Segundo, a tres puntos del líder y dependiendo de sí mismo para ser campeón. Con estos datos, cualquiera diría que la temporada del Pontevedra hasta ahora es, por lo menos, notable. Sin embargo, antes del pasado domingo, los granates tenían una lacra que los perseguía: no habían sido capaces de remontar un solo partido.

Así es. Parece increíble que uno de los equipos con más historia de la categoría, segundo en su grupo y conjunto menos goleado en la región gallega hubiese sido incapaz de voltear un marcador.

Con sufrimiento

De este modo, hasta la jornada 35, el Pontevedra había sumado 20 victorias y en todas ellas había empezado poniéndose por delante en el marcador. No fue hasta el último partido contra el Órdenes cuando los de Pasarón lograron vencer tras comenzar perdiendo. Y no fue fácil. Una falta directa del juvenil Tomás Abelleira en los últimos minutos del partido consumó una remontada que se había iniciado casi una hora antes, cuando un fallo de Espenica permitía a Pablo Carnero –también de tiro libre- igualar el tanto inicial de David Rey.

Con su victoria, el Pontevedra logró establecerse como segundo en solitario y se colocó a un partido del líder Somozas, que visitará Pasarón dentro de dos semanas. Dependen de sí mismos por tanto los de la capital del Lérez para ser primeros.

Dos empates tras comenzar por detrás

Pero alzarse con el título de campeón y posteriormente ascender, los granates deberán convertir en costumbre lo inusitado. Y es que al margen de su último resultado, el Pontevedra sólo había logrado empatar en dos ocasiones cuando comenzaba perdiendo. Y ambas en la primera vuelta. La primera, el 1-1 contra el Betanzos a domicilio. La segunda, el 3-3 contra el Boiro en casa, cuando los locales fueron capaces de igualar en dos ocasiones. Primero un 0-2 en contra, luego, un 3-2 para poner en el marcador el empate a tres tantos final. Un resultado meritorio de no ser porque el Pontevedra fue incapaz de culminar su escalada pese a contar en lo últimos minutos de partido con un jugador más.

Si se adelanta, siempre gana

Mientras, sus otros tres empates fueron sin goles, lo que demuestra que si los granates son capaces de adelantarse en el marcador, siempre ganan. El Pontevedra no ha perdido puntos cuando ha sido el primero en marcar, algo que habla muy bien de las virtudes defensivas del equipo. Hasta anteayer, los de Manu Fernández tampoco habían sido capaces de hacer lo contrario: ganar cuando empiezan perdiendo. Pero todo cambió el domingo. El Pontevedra se quitó el complejo y afronta el último tramo de temporada con las opciones intactas para repetir el ascenso de 1984, el último del equipo de Tercera a Segunda División B.