado los granates con opciones.

Tercer trimestre: fracaso de la ampliación de capital

Sumidos en el verano, comenzaron las gestiones. La dirección ofreció a Milo Abelleira un cese parcial, con su contratación como director deportivo de la entidad. El puesto en el banquillo quedaba, por tanto, vacante. Fue el propio Milo el encargado de redactar los informes de un ramillete de candidatos. Muchos nombres de entre los que, finalmente, se eligió a Fernando Martínez ‘Nando’.

A su vez, el club trató de renovar a la mayoría del bloque de la pasada temporada, descartando tan sólo a los jugadores que no habían cumplido las expectativas –Cristóbal Juncal, Moisés Pereiro, Stefan, Sestelo o Nano-. Finalmente, Javi Pazos, Pacheco y Lorenzo, tres de los jóvenes canteranos más prometedores acabaron por abandonar la entidad ante lo que ellos consideraron la infravaloración de una sección deportiva que decía apostar por los jugadores de la casa. Mientras, Jacobo y Lloves, dos de los más destacados en la 2012-2013, emigraron de Pasarón por ofertas de equipos de superior categoría.

De este modo, algo más de una decena de jugadores de la campaña pasada continuaron a partir de julio en Pontevedra. El bloque se completó con las llegadas de jugadores contrastados como Benja, Javi Otero, Miguel Vázquez, Paco, Luismi o Candela.   

Mientras, en el plano institucional, el consejo de administración impulsó en julio una ampliación de capital con el objetivo de ayudar a sanear el club. La dirección pretendía recaudar 400.000 euros pero el proceso apenas llamó la atención de 250 compradores entre antiguos accionistas, empresas y particulares, que compraron un total de 12.494 acciones a dos euros cada una. Por tanto, el club apenas pudo conseguir 25.000 euros –algo más de un 6% de lo ofertado-, en lo que fue un fracaso en toda regla y la demostración del hastío general que invade a la masa social del club.

Así comenzaba una nueva temporada en Pasarón, con más problemas institucionales pero con nuevas ilusiones deportivas. Los ascensos de Rácing, Celta B y Compostela, unidos a las bajas del Deportivo B, colocaban al Pontevedra como claro candidato a ser campeón del Grupo I. Sin embargo, la temporada comenzó con un empate (0-0) ante el Choco y una derrota en Pasarón contra el Vilalbés que pusieron las luces de alarma en el seno granate. Fue precismente tras el partido contra los lucenses cuando los granates firmaron oficialmente a Pablo Carnero. El delantero llegó a Pasarón una vez se desligó definitivamente del refundado Salamanca. Para hacer sitio a Pablo la dirección deportiva decidió dar la baja federativa –en una nueva decisión polémica- a Iago Paz, que había firmado la renovación un par de meses antes tras su buen rendimiento la campaña anterior.

Pese a las dos victorias seguidas ante Grixoa (0-1) y Cultural Areas (3-1), el equipo no acababa de despegar, como se demostró en Vilagarcía, donde el Arosa derrotó sin paliativos al Pontevedra (2-0). La victoria por la mínima en casa ante el Bertamiráns (1-0) no ejerció de bálsamo para Nando, que acordó con la directiva su marcha a principios de octubre, tras perder (2-0) ante el Laracha. Dejaba Nando un vestuario que no confiaba “en sus métodos de entrenamiento” y lo relevaba temporalmente su segundo, Manu Fernández. A partir de ahí, la cara del equipo cambió. El Pontevedra ganó y convenció ante el As Pontes (2-0) y eso le valió la ratificación a Fernández al menos hasta final de temporada.

Cuarto trimestre: idas y venidas

En los últimos tres partidos de octubre el Pontevedra encadenó siete puntos de nueve, gracias a su empate en Betanzos (1-1) y sus victorias ante Alondras (1-0) y Rápido de Bouzas (0-1). Sin embargo, en noviembre llegó la primera derrota de Manu como entrenador del Pontevedra. Fue en casa, ante el Deportivo B (1-2), en un momento clave para las aspiraciones granates. Dos errores defensivos –como casi siempre- lastraron el buen partido de los del Lérez. De este modo, como en la campaña anterior, el Pontevedra volvía a perder tras encadenar una racha de buenos resultados.

Así, tras una trabajada victoria en el difícil campo del Barbadás (0-1), los granates volvieron a pinchar en casa ante el Cerceda (1-2), uno de los rivales más poderosos de la categoría. Boiro, Ordes, Arosa, Choco y el propio Cerceda, los punteros en la tabla, se volvían a alejar. El Pontevedra reaccionó de nuevo y ganó dos partidos consecutivos. Primero sucumbió el Negreira (2-0). Luego, el Ordes (0-2), en el que quizá fuese el mejor partido de los de Pasarón en lo que va de temporada. Parecía que había llegado el punto de inflexión que haría resurgir al ave granate pero un empate en casa contra el Boiro (3-3) acompañada de una merecida derrota en As Somozas (2-1) alejaron de nuevo al Pontevedra de los puestos nobles.

Finalmente, los granates cerraron el año con una victoria en casa frente al Dorneda (3-1) que les sitúa sextos a tan sólo dos puntos de la cuarta plaza y a cinco de los líderes Cerceda, Boiro y As Pontes. Tras el anuncio de la salida de Candela, termina un año marcado por una irregularidad impropia de un equipo que debe estar con facilidad en los puestos de privilegio en Tercera. Además, al contrario que sucedió la temporada pasada, el Pontevedra apenas ha logrado sacar puntos contra los rivales más poderosos de la categoría. Es un grano de arena más dentro de un desierto en el que la aparente mejoría del equipo bajo el mando de Manu Fernández, la consolidación de Pablo Carnero como un referente goleador –ocho tantos en 14 partidos- y la sorprendente aparición del jugador del filial Kevin deben suponer el oasis al que aferrarse en 2014.